Osmaira González Consuegra
Osmaira González Consuegra
@oglezc
4869
28 Julio 2016

Era una niña de apenas diez años. Poco entendí­a a mis padres al escucharlos hablar de aquella mujer. Era julio de 1980 y decí­an que habí­a muerto a causa de un suicidio. Pero a mi corta edad, no comprendí­a la magnitud del suceso.

Durante los estudios de la Historia de Cuba supe que se trataba de Haydée Santamarí­a Cuadrado, la encrucijadense. La hermana de Abel, el segundo al mando en las acciones del 26 de julio de 1953. La mujer que, junto  a otra valiente,  Melba Hernández Rodrí­guez del Rey, participó en la ocupación del hospital Saturnino Lora, que se realizó de manera sincronizada con el ataque al cuartel Moncada.  Lo que nunca he logrado entender es por qué para su muerte escogió el dí­a del cumpleaños de la compañera de cárcel en Guanajay. O por qué lo hizo en el mismo año en que Celia muere.

Melba Hernández y Haydée Santamarí­a.
Melba Hernández (a la izquierda) y Haydée Santamarí­a. (Foto: Tomada de Internet)

Yeyé, como la nombraban los más allegados, emprendió su viaje a lo eterno. Lo hizo en el instante elegido, y del modo elegido. En versos inolvidables y desbordados de humanidad, nuestra poetisa Fina Garcí­a Marruz escribió en agosto de ese mismo año:

«Pónganle a la suicida una hoja en la sien /Una siempreviva en el hueco del cuello. /Cúbranla con flores, como a Ofelia. /Los que la amaron, se han quedado huérfanos /Cúbranla con la ternura de las lágrimas. /Vuélvanse rocí­o que refresque su duelo. /Y si la piedad de las flores no bastase /Dí­ganle al oí­do que todo ha sido un sueño. /Rí­ndanle honores como a una valiente /Que perdió solo su última batalla. /No se quede en su hora inconsolable /Sus hechos, no vayan al olvido de la hierba. /Que sean recogidos uno a uno, /Allí­ donde la luz no olvida a sus guerreros ».

Es 28 de julio y otra vez vuelve Haydée a mi memoria. Mucho se ha escrito sobre su vida. De sus dí­as en la Sierra Maestra. De su obra imperecedera como directora en Casa de las Américas. Me pregunto cuánto más se puede escribir de ella.

Haydée Santamarí­a Cuadrado.
Yeyé. (Foto: Tomada de Internet)

Su hija Celia Marí­a (fallecida en 2008) lo reseñó en pocas palabras. Para que la imaginemos bien intentemos «integrar la independencia de una Madame Bovary en la pureza de Juana de Arco », una pureza expresada en el compromiso «frontal, arraigado y único de la revolución de Fidel Castro ».

Es la idea que debemos tener de Yeyé. La de una mujer inteligente y sensible, justiciera siempre, enemiga de los privilegios, las vanidades, el egoí­smo. La que, más que una dirigente, aún es vista como un sí­mbolo de la Revolución Cubana por encima de cualquier cargo, como Celia y como Che.

«La que todos respetamos, amamos y quisiéramos ahora a nuestro lado con su cubaní­a plena y popular, con la finura y elegancia espiritual que brotan natural y espontáneamente, y que se enriquecen y embellecen más cuando la vida se dedica a servir y se es original, autentico, y, por tanto, verdadero ».

Así­ lo dejo escrito el intelectual cubano Pedro Pablo Rodrí­guez en la presentación del libro-homenaje a Haydée Santamarí­a Cuadrado, Haydée, hace falta tu voz, de Ediciones Ojalá, en noviembre de 2014.  

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