Un niño es un pequeñísimo rey magnánimo que galopa por la casa en su corcel de madera. Un osado alpinista que intenta escalar todo lo que sobrepase su altura. Un valiente caballero que exige besos para sanar sus rodillas raspadas. Un torbellino que toca y agarra todo lo que le dices que no toque ni agarre, un ser iluminado que brinca, corre, vocifera sin parar.
Un retoño glorioso que experimenta el mundo con ojos de asombro y lo sana con la intensidad de su risa; que logra ponerse contento sin motivo y sabe exigir con todas sus fuerzas aquello que desea. El mejor profesor gracias a su perseverancia, altruismo, alma limpia.
El gozoso protagonista del cumpleaños, la foto con el cake, los primitos y amigos del barrio. El que solo conoce de miedos cuando sale disparado del puesto médico el día de la vacuna o de la consulta del estomatólogo. El diseñador de las mejores estrategias para mojarse en el aguacero y hacer navegar calle abajo su barquito de papel. Dice que será maestro, mecánico, doctor, chofer, policía, pelotero, actor, bombero; ninguna profesión parece escapársele.
Un sabio con capacidad lógica para encontrar las respuestas más simples a los asuntos más complicados; que asume riesgos intentando algo en lo que otros han fracasado, pero que, por ignorarlo, no tiene problema en emprender.
Pequeño pero gigante, dulce, travieso, cariñoso; un maravilloso fruto de amor. Un ángel franco, claro, sensible. No hay niños difíciles, difícil es ser niño en esta sociedad de gente que está todo el tiempo ocupada, cansada, apresurada y sin paciencia; con demasiadas normas, demasiadas prohibiciones.
Un ser que nos llena de fortuna. Si tienes la dicha de estar en la vida de un niño, ámalo fuerte, cuídalo bien, porque lo que sembramos en su corazón es lo que florecerá en el mundo. Siendo un niño, la vida es realmente bella.