
El problema ocurrió tarde en la noche. Ya se había solucionado la rotura de una corona del primer molino; pero algo más comenzó a andar mal.
Los encargados determinaron que en el quinto molino se había partido el guijo de la maza superior. El guijo había sido fracturado por la parte de la espiga.
Eran más de las 12:00 de la noche. Se movilizaron los técnicos. Tenían que trabajar contra reloj. Cada minuto que deja de moler el central Panchito Gómez Toro, el país se lo siente. Cada minuto significa dinero que se pierde.
Los médicos del ingenio, un grupo de especialistas encargados de volver a darle vida a la maquinaria, tenían que actuar lo antes posible. Debían desarmar el molino por arriba. Quitarle la maza con problemas. Poner la nueva y volver a armarlo.
El procedimiento parece sencillo, pero no. Podría haber demorado hasta días. Sin embargo, hombres valientes, consagrados, con talento y sapiencia, lograron el récord: 8 horas bastaron para que se reiniciara la molienda.

No por gusto a este coloso le llaman la Joya de Villa Clara. Esta es solo una de las historias de dulce sacrificio que lo dotan de prestigio, incluso a nivel de país.
Prestigio que se han ganado a base de trabajo duro, pues hace varios días cumplieron con las 32 000 t previstas en el plan económico.
Así lo explicó Pedro Aguiar Pérez, director de la industria Panchito Gómez Toro, a quien, con más de 150 días de zafra, se le nota el cansancio y la falta de sueño.
Sin embargo, el ir y venir de los azucareros no cesa. Quizás hoy, 27 de abril, ya estén celebrando el haber llegado a las 36 000 t que le prometieron a Machado Ventura. Pero no piensan parar hasta completar las 39 000 pactadas con la provincia, cifra que prevén alcanzar sobre el 10 de mayo.
En el ingenio hay un olor a melaza que envuelve a los visitantes. En él se fabrica azúcar para la exportación, por tanto resulta vital cumplir los estándares de calidad que exige el mercado internacional.
En su laboratorio, Orlando ílamo Fernández, el primer químico del central, se encarga de velar por la excelencia del producto. Lleva 42 años de trabajo en la actividad. Graduado de químico azucarero y de ingeniero industrial, trabaja 12 horas seguidas entre tubos de ensayo y muestras a valorar.

«Aquí se analiza desde que el guarapo entra al primer molino hasta que la azúcar sale por el embudo. Lo fundamental es la calidad del producto final, que tiene que cumplir 11 parámetros » explica y agrega con orgullo que «desde hace varios años nuestra azúcar tiene la certificación de alta calidad que otorga la Oficina Territorial de Normalización (OTN) ».
Justo Elpidio Hernández Santana le ha dedicado la vida a la industria azucarera. Atiende la dirección de la zafra en el Panchito. Es un hombre altísimo, de sombrero, quemado por el sol.
Por experiencia propia sabe que para producir azúcar los trabajadores tienen que ser muy sacrificados. «Son 12 horas de trabajo y descansan 24 h. Un trabajo muy duro. Hay que tener mucho amor ».
Por eso él tiene tres líneas de acción que no le fallan: pensar bien las cosas, hacerlas con amor para después cumplirlas y la tercera prefiere no decirla, confiesa que por la grabadora no se puede decir y sonríe con picardía.
La casa
Justo en el Panchito Gómez Toro trabaja Henry ílvarez Lara. El lugar donde vivía quedó muy dañado tras el paso del cición Irma. Ahora le dieron una casita que está casi lista. Por eso él, en el tiempo de descanso, viene a ayudar a los albañiles.

Dentro de los trabajadores hay un hombre que impresiona por sus ganas de ser útil sin importar la edad. Héctor Moret Mil tiene 87 años, ya se jubiló y ahora se desempeña como ayudante de albañilería. Llega a las 7:00 de la mañana y a veces termina sobre las 2:00 de la tarde.
Su pensión no le alcanza y decidió no quedarse con los brazos cruzados. «Me siento fuerte, me puedo meter a boxeador, que no me ganan. Estoy aquí hasta que la suerte y la salud me acompañen », confesó sentado en la sala de la casa a medio hacer.
Algunos le llaman el barrio Mitchel, otros el Irma. Un caserío florece para darles techo a los damnificados. El número de habitaciones depende de la cantidad de personas a habitarlas, así se pueden hacer más inmuebles y darle a cada quien justo lo que necesita.
Por ejemplo, al momento de la entrevista Noel Arrechavaleta Molinet, jefe de la agrupación constructora número 15 de Quemado de Gí¼ines, se encontraba junto a su gente trabajando en cinco viviendas diseñadas para una sola persona y que ya están en fase de terminación.
«Estas tienen 56 m2 y cuentan con un cuarto, sala, baño, cocina comedor y un pequeño portal. Llevamos tres meses y medio de ejecución, el techo es de cubierta ligera de zinc de donación, las ventanas de madera de caoba, el piso de loza. Están quedando de calidad, pensamos terminarla en la primera semana del mes de mayo.
«En total tenemos catorce viviendas, cinco en terminación, tres en estructura, cinco en cimentación y otra en cimentación que está fuera del caserío », explicó.

La recuperación de los daños habitacionales tras el paso de «Irma » camina de manera satisfactoria en el municipio. El primer secretario del Partido, Boris Luis Herrera Pérez cuenta que solo quedan 258 viviendas de las 2503 que presentaron afectaciones.
«Hemos cumplido con los techos. Estamos enfrascados ahora en los derrumbes totales y parciales. Todas las semanas nos reunimos con los padrinos que le pusimos a cada persona afectada, con los propios damnificados y con las entidades que tienen brigadas de apoyo para escuchar las preocupaciones ».
A este joven dirigente le cuesta hablar de sí mismo, de los logros del municipio. «Es un poco difícil hablar de uno mismo. Nos acostumbramos a criticarnos para poder superar y mejorar lo que nos falta ».
Algo que caracteriza a quienes están al frente del territorio es la juventud. Sin embargo, el Primer Secretario asegura que han bebido de la experiencia de cuadros anteriores y que trabajan con creatividad, y siempre están en función de las necesidades del pueblo.
El comprometimiento y la tenacidad también caracterizan a las personas de un municipio pequeño, con unos 342 kilómetros cuadrados, que es capaz de autoabastecerse en materia alimenticia y enviar alimentos a otros municipios.
Con calles limpias y casas pintadas, Quemado de Gí¼ines enamora por ser un poblado cálido, de gente buena y trabajadora que se sienten orgullosas de vivir en la tierra del guajirigallo.