El amor no se mide en kilómetros

Por estos dí­as resultan más que frecuentes las relaciones a distancia. El amor se resguarda tras una pantalla y las parejas tienen que ponerle un extra para que no se pierda la pasión. 

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Videollamadas de relaciones a distancia
Reducir las distancias se hace posible gracias a los avances de la tecnología.
Laura Seco Pacheco y Dayana Darias Valdés
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05 Agosto 2021

«Conocí­ a Mateo casi por casualidad en una reunión de amigos. Un flechazo y comenzó el coqueteo de rigor para un ligue de una noche. Por supuesto, vino el intercambio de números de teléfonos. La COVID-19, los nasobucos y el distanciamiento social ni siquiera portaban su rostro por Cuba en esos momentos. Llegaron apenas unas semanas después.

«Pudo ser el fin de nosotros, pero no. Sin formalidades ni compromisos comenzamos a conocernos a través de WhatsApp. Todas las mañanas los mensajes de “Buenos dí­as” y antes de acostarnos el “Duerme lindo”. Fueron meses de juegos, de fotos, de dedicar canciones. Sencillamente, de soñar una vida juntos después de la pandemia. Los demás chicos dejaron de existir; él, detrás de una pantalla, me era suficiente.

«Aunque la realidad a veces se impone. Poco a poco el entusiasmo murió. Tener una relación a distancia necesita de personas demasiado fuertes, capaces de romper la barrera tiempo-espacio. Al final, esos no fuimos nosotros ».

Cuando se habla de este tipo de relación, los más escépticos podrí­an enumerar una serie de motivos para desdeñar su funcionalidad. Podemos o no ser parte de ese grupo, de los incrédulos o de los valientes que aprenden a medir los golpes de suerte con kilómetros de por medio.

Nadie sabe a ciencia cierta cómo acaba en una relación a distancia. Pasa que cuando dos personas se conocen, sea cual sea la forma, ignorar los «chispazos » no es algo en lo que se piensa. Claro, esa distancia se convierte en la nota discordante dentro de cualquier relación.

¿Qué opina la ciencia?

Sobre si son o no saludables este tipo de relaciones, la máster en Psicologí­a Médica Yamila Ramos Rangel, de la Universidad de Ciencias Médicas de Cienfuegos, explica: «Los seres humanos tienen realidades, comportamientos, motivos diversos; pero no se puede valorar lo saludable con independencia del ecosistema o situación en el que se manifiestan y los sujetos que los emiten. La salud como proceso no es un estado permanente, estático; no es una escena congelada en el tiempo, y está condicionada también por las estrategias de aprendizaje que emplee la persona. La salud está plurideterminada, es una integralidad biopsicosociocultural.

« ¿Entonces, es sano mantener una relación a distancia? Depende de multiplicidad de factores que operan de forma interdependiente y pasa por la valoración de los miembros de la pareja de su relación, cuáles son las cuotas de bienestar que están obteniendo, qué posibilidades de realización de sus proyectos de vida les facilita este ví­nculo. Aquí­ es importante tener en cuenta cuáles son las motivaciones y expectativas que tienen sus miembros, qué niveles de intimidad, compromiso y romance caracterizan esa  unión. No es el tipo de relación virtual o no virtual quien la hace sana o no, sino lo que sucede en el ví­nculo amoroso.

«Estamos asistiendo a nuevas formas de relacionarse y ser pareja. La virtualidad ayuda a superar las barreras del espacio-tiempo, lo que implica que se forman en el ciberespacio. Algunas constituyen el anticipo de una pareja que se conoce cara a cara, no pantalla a pantalla, y crecen. Otras, nunca llegan a encontrarse de forma fí­sica tras apretar la tecla de bloquear, borrar o no contestar.

«En la relación a distancia, virtual, el contacto fí­sico no ocurre, el cuerpo no se toca, no se huele, no se siente su temperatura, y precisamente la piel es el órgano de mayor extensión de nuestro organismo. No obstante, esto no implica que la relación sea insana, sino que es una limitación de la que no pueden escapar quienes la viven », concluye la especialista. Definir, desde el principio, las pautas que mediarán las dinámicas de pareja supone un reto que ambos deben aprender a sobrellevar. Esto puede darse desde la visualización que ambos tienen sobre el futuro, hasta llegar a términos relacionados con la exclusividad. Lo cierto es que en la pareja el contacto fí­sico resulta imprescindible.  

A un clic del amor

«Nunca lo conocí­, hace más de un año que comenzamos a hablar ví­a WhatsApp. Una amiga le dio mi número y Robe, de la forma más creativa, supo ser la dulce introducción de este caos en el que se convirtió el confinamiento. Fueron cerca de 122 madrugadas con llamadas de hasta 5 horas, 422 fotos en la galerí­a, 76 canciones y 23 poemas a cuatro manos o entre manos.

«Creo que es lo más sano que he vivido, y me atreverí­a a asegurar que Robe me conoce tanto o más que quienes me rodean. Planificar cosas a sabiendas de lo impredecible de la vida se nos hizo rutina y nos separó 97.7 kilómetros más. La necesidad de estar en la vida del otro, poco a poco, nos asfixió. A veces nos escribimos como para recordarnos que quizás algún dí­a nos podremos encontrar ».

Hoy en dí­a existen varias plataformas para conocer personas, entre ellas, Flirt, Tinder, Badoo y eDarling, donde puedes ver perfiles de diferentes usuarios y decidir con quién interactuar.

Eso de que «el amor todo lo puede » deberí­a ser ley en la vida de quienes deciden sostener una relación de este tipo. Por ello, resulta de máxima prioridad establecer pautas de acercamiento mental, para definir si realmente tiene sentido estar separados. Compartir un calendario de encuentros puede ser una solución viable, ya que idealizar un «final feliz » ayuda a que ambos miembros vean un resultado ante el esfuerzo que se realiza.

Para lograr atravesar por este proceso de la forma más llevadera posible, uno de los aspectos que los integrantes de la pareja deben definir, desde el inicio, es si van a compartir un lazo exclusivo o si, debido al factor de lejaní­a, estarán dispuestos a no cerrarse a la posibilidad de conocer a otra persona.

Algo así­ sucedió con Ale:

«La conocí­ en el grupo del Team Barba a través de Facebook. Me vi ante una chica trigueña, mediana de estatura, ojos verdosos y sonrisa perfecta. Me inventé una de las excusas más trilladas para que me añadiera a WhatsApp y así­ lograr un acercamiento más í­ntimo. Tení­amos muchas cosas en común, cada vez nos interesaba más conocernos. El cariño se fue apoderando de nosotros al punto de que hablábamos todo el tiempo.

«Un dí­a le tiré una indirecta, y aunque la COVID-19 siempre fue un impedimento, nunca perdimos la esperanza de poder conocernos. Resultaba más que obvio que serí­a bienvenido en su vida. Compré todo el chocolate del mundo, carretera Santa Clara-La Habana la felicidad se nos hizo posible, al menos, durante una semana ».

Robert Sternberg, un reconocido psicólogo estadounidense,  se adentró en el estudio del amor y las relaciones de pareja. De sus investigaciones surgió la Teorí­a triangular del amor, que reconoce tres elementos fundamentales en una relación a distancia: la intimidad, la pasión y el compromiso.

La intimidad entendida como ese conjunto de sentimientos que promueven la conexión y el ví­nculo entre la pareja. Este componente se puede observar a partir del grado de comunicación, el respeto, la proximidad, el apoyo emocional y el deseo de bienestar.

Por su parte, la pasión es ese estado de deseo intenso hacia el otro, acompañado de gran atracción sexual y el compromiso; se construye con la intención de mantener la unión y  compartir un proyecto de vida.

«Conocí­ a Jennifer gracias a una amiga en común cuenta Claudia. Ella, en La Habana y yo, en Santa Clara; demasiado tiempo abusando del teclado del teléfono y demasiadas cosas que nos uní­an poco a poco. Ella, con el tiempo, se convirtió en lo más entretenido de mis dí­as de encierro, creamos un clima de tanta confianza que hoy somos capaces de hablar sobre cualquier tema. Así­ yo, que nunca creí­ en las relaciones a distancia, vi cómo Jennifer se convertí­a en alguien importante en mi vida.

«Llegué a quererla. Recuerdo que en diciembre le propuse que fuera mi novia y ella contestó que no, que ninguna de las dos necesitábamos eso y pretender que funcionarí­a era una inmadurez. Me costó asumir que tení­a razón, y ocho meses después, sigue sin faltar la comunicación diaria, tenemos tanta confianza como cualquier pareja; nunca creí­ que algo así­ pudiera pasar en un chat.

«Al principio todo el tema sexual nos daba pena, ella era quien hací­a sutiles insinuaciones, pero con el paso de los dí­as el sexting (enví­o de contenidos de tipo sexual) se convirtió en algo normal que fluye con toda naturalidad, cada una dice y muestra lo que desea ».

Según Ramos Rangel, «existen factores comunes que pueden destruir una relación. Dentro de ellos están las dificultades en la comunicación, los celos y la inseguridad; no saber manejar las diferencias entre los miembros de la pareja, no dedicarle tiempo a la relación, no brindarse apoyo emocional, no mostrar interés y compromiso ». Las infidelidades, el control y la vigilancia constante desde la propia red social; la no presencia de expresiones de amor, no tener claro hacia dónde va la relación, no tener un proyecto de pareja son factores que destruyen y desgastan.

El psicólogo Rudy Márquez expone: «Cada miembro de la pareja debe hacer un esfuerzo para contrarrestar el malestar que pudiera originarse en el otro y “ponerse en sus zapatos”. La incertidumbre que provoca la lejaní­a puede ser detonante para pensamientos pesimistas, los celos y la falta de contacto fí­sico son algunas de las complicaciones que podrí­an experimentar con el tiempo. Demostrar fidelidad e interés al otro, como quisiéramos que lo hicieran con nosotros en esta situación, es clave ».

La máster Yamila Ramos Rangel asegura que las relaciones a distancia solo podrán llevarse a feliz término si los integrantes de la pareja son seres estables emocionalmente, maduros, resilientes, seguros de sí­ mismos, para que la distancia y el tiempo no sean factores que influyan definitivamente en el enfriamiento de la relación.

Cada cual decide a quién amar y a qué distancia. Cada dúo es un mundo aparte en sí­ mismo, por lo que no existe una receta única para el éxito o el fracaso. La supervivencia de la relación depende, mucho más que de los kilómetros, del empeño y la dedicación de dos para mantenerla a flote.

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