En el pasado, la tormenta; para el presente, la luz de la conquista; ansias de hacer perdurar un paí­s que se recupera y se crece.

Nunca el relevo será ruptura, sino continuidad. Permanecerán las ideas defendidas durante las luchas por la independencia, la soberaní­a y el socialismo.

Una nueva jugueterí­a abrió en Santa Clara, con precios prohibitivos para los padres que viven de un salario básico y, para colmo, insuficiente.

Disminuir las medidas por las que se venden los productos es uno de las trampas para burlar los precios topados de los productos agropecuarios.

Las Oficinas de Trámites en Villa Clara han atendido al 99 % de los damnificados por el huracán Irma, pero se requiere mantener el ritmo.

Mendigos, deambulantes, ancianos en los rincones, personas a la intemperie... Sí­, nos obligan a hablar de soledad pero también de pobreza en ese sector poblacional.

Ciertos rumores callejeros causaron confusión y temor en muchas personas en Santa Clara. Las llamadas «bolas» causan más daño si nos sumamos a su difusión.

El uso excesivo de bafles portátiles interfieren cada domingo en el buen desempeño de la Banda Provincial de Conciertos en el parque Leoncio Vidal de Santa Clara.

El piropo, más que una expresión de cubanismo, ha devenido vulgaridad y misoginia en la sociedad cubana actual.

Una para de ómnibus ubicada en la misma puerta de la entrada principal del Centro Provincial de Artes Visuales (CPAV) de Villa Clara perjudica a la institución.

El éxito en la vida no se mide por lo que logras, sino por los obstáculos que superas. Sí­: pensar en positivo ayuda a lograr las metas trazadas.

El colectivo del Hospital Ginecobstétrico de Villa Clara enfrentó a «Irma» sin contratiempo alguno.

Algunas personas se doblan por el dolor. Otras, lo toman como una inyección de coraje. Le ponen fuerzas al sufrimiento y echan a andar.

Hasta se eriza la piel del más insensible al saber que nuestro terruño no registró ni una pérdida humana ante la colosal catástrofe.

En Cuba tenemos brazos de hombres y mujeres tan fuertes como los de «Irma».