La barbie que quieras ser

No seamos mujeres esculpidas en miedo, desnudémonos de temores, vistámonos del color que nos plazca y con la ropa que nos acomode. Vayamos a la justa de la vida diaria como la barbie que queramos ser.

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Claudia Yera Jaime
Claudia Yera Jaime
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23 Septiembre 2023

«Si los hombres piensan que eres tonta, aprovéchate de ello», propone la narrativa del exitazo Barbie, dirigido por Greta Gerwing y protagonizado por Margot Robbie. Un filme que le da un derechazo a la tan desagradable masculinidad hegemónica y expone las dicotomías femeninas.

La muñeca Barbie no es perfecta y la sociedad la fustiga por ello; «Con ese cuerpecito, si fuera real, no podría mantenerse en pie»; mas Superman, hipertrófico e hipermusculado, sí constituye el ideal masculino, pese a su estándar corporal poco realista.

Ilustración de Alfredo Martirena.
(Ilustración: Alfredo Martirena)

Los caballeros las prefieren rubias, ¿con maquillaje, tops y minifalda, pero sin cerebro?: ¡Nooooo!, no dejemos que nos someten a estándares de perfección y sumisión, no dejemos que el patriarcado siga acumulando siglos.

Desde pequeñas nos enseñan a ser presumidas y aplicadas, que la escoba y la sartén son un apéndice de nuestro brazo, que la aspiración máxima son una casa, dos hijos, comida y un marido próspero; que mientras esa oportunidad no llegue, cerremos las piernas a como dé lugar.

La consideración de que las mujeres somos propiedad de los hombres de la familia, que debemos estar sujetas a ellos, obedecer, mantenernos en la sombra, cubrir las necesidades y satisfacer sus deseos constituye la regla de oro del machismo.

Pequeños gestos sutilísimos perpetúan la desigualdad de género y las actitudes sexistas. La mayoría de las marcas de ropa infantil del mundo tienen categorización por sexo. Camisetas para ellas con mensajes como princesa y bonita, y para ellos, con campeón, héroe, valiente, aventura, por no mencionar la diferenciación por colores: rosado vs. azul. Un «superesposo» es aquel que ayuda en la casa; pero el hombre, como cualquier integrante del hogar, debe asumir un grupo de tareas hogareñas.

Las mujeres no tenemos que cargar con todas las labores como si fuera algo natural y obligatorio. Se sobreentiende que las cuentas en un restaurante las paguen ellos, y ante la duda de quién ha pedido una cerveza o un refresco, la bebida alcohólica será para él. Y en lugares estereotipadamente masculinos, constituye pecado entrometerse en asuntos de pantalones o que se resuelven a coj….

Por si eso fuera poco, la decisión personal de ser madres se convierte en un factor clave a tomar en cuenta en las contrataciones, tanto en el sector privado como en el estatal. Sí, las féminas debemos trabajar el doble de duro para demostrar que somos buenas en lo que hacemos: hasta las propias mujeres somos sexistas y esperamos menos de otras que de los hombres. Cuántas veces nos hemos compadecido del padre que lleva a vacunar a su hijo: «¿Y la madre en qué andará?».

Hemos dudado de la pericia de una mujer chofer o nos hemos vilipendiado por la ropa que llevamos, el oficio que practicamos, o nuestras actitudes o elecciones sexuales y socioafectivas. El sustantivo hombre se asocia a éxito, trabajo, popularidad, ingresos; mientras que mujer combina mejor con hijos, casa, cocina.

Rhea Ashley Hoskin, socióloga e investigadora en género y feminidad de la Universidad de Waterloo, Canadá, considera: «El patriarcado tiene una serie de expectativas sobre la feminidad que son contradictorias. Debes ser modesta pero no tanto, sexualmente activa pero no guarra, abnegada pero no mojigata. Barbie es un lienzo en blanco en el que se proyecta la femmefobia y el sexismo».

No somos perfectas, somos mujeres: cálidas, fuertes, emprendedoras, valientes, felices, vulnerables, osadas, divertidas, trabajadoras, abnegadas; cargamos la disonancia entre lo que somos y lo que se espera de nosotras, una puñalada a la autodeterminación e identidad. No queremos un Ken con pulóver rosa y gafas de sol.

Necesitamos parejas, amigos y compañeros que nos respeten, admiren, acompañen e impulsen sin ver comprometida su hombría o virilidad. Barbie nos llama a la defensa de derechos, la inclusión; nos educa en la resiliencia y advierte que abandonar la feminidad no constituye un camino a la liberación y la igualdad.

No seamos mujeres esculpidas en miedo, desnudémonos de temores; vistámonos del color que nos plazca y con la ropa que nos acomode. Vayamos a la justa de la vida diaria como la barbie que queramos ser.

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