La Yuli es una guagua

Quien haya leí­do una crónica de la Yuli de Cuba se ha llevado un pedazo de lo más bello de nuestro paí­s. Lo real-maravilloso-picaresco está presente en los textos de esta periodista pinera. 

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Laura Seco Pacheco
2863
31 Enero 2021

Mi Cuba bella es una guagua. No lo digo yo, lo dice Yuliet Pérez Calaña, una mujer que decidió amar a Cuba con la misma fuerza y devoción que a la conga de su Cristóbal Labra. Si ella lo dice, para mí­ es ley.

(Foto: Tomada de Internet)

Y si alguien tiene dudas del espí­ritu transportista de este paí­s, lo invito a leer las crónicas de Yuliet. Ella, a golpe de risas y autobuses, descubrió que el concepto «socializar » nació en una guagua cubana.

Eso fue antes de que se adentrara en las redes sociales. Por suerte, lo hizo un buen dí­a y decidió que era La Yuli de la Isla. Otro buen dí­a, en un bendito ataque de inmodestia, se autonombró La Yuli de Cuba y empezó a compartir sus textos con el mundo entero.

¡Todo un bálsamo en los dí­as de cuarentena! Entonces, cuando la distancia nos consumí­a tanto como ahora, valí­a la pena gastarse los megas solo para leerla. Que si las croquetas, que si los Piratas de la Isla, que si los vecinos, que si el chisme, que si las colas, que si la sonrisa de sus sobrinos, que si su hipocondrí­a que le impide ser orgullosamente la novia de un facultativo.

La Yuli de Cuba nos hizo reí­r y también nos dibujó un paí­s real, pero cargado de optimismo y de personas únicas. Todaví­a lo hace y, si por ella fuera, lo hará hasta el final de sus dí­as.

Periodista, y de las serias, ha encontrado en el humor una forma de conectar con su público y de hablar sin tapujos sobre temas todaví­a tabúes en la sociedad. No le da miedo decir lo que piensa ni mostrarse como una mujer liberada y empoderada en la sociedad actual.

La Yuli de Cuba es mi «í­dola », lo confieso. Lo es desde que descubrí­ el magnetismo y la fuerza de la palabra a través sus crónicas y el poder del humor a la hora de hacer buen periodismo. La Yuli es el tipo de periodista que aspiro a convertirme. La Yuli es, sencillamente, una guagua.

Háblanos de Yuliet Pérez Calaña. ¿Cómo se convirtió en Yuliet PC y, más adelante, en La Yuli de Cuba?

Pues es una guajirita de Santa Fe, cuna del sucu suco, y vecina de Mongo Rives, su principal cultor. Se fue a La Habana a estudiar Periodismo y al graduarse en 2009, aunque tení­a muchas ofertas de trabajo en la capital, decidió regresar a la Isla de la Juventud, un lugar al que ama profundamente y al que le quiere aportar todo lo bueno que pueda.

«Las redes son mi pasión desde que empecé a saber de ellas en la universidad. Con el libro Periodismo digital: el lí­mite de lo posible, de Milena Recio, quedé totalmente fascinada y comencé a incursionar en ese mundo sin grandes pretensiones. Así­ nació Yuliet PC, mi usuario de Facebook. A veces, cuando me preguntan por el significado de PC, bromeo diciendo que es picadillo  condimentado o pan con croqueta; pero en realidad se trata de las iniciales de mi apellido, que coincidentemente juegan también con personal computer.

«Gané popularidad con mis crónicas de transporte público, algo que hací­a para aprovechar el estado de inspiración que me provocaba tener que montar guaguas diariamente. Con el tiempo se me convirtió en algo obligatorio, debido a las exigencias de los lectores que me gané.

«Así­ llegó mi APK para celulares Una guagua es un paí­s, que compendia muchas de estas crónicas de transporte público y que, para mi felicidad, ha recorrido Cuba y gran parte del mundo.

«Después nació La Yuli de Cuba, una página donde comparto estampas de la vida cotidiana, memes, retos, interacciones, y que anda hoy por los 8200 seguidores. Este formato me proporciona una gran cantidad de estadí­sticas acerca de los lectores, las cuales recogen desde edad, sexo y lugar de residencia hasta textos que prefieren, así­ como dí­as y horas de mayor í­ndice de lectura, lo que me permite intencionar mejor los contenidos y ganar en visibilidad ».

La Yuli de Cuba es una mujer que derroca los estereotipos machistas, y disfruta su sexualidad, su cuerpo, su profesión, su libertad, su cotidianidad. ¿Yuliet es así­ realmente?

Creo que mi principal estrategia para triunfar en las redes, si lo he conseguido, ha sido mi espontaneidad, proyectarme tal como soy. La Yuliet real está latiendo en cada post que publico, aunque no todo lo que escribo tiene necesariamente que ver con mi vida. Muchas personas a veces me regalan sus historias porque les da pena contarlas y yo las asumo en primera persona.

«Soy una mujer liberada, que disfruta su sexualidad y su vida a tope, que se identifica plenamente con la causa de todas las mujeres por emanciparse de siglos de dominación patriarcal. Soy coqueta y concreta, como me dice un amigo. Necesito escribir para respirar. Amo la riqueza del lenguaje, aunque opto por un registro popular, directo, sin ambages ni refinamientos, y esto es lo que me hace conectar con gran parte de mi audiencia ».

¿Sientes que eres una influencer, ahora que está tan de moda el término?

No me considero en absoluto una influencer ni tengo pretensiones de serlo. Para mí­, las redes son un oasis, el lugar adonde escapo para reí­r y hacer reí­r, para querer y sentirme querida. No pienso vivir de ellas, aun cuando muchos me aconsejan no desaprovechar el poder de convocatoria que he conseguido en estos espacios.

«Por el momento estoy utilizándolas para difundir mis crónicas a gran escala y recibir retroalimentación momentánea. Es hermosa la relación que puedes llegar a crear con personas que no conoces, y muy reconfortante cuando te hacen saber que un texto tuyo les elevó la autoestima o les sacó la primera sonrisa de la mañana ».

(Foto: Tomada de Internet)

A pesar del tono desenfadado y picaresco, en tus textos tocas asuntos bien sensibles e, incluso, tabúes. ¿Crees que el humor resulta la herramienta idónea para suavizar estos temas?

Respeto muchí­simo el humor. Nunca imaginé que podí­a resultar graciosa. Esa es la verdad. Creo que el humor salva, denuncia, moviliza, transforma, y esos son puntos en común con el periodismo. Algunos me preguntan si como periodista no temo perder credibilidad por escribir textos humorí­sticos. Y siempre digo que no, porque el humor es cosa muy seria.

«De hecho, considero que al periodismo cubano actual le van faltando altas dosis de originalidad, soltura y simpatí­a para escapar de la grisura y el “encartonamiento” que a veces lo envuelven ».

Para cualquiera de los asiduos a tus perfiles es normal leer sobre guaguas, croquetas, tus sobrinos, los vecinos indiscretos y la sexualidad. Desde tu posición de mujer, ¿cuán difí­cil puede ser hablar de sexo públicamente, con orgullo y naturalidad?

Parecerí­a paradójico decirlo, pero ha sido mi experiencia: en Cuba hay mucha mojigaterí­a todaví­a para hablar de sexualidad sin tapujos. ¿Cómo se entiende que en pleno siglo  XXI  alguien me llame pervertida por escribir un artí­culo sobre la masturbación en las mujeres?

«El universo de la sexualidad femenina, el onanismo, la menstruación, los juguetes sexuales, la maternidad o el derecho a no querer ser madre, la aceptación de nuestros cuerpos imperfectos, entre otros tópicos, son recurrentes en mis textos y al inicio me ganaron no pocos detractores. Sin embargo, creo que mi trabajo continuado al respecto ha hecho que estos temas comiencen a normalizarse entre mis lectores y a suscitar debates serios, enriquecedores y necesarios ».

¿Es feminista La Yuli de Cuba?

Feminista hasta los ovarios. Todas las luchas, los miedos, los anhelos, los dolores y los triunfos de mis hermanas mujeres son también mí­os.

Los muchos rostros de la Navidad*

Las mañanas le resultan demasiado frí­as y la comida excesivamente picante en El Chivatito, la unidad operativa de hospitalización temporal, enclavada en Ciudad de México, uno de los tres estados en rojo por nivel máximo de riesgo en el semáforo epidemiológico nacional. Desde el televisor le llegan noticias de que este 24 de diciembre, el paí­s sumó 121 172 muertes por la COVID-19 y rebasa por buen margen el millón de contagios.

Allí­ está él, en condiciones de campaña, junto a sus compañeros, para ayudar a revertir esa situación. Su nombre es Yoydel Santines, es anestesiólogo y el único pinero que integra la brigada de 500 médicos cubanos que ha llegado a combatir el virus en este paí­s. Está fraguado por su experiencia en el epicentro de la pandemia en Italia, pero sabe que cada lugar, caso y enfrentamiento a la muerte es distinto.

Hasta hoy solo ha visto abrirse la puerta de la unidad donde labora para que entren nuevos pacientes o para dejar salir el carro fúnebre. Esto último es un ritual terrible que se acompaña del lamento de los familiares de las ví­ctimas que esperan en las afueras del lugar. El viento expande el llanto por las arboledas cercanas y se crea una banda sonora tristí­sima, desgarradora… que opaca la belleza natural del sitio.

Los dí­as tí­picos de invierno se vuelven más grises con los rostros de quienes esperan, puertas afuera, noticias de los suyos y entonan rezos, dí­a y noche, para que se salven. Una llama de esperanza ha encendido en sus corazones la llegada de los galenos cubanos.

La primera jornada de trabajo fue una prueba de fuego para el doctor Yoydel. Se inició con la caí­da en coma de uno de los 30 pacientes graves, todos ventilados, de la terapia número uno de la unidad de El Chivatito. Tocó primero buscar la causa entre una hemorragia cerebral y un coma por hipoglicemia que fue el diagnóstico definitivo, y después tramitar el traslado hacia otro recinto hospitalario con más condiciones.

Estar al mando de tres médicos muy jóvenes y cuatro enfermeros que apenas daban abasto para atender a los ingresados y la necesidad de tomar las decisiones correctas para poder optimizar los recursos, que no son tan abundantes como necesitarí­an, le exigieron el extra a sus conocimientos y entereza.

Después de 12 horas de trabajo ininterrumpidas en la terapia deberí­a caer muerto a la cama, pero eso no sucede. Es presa de un sopor que lo pone a mirar fijamente al techo, mientras piensa en su hija Alessandra de tres años y en el otro o la otra que está por venir y que aún no conoce el sexo.

Se rí­e para sus adentros cada vez que recuerda el nombre del lugar donde está: El Chi-va-ti-to... eso en Cuba tiene su connotación, piensa. Se alegra de que Luis Felipe Rivera haya llegado a 2000 hits en Series Nacionales, pero le da impotencia que los Piratas hayan vuelto a perder. Valora la idea de mudarse definitivamente al fútbol, que hasta chamarreta original de la Juventus, un regalo del mismí­simo Cristiano Ronaldo para los médicos cubanos que estuvieron en Turí­n, tiene.

Piensa en cómo se han esforzado en la unidad para hacerles hoy una cena especial, menos picante, más cercana a lo que comerí­an en Cuba… es la primera vez desde que llegó que no deja nada en el plato. Piensa también que le gustarí­a estar en casa con su familia en dí­as como estos en que se despide el año aunque haya sido uno tan terrible como el 2020, en lo bonita que luce la Navidad en las redes sociales, en los 30 pacientes graves ventilados que volverá a atender mañana de 8 a.m. a 2 p.m., en los que esperan noticias afuera… en que ojalá no tenga que volver a escuchar sus lamentos dispersos en el aire mientras el carro fúnebre sale… en que la Navidad tiene muchos rostros y no todos son felices… hasta que se duerme.

* Crónica publicada en el sitio Cubadebate, el 27 de diciembre de 2020.

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