
Laura Rodríguez Medina vive todavía una especie de sueño, Le parece mentira acariciar a su pequeña Sara Esther Morales Rodríguez y ya estar en su hogar ranchuelero.
A veces pudiera preguntarse si es un episodio mágico o constituye una historia real. Y le acompaña la verdad a una mujer peculiar que se inscribe como la primera paciente villaclareña en lograr su ansiada maternidad luego de someterse, en 2016, a un trasplante renal motivado por un lupus eritematoso o enfermedad crónica en la que el sistema inmunitario ataca a diferentes órganos y tejidos.
Fue tanto su deseo de sentir la dicha de ser madre, que la vida se lo concedió junto al aporte de infinidad de expertos, desde su médico de familia, Dailenis Jiménez; los doctores Rafael Abascal Cruz, como el nefrólogo que siguió todo el proceso, y Alexis Corrales Gutiérrez en el hospital ginecobstétrico Mariana Grajales, en Santa Clara, sin descartar las acciones de anestesistas, sicólogos, neonatólogos, trasplantólogos, personal de enfermería y auxiliares, entre muchos otros.

Por puras coincidencias, Sara Esther llegó al mundo el pasado 25 de agosto, cuando una tormenta tropical amenazaba el territorio villaclareño en una especie de lucha entre Laura vs. Laura. Por una parte, los estragos de un fenómeno y por la otra, la llegada de un nuevo ser a este mundo, como el mayor de los regalos recibidos por la progenitora en sus 24 años.
Y es interesante escuchar el testimonio del Dr. José Antonio Marrero Martínez, especialista de II Grado en Gineobstetricia, máster en Atención Integral a la Mujer y jefe de la unidad quirúrgica en el hospital ginecobstétrico de la capital provincial, al subrayar que la cesárea practicada tuvo la peculiaridad de realizarse ante una anatomía compleja.
«El órgano trasplantado fue colocado en la fosa iliaca derecha o región baja del abdomen, precisamente por el sitio en que, con mayor frecuencia, realizamos la incisión habitual en este tipo de operación; aunque existen varias modalidades para penetrar en la cavidad abdominal. Ello implicó un cuidado extremo, incluso, en el manejo de los instrumentos que normalmente utilizamos ».
En alrededor de 30 minutos se realizó el acto, en un tiempo muy similar a los procederes habituales, sin que apareciera ningún tipo de contratiempo ni la necesidad de aplicar maniobras extras.

¿Cómo fueron para ustedes esos minutos previos antes de usar el bisturí?
Aun para el más experto de los expertos, siempre resultan muy tensos hasta que visualizamos toda la cavidad anatómica, y supimos que no afrontaríamos dificultades. Se puede estar operando la vida entera, pero cada paciente es diferente, todas las cirugías son distintas, y el hecho de que la cesárea constituya la más frecuente que practica un obstetra tal parece como si la hicieras por primera vez.
¿Es cierto que la extrema confianza crea peligros?
Los profesores alegan que el día que uno pierde el miedo a un proceso quirúrgico debía dejar de operar, porque la práctica rutinaria crea una confianza falsa que puede traer complicaciones.
¿Para usted, un caso nunca abordado?
Resulta insólito. En los 25 años que llevo en la especialidad ninguno ha estado relacionado con las características de esta paciente. Todos hemos sido pioneros en este procedimiento porque la provincia no lo había aplicado en una persona trasplantada. De hecho, a nivel nacional son pocas las experiencias de este tipo que han logrado su criatura.
Si hablamos de satisfacciones profesionales, ¿cuáles les dejan al ver los resultados?
Tenemos el privilegio de traer vidas al mundo y ello es vital. Un ser que se está amando hace nueve meses atrás, y en el caso de esta muchacha era su única oportunidad. O lo lograba o lo perdía todo. Esa fue la razón que impulsó al equipo médico con un trabajo mancomunado de todas las especialidades contribuyentes al éxito. Saber que esa pequeña nació con buenas condiciones hace que crezcan las satisfacciones personales y profesionales. Y si a ello le sumamos el hecho de constatar la felicidad materna se nos hace indescriptible.
Escuchó el primer llanto, cortó el cordón umbilical. ¿Se sienten ustedes una especie de «padres » de esas criaturas?
Nos ocurre siempre. Con algunas madres mantenemos vínculos y nos hacen sentir una paternidad peculiar hacia sus criaturas. Cada vez que podemos, asistimos a los cumpleaños, nos mantienen al tanto de los avances en su desarrollo evolutivo y son como los premios que llegan. Es algo recíproco que ensancha el corazón.