
No recuerdo un solo espacio de opinión ciudadana en la prensa que no haya sido convenientemente mal asumido como simple muro de lamentaciones u oportunidad para hacer catarsis. Error. El que la denuncia constituya el «plato » principal de secciones como esta, no significa que su cometido social se limite a ponerles nombre y dirección a problemas comunes o privados, acumularlos por sector, municipio y verlos envejecer, hasta que los demandantes se cansen o el periódico los dé por «olvidados ». De hecho, ni siquiera sé por qué, y más en tiempos en los que la transparencia de la gestión estatal es la punta de lanza del discurso gubernamental, tantos directivos de empresas y organismos involucrados en la causa/tramitación de los problemas, conciben que su participación resulte meramente opcional.
De noviembre a la fecha, esta columna ha publicado diez quejas y solo cinco respuestas. O sea, a más de dos meses, solo el 50% de los denunciantes recibió una misiva oficial o la solución exigida. Salud Pública, por ejemplo, no ha enviado ni una palabra sobre el caso de la doctora camajuanense Berta Jaramillo Contreras, quien reclamara que aún no le habían otorgado la laptop asignada para todos los médicos de la provincia, ya que cuando las vendieron se encontraba temporalmente incapacitada, por problemas serios de salud; tampoco lo ha hecho para arrojar luces respecto a las posibles alternativas de vacunación para las personas que conviven bajo el riesgo de contraer una leptospirosis, reclamo de la santaclareña Ida María López Cabrera.
La jubilación tardía de Armando Pascual Pérez Gómez el campesino zulueteño que a principios de noviembre denunciaba en este espacio los atrasos inconcebibles con su solicitud y la explicación por la que clama Mirtha Darias Darias la anciana sola y subsidiada a la que nadie le dice cuándo podrá completar los materiales para construir su casita, aguardan por la comunicación de las autoridades del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, el gobierno o Comercio en Remedios.
Los caibarienenses que aguardan desde mayo para comprar cemento; el pronunciamento de la ECIL, Comercio o el responsable que se asigne, sobre la pésima calidad de la leche en polvo que reciben nuestros enfermos; las 20 viviendas inhabitables en Puerto Escondido, Santo Domingo, porque nadie previó que las construyeron en una zona de bajo voltaje, o los trámites del subsidio que no aterriza para Carmen Guevara, en El Santo, no constituyen lamentaciones con atención optativa: ni ellos sobredimensionan los problemas ni Vanguardia va a conformarse con el silencio.
La credibilidad la pierde quien, bajo la balacera, elige el mutismo fácil o taponea las fisuras de su servicio con el alegato común de culpar, casi siempre, a terceros. Esta rueda ya echó a andar y poco a poco se han ido conociendo a los que sí pueden, a quienes lo intentan y mejoran, y también a aquellos que aún continúan engordando los peores cuestionamientos públicos.