
Celia Sánchez ocupa un lugar significativo en la historia de Cuba por su labor como luchadora y dirigente revolucionaria, y, sobre todo, por su sencillez y su amor por el pueblo. Nació el 9 de mayo de 1920 en el poblado de Media Luna, zona oriental de Cuba, y murió hace 40 años, el 11 de enero de 1980.

«Su nombre posee la gracia de los capullos cuando se abren al sol: Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley », escribió en una ocasión el periodista granmense Osviel Castro Medel. Y es que, al decir de este colega, la vida de esta mujer está llena de detalles.
Mucho antes del triunfo de la Revolución, su nombre había devenido leyenda en el país. Cuando aún no existía el Ejército Rebelde, en plena tiranía batistiana, coloca en el busto del Apóstol del parque de Pilón un letrero con una sentencia martiana: «Solo hacen falta 30 hombres para levantar un pueblo ».
Tiempo después, en los días del desembarco del Granma, se disfraza de embarazada y, ante la amable invitación a tomar café de unos guardias que no la reconocieron, con la mayor sangre fría se introdujo en un cuartel, en aras de obtener información valiosa para el Movimiento 26 de Julio.
A mediados de 1955, según testimonio escrito por la propia Celia, Manuel Echevarría, coordinador del M-26-7 en Manzanillo, la captó para la organización, en la que nunca tuvo cargos, aunque asumió tareas relevantes. Con su nombre de guerra, Norma, devino figura legendaria en los días de los preparativos de la expedición del Granma y del inicio de la lucha en la Sierra Maestra.
Desde la lucha guerrillera atesoró toda la documentación del Ejército Rebelde y su Comandante en Jefe; así, gracias a ella tenemos lo que muchos hoy denominan el Archivo de la Revolución, que también conservó diarios de guerra de combatientes caídos.

Su trabajo permanente junto a Fidel la convirtió en su colaboradora más estrecha desde los días de la Sierra. De entonces hasta el instante de su muerte, devino testigo y participante activa de los momentos más trascendentales de la Revolución. Al decir de su biógrafo, ílvarez Tabío, la vida de Celia, desde los días del Granma y la Sierra, «está tan imbricada con la historia misma de la Revolución cubana y de Fidel, que resulta imposible separar una de otra ». Ella vive en el corazón del pueblo.