
«De esta, o salgo sana, o cuerda: no me pidas las dos cosas ». Y yo afirmo con la cabeza, calladita, con disciplina de colegiala, porque Tatiana trae floja la pila del lagrimal y lo mismo se frota las manos con agua clorada, cinco veces en diez minutos, que te suelta, con ojos de desamparo, que aquí en el planeta, supongo «han regado brujería » y la humanidad está recibiendo un castigo colectivo por quemar el Amazonas y no creer que el infierno sí existe bajo nuestros pies. Ella, esotérica y sentimental, y una que también anda alicaída y llena de nostalgias…
Para colmo de males, las urgencias informativas nos obligaron a saltarnos un mes completo, y el Sexeando de abril quedó aislado en mi cabeza, tal y como ahora mismo sucede con la inmensa mayoría de los sueños y proyecciones de millones de personas. Sin embargo, teníamos que retornar y no solo por añoranza y compromiso, sino porque la COVID-19 ha trastocado a los seres humanos de tal manera, que ni siquiera la intimidad custodiadao no con celo de vírgenes, salió indemne de una pandemia que continúa hostigándonos tan duro como los alaridos de un huracán a medianoche.
No redacto estas líneas para redoblar el velo de susto que hoy nos cubre a casi todos, pero sí creo que resulta tremendamente necesario que nuestros lectores conozcan por cuáles rumbos torcidos o felices se han encaminado nuestros sentimientos, relaciones de pareja e, incluso, nuestros cuerpos.
¡Ojalá y junio nos traiga las buenas noticias que precisamos con desespero de bebés hambrientos! Hasta entonces me despido de ustedes con el mensaje de siempre, que no es otro que desearles SALUD, suerte y mucho amor.
Mundosex
A quienes se quejaban por falta de atención; a los de los trabajos devora-matrimonios; los que celaban por la distancia o las horas dedicadas a asuntos ajenos a la relación: llegó el momento de «beberse » a sus parejas, hasta la última gota. De hecho, muchos niños nunca habían pasado tantos días con sus dos padres juntos sin una alarma que cada mañana enviara a cada uno a ocuparse de sus propias obligaciones, y otros descubrieron, a falta de los amigos/pandilla, que las mujeres podemos ser muy machistas y que cotillear con los hombres es un placer delicioso. Pero lo mejor de todo ha sido el tiempo que transcurre con prisas de tortuga, el amarse sin un «cronómetro terrenal » que te mantiene mitad en la cama-mitad en la oficina-bodega- reunión en la escuela.

Sin embargo, el sobresalto cotidiano por las urgencias normales es también, de alguna manera, una zona de confort que nos permite mantener el control de nuestro mundo. Ahora mismo, los días se escurren a gotas, pero tememos por la salud, la economía familiar y el futuro en un planeta quebrado. Si fuera biológicamente posible, sudaríamos incertidumbre. Extrapolen entonces esas sensaciones a su vida de pareja y comprobarán que lo que muchos están experimentando y quizás callando ahora mismo, es el resultado de la intromisión de un «simple » virus que nos ha minimizado al punto de encerrarnos como neandertales temerosos del fuego.
Tres afamadas sexólogas, consultadas días atrás por la corporación de Radio y Televisión Española (RTVE.es), coinciden, desde sus perspectivas de análisis, en que la sexualidad es inherente al cambio social: mientras la situación global ha favorecido, para muchos, el disfrute de la proximidad impuesta, otros sufren la terrible frustración de descubrir cuan poco necesitan y desean a la persona que creían amar.
¡Ah!, pero aún bajo el estrés del parte médico diario, de las filas interminables, del cuentapropista con su negocio cerrado y de la rebaja del salario mensual, para estar «bien », se supone que correteemos desnudos y aullemos de placer.
«El sexo es salud. Está comprobado que mejora el sistema inmune, que ayuda a dormir mejor, a liberar tensión y a segregar endorfinas que mejoran el estado de ánimo, pero no hay que obligarse. Es frecuente que ahora estemos angustiados, tristes o estresados y eso inhibe el deseo sexual. Hay que normalizar que pueda haber falta de deseo », explica la sexóloga y periodista Silvia C. Carpallo. Su colega, la especialista Ana Sierra, coincide con dichas ideas, aunque enfatiza: «lo ideal es que, aunque estén en la misma casa, en la medida de lo posible tengan espacios de independencia para que puedan echarse de menos de alguna manera ».
Es decir, que las recomendaciones apuntan a que esa conexión entre quienes comparten sus vidas, la cual se reforzará gracias al roce permanente, también servirá de oportunidad para descubrir nuevas maneras de intimar, espiritualmente hablando.
No obstante, el tiempo disponible tampoco implica per se mutua disposición para edificar la relación amorosa. Si lo que falta es atención, interés y comunicación, todo apunta a que otra clase de mal silencioso carcomió a la pareja desde antes. Mientras escribo, conozco a muchos que en verdad se quieren y que quedaron «varados » en otras provincias e, incluso, países. Gente que aguarda por un ómnibus, un avión o una vacuna. De los que se envían mensajes picosos como chile rojo; melancólicos de noche, desesperados de día.
¿Que les abruman los ronquidos o el síndrome pre menstrual? ¿Que no comprenden qué les ven con esos cuatro dedos de raíz en el pelo? ¿Que le descubriste unas cuantas arrugas y un «claro » en el centro de la cabeza? ¡Bienvenidos a la vida real! Y bienaventurados los que tenemos quien nos cuide y acompañe. Respondan a sus dudas con calma. Amen en cámara lenta. Esto pasará, y ustedes sabrán entonces cuál decisión tomar.
¡No me lo vas a creer!

Hombres y mujeres también, apriétense el cinto, traguen en seco y vístanse de «machitos »: la COVID-19 también puede dañar los testículos, la calidad del esperma e, incluso, llega a ser causa de infertilidad.
El tema había sido llevado y traído entre los muchos mitos en derredor de la pandemia, y lo cierto es que por lo reciente de la enfermedad, tampoco existía evidencia lo suficientemente sólida para respaldar una suposición bastante alarmante. Sin embargo, a mediados de marzo, el Centro de Medicina Reproductiva de Wuhan «cuna » de la pandemia y epicentro inicial del desastre sanitario alertó sobre la necesidad de que los pacientes en edad reproductiva, sin hijos o con planes a mediano plazo de aumentar la familia, se hagan revisar con periodicidad, una vez recuperados, para evaluar sus niveles hormonales y las características del semen.
La investigación que respalda el inquietante anuncio se basa, entre otras evidencias, en la similitud del nuevo coronavirus con el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), que hostigó al planeta entre el 2002 y el 2003, causante de disfunciones eréctiles en varios de los hombres contagiados. Si algo sobreabunda en los medios de comunicación, han sido las explicaciones referidas a los perjuicios de la enfermedad viral sobre los pulmones, los riñones y el corazón, mas el hallazgo de los científicos chinos radica en que la afectación en el tejido de los testículos resulta muy parecida a la evidenciada en esos y otros órganos vitales.
Cuando el virus coloniza las células del órgano reproductor del hombre, obstruye la producción de esperma y la síntesis de andrógenos hormonas esteroideas cuya función principal es la de estimular el desarrollo de los caracteres sexuales masculinos, lo cual disminuye la potencia de la erección y merma en la producción y calidad del semen.
Muchos opinan que dicho estudio constituye una alerta y no un resultado definitivo, dada la naturaleza aún inexplorada de un virus que de momento noqueó a la ciencia y a la humanidad. No obstante, lo cierto es que la noticia prende focos rojos, ante todo, en las naciones tan envejecidas como Cuba, cuya tasa de natalidad se estancó al parecer irreversiblemente hace más de 40 años.
Sexo al Derecho
Expuestas y, quizás, más solas y vulnerables que nunca antes en sus vidas. Sin la posibilidad de buscar auxilio en la familia o amigos cercanos. Dependientes del bolsillo «de él » para adquirir hasta lo básico, porque les cerraron el contrato, tienen que cuidar a los niños y padres ancianos o ganan bochornosamente menos.
La realidad pinta horizontes de tormenta para cientos de miles de mujeres en el mundo, incluidas muchas cubanas. Las abusadas, las sometidas, las que resisten estoicas en nombre de una garantía de seguridad y por preservar sentimientos que solo existen en su imaginación, corren más riesgos en épocas de crisis como la actual, en las que el confinamiento disimula agresiones físicas y verbales que tantas veces intentan justificar como la respuesta masculina al estrés.

Sin embargo, científicos de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, confirman en los resultados de una investigación publicada el pasado mes en la revista Bioethics tras comparar varios parámetros actuales con situaciones similares precedentes que la violencia de género y doméstica se incrementan durante las emergencias globales, al dispararse las desigualdades sociales aún imperantes en sistemas socioeconómicos y de Salud no equitativos. «Al tiempo que la maquinaria de servicios funciona para contener una pandemia, otros servicios críticos, en particular, los que necesitan las mujeres y las niñas, a menudo dejan de estar disponibles o se les resta prioridad y se consideran no esenciales », reflexionan los autores del estudio, quienes ejemplifican su planteamiento con un análisis sobre las disposiciones gubernamentales ante un panorama epidémico: confinamiento obligatorio, cierre de escuelas, la imposibilidad de acceso a las redes y fuentes habituales de apoyo social, y la priorización de otro tipo de emergencias.
Desde el inicio de las restricciones de movimiento en varios países latinoamericanos, las llamadas de auxilio a las policías locales se han incrementado, de manera general, en más de un 60%, si lo comparamos con el año anterior. En Argentina, 18 mujeres fueron asesinadas durante los primeros 20 días de la cuarentena. A partir del 24 de marzo, en México se han registrado unos 200 feminicidios, perpetrados casi siempre por padrastros contra niñas y adolescentes. En Sao Paulo, Brasil, las denuncias escalaron hasta un 30% más en solo diez días, y en varios barrios de clase media en Chile, alcanzaron un 500% por encima del 2019.
Incluso el Sumo Pontífice de la iglesia católica ha alertado, reiteradamente, sobre la otra epidemia que asola a miles de mujeres indefensas: «a veces corren el riesgo de ser sometidas a la violencia por una convivencia de la cual llevan una carga demasiado grande ».
Estemos alertas. Las peores historias pueden ocurrir de la puerta hacia dentro, donde aparentemente convivimos con quienes más habrían de amarnos.