Corajudos cubanos

En pocas horas, en la provincia estuvieron listos 225 centros de evacuación y 54 330 villaclareños se trasladaron a lugares seguros.

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Ilustración sobre medidas de aislamiento por la COVID-19 y temporada ciclónica
(Ilustración: Martirena)
Claudia Yera Jaime
Claudia Yera Jaime
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06 Julio 2021

«La tormenta tropical Elsa llegó a ponerle la tapa al pomo, y apretadita », me dijo un vecino mientras preparaba unas «buenas trancas de palo » para reforzar las ventanas. Al uní­sono, su esposa sacaba los mandados de la bodega y el hijo mayor colocaba en el techo sacos de arena.

Con tensiones de más, nos tocó nuevamente enfrentar la adversidad. El azote de eventos meteorológicos nos llegó más pronto de lo esperado, ¡como si un paí­s en fase de transmisión comunitaria de la COVID-19 no punzara suficiente!

En esta ocasión,  ante las lluvias y a la expectativa, nos consolamos con miradas rebosadas de complicidad y empatí­a; choteos y dicharachos: «No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista ».

¡Qué grande el cubano!, salvaguardándose y erigiéndose en colectivo. Sí­, porque nos pusimos a buen resguardo, preservando la distancia y llevando en la mochila suficientes nasobucos y soluciones desinfectantes. En pocas horas, en la provincia estuvieron listos 225 centros de evacuación y 54 330 villaclareños se trasladaron a lugares seguros.

Por otro lado, en el aislamiento, un padre penó por su familia, una madre aconsejó no salir de casa y ni siquiera mirar por la ventana; un anciano, tan experto como para relatar historias de una treintena de ciclones, brindó calma y seguridad a los convalecientes aledaños.

Y es que en nuestros genes está el altruismo, el esfuerzo, la grandeza de acopiar lo fragmentado, aunarlo y hacerlo nuevamente próspero. Las circunstancias impusieron e imponen reforzar cuidados y agigantar esfuerzos.

Ceder, amainarnos, achantarnos no es una opción; la actual temporada ciclónica recién comienza y desafortunados son los augurios; por lo que este es solo el preludio para modificar los acostumbrados protocolos, buscar soluciones, proponer, romper dogmas, reutilizar espacios para salir airosos.

«Elsa » ya es anécdota, crónica de tesón y arrojo de once millones de héroes cotidianos bloqueados por crueles polí­ticas y una pandemia en ascenso. De esta, salimos; ahora a recuperarnos, a construir, crear,  innovar, fortificar, crecernos y enaltecer la bravura.

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