
Sin renunciar los menesteres de la diversificación agropecuaria, y atención a las plantaciones cafetaleras y de cultivos varios desde una posición orgánica, Manolo González Betancourt apostó en «El Algarrobo » por proteger el ecosistema serrano y conservar la naturaleza autóctona del lugar.
Desde 1996, cuando asumió 77,27 hectáreas (2 caballerías) en calidad de usufructuario, el cosechero decidió incrementar las plantaciones del aromático grano, como cultivo principal, y al poco tiempo quedó vinculado con especialistas de la Estación Experimental de Café para proporcionar una base científico-técnica a las labores productivas de la finca.
«No hay ensayo investigativo que brote de ese centro el mayor banco de germoplasma de café en el país, sin una prueba inicial en zonas de nuestras plantaciones », dijo.

Así, carentes de fertilizantes y pesticidas químicos, «surgimos como agroecológicos en un proyecto, primero, desarrollado con mentalidad de movimiento desde entonces entre los serranos. Trazamos barreras vivas con plantas que evitan la erosión y deslizamientos de los suelos en las lomas. Hacemos tranques con árboles secos, y junto con el empleo de la lombricultura, se comenzó a suplir las limitaciones de insumos de todo tipo. Imagínese, de acuerdo con las necesidades del suelo tendría que echar unas 50 toneladas de materia orgánica por año. Ahora solo aplico media. De la insuficiencia de recursos para proteger la tierra surgió la conciencia de finca con mentalidad integral. Aquí también se fomenta el ganado menor para proveernos de estiércol y proteína animal », añadió.
Hay énfasis en la protección del medio ambiente y cadenas productivas forestales y cafetaleras, según políticas de simientes certificadas, hasta la multiplicación de esquejes de la variedad Robusta con Arábico, para consolidar resistencia a plagas y enfermedades, y también incrementar los rendimientos por cosecha. Es propio de un equilibrio que defiende, desde Rincón Naranjo, la salud de los pobladores de la cercanía, la naturaleza y el medio ambiente. Constituye un concepto que prolifera luego de traspasar el umbral de la finca de González Betancourt.

Un espíritu de ecologista existe allí, digo. El hombre sonríe con humildad y recalca que mucho empeño despliega en cada labor a partir de la asociación a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Ignacio Pérez Ríos, a la cual pertenece, así como las sesiones mensuales de clases en campos y diálogos con otros productores para propagar criterios científicos y prácticas ancestrales de los campesinos de la serranía villaclareña.
«Aquí todas las áreas están sembradas, y no hay espacios vacíos. Ahora en la cosecha entregaré menos café que antes. Existe mucha plantación en fomento en 7 ha de ese cultivo, según métodos tradicionales de plantación. Ahora los rendimientos llegaron al límite, y están a 0,24 t/ha, con un estimado en la cosecha de 300 latas de grano cereza. Solo tengo ahora 1.81 ha en producción, y la superficie restante está en desarrollo. Ya los volúmenes de acopios se incrementarán. ¡No digo yo!, con las debidas y sistemáticas atenciones culturales », precisó.
Otro fruto en fomento
En «El Algarrobo » hay diseminados diferentes cultivos. No existen distinciones para aumentar las siembras. En estrechas relaciones de trabajo con la Estación Experimental de Café, así como centros especializados de la Universidad Central «Marta Abreu » de Las Villas, González Betancourt tiene la mira puesta en cuatro posturas del árbol del pan que le obsequiaron en Bahía Honda, Pinar del Río. Ya las plantas apenas rebasan un lustro de plantadas y hacen las primeras cosechas.
En la serranía, y en Manicaragua, se difunde el consumo de diferentes platos de alimentos frescos elaborados a partir de los frutos. Del árbol del pan (Artocarpus Altilis), elabora fritadas, tostones, vianda hervida, mermeladas, pudines, yogur natural y saborizado, así como infusiones…
Ahora «pienso en multiplicar, tal vez por vía de la biotecnología, esa planta. Las que están en el patio apenas rebasan los 20 metros de altura, y son resistentes, con abundantes pariciones. Eso sí, los frutos son muy apreciados, y tienen apenas 30 centímetros de largo, con su redonda característica de color amarillo y verde, de piel rugosa y masa con pulpa », comenta.

«Dicen las personas que buscan información sobre el árbol no difundido antes en la región, como sí ocurre en la parte oriental del país, que es fuente de vitaminas y se recomienda su consumo por las propiedades medicinales. Está asociado a tratamiento de enfermedades relacionadas con la insuficiencia renal, el corazón, el colesterol, la diabetes y…
«Dos veces al año tiene floraciones y frutos, según lo apreciado, y ya le digo, es otra fuente de alimento que, desde la montaña, se propaga hacia las llanuras de Manicaragua. Eso me gusta, servir como productor, y que las cosechas alcancen los resultados propuestos como consigo con dos variedades de cafetos Robusta y 5 de Arábico », dijo.