
Al interior de nuestro organismo existe un universo, una especie de
mundo dentro de otro, como una matrioska natural. Se trata de un
kilogramo de bacterias que habitan la anatomía humana y que
podrían constituir la clave para una vida más saludable y plena.
Para el Dr. Vicente Hernández Moreno, casi todos los caminos
conducen a «la Roma» del cuerpo: la microbiota, esa gama de
microorganismos que viven de nosotros y, a la vez, nos mantienen
vivos.

El año pasado, Hernández Moreno defendió su tesis doctoral, y aunque se enfrascó en los factores genéticos e inmunológicos relacionados con la infección por Staphylococcus, las rutas de su estudio también condujeron a la epigenética y a esas dos libras de bacterias que nos habitan.
Mientras transcurría la entrevista, el también especialista de II grado en Inmunología y presidente del Capítulo de la Sociedad Cubana de Inmunología en la provincia, preparaba la jornada provincial para conmemorar la fecha que, a escala mundial,
se dedica a la especialidad.
Este martes, en la Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara, donde funge como profesor auxiliar, se reunió con otros colegas
y estudiantes para debatir sobre aspectos vinculados a la vacunación y las pautas del Grupo Nacional en relación con los nuevos inmunógenos del esquema, como la vacuna conjugada contra el neumococo y la que protegerá a las niñas contra el virus del papiloma humano (VPH).
El encuentro, en el que fueron homenajeados los fundadores de la especialidad, también se habló sobre enfermedades infecciosas frecuentes en la comunidad, como las causadas por el Staphylococcus aureus.
El Dr. Vicente explicó que estudió los factores genéticos e inmunológicos relacionados con la infección por Staphylococcus. «Fue el primer trabajo que se realizó con un estudio de agregación familiar, pues esta enfermedad tiene una implicación familiar. En la familia puede haber un portador sano que contagie a los otros. Por ejemplo, más del 90 % de las personas alérgicas portan el Staphylococcus en la mucosa nasal, y esto hace que lo puedan transmitir con facilidad a personas con las que tienen un vínculo cercano.
«El Staphylococcus constituye una bacteria particular. Podemos tenerla
en la mucosa, conviviendo con nosotros, pero puede desencadenar
procesos como el forúnculo. El rasurado y los tatuajes inciden en el aumento de la prevalencia, al posibilitar una puerta de entrada de la bacteria.
«Generalmente, esta forunculosis ocurre en los sitios donde hay sudor: axilas, cuello, regiones inguinales, el ombligo, pues se acumula sudor, y se trata de una bacteria que consume sal, por lo que no se debe tratar con solución salina, sino con otro antiséptico.
«Además, aunque puede generar manifestaciones leves, tiene la capacidad de tomar el torrente sanguíneo y provocar, incluso, la muerte del paciente».
El miembro del Grupo Nacional de la especialidad detalló que no hay un conocimiento exacto sobre la prevalencia del Staphylococcus en la población general. «Existen algunas aproximaciones en países como Estados Unidos y España, pero en países menos desarrollados resulta muy difícil conocer la prevalencia con exactitud.
«Por ello, en la investigación trabajamos con los criterios 2 y 3, relacionados con la agregación familiar (el contagio en el interior de la familia) y la seudoagregación, más vinculada al ambiente, el cual constituye un componente importante», explicó.

Y justo en ese punto sale a relucir la microbiota, porque entre los factores ambientales sobresalen, en el caso de los
niños, la dieta, y en los mayores, el estrés.
En cuanto a la dieta, no se trata de un déficit nutricional, sino más bien de hábitos alimenticios inadecuados, relacionados con el
abuso del consumo de glúcidos: el azúcar, los almidones, las harinas refinadas, los procesados, como enlatados, embutidos...
«De hecho, hay un colorante, la tartrazina (aditivo alimentario de color amarrillo muy común que se utiliza para colorear alimentos y bebidas procesados), que tiene un efecto muy dañino sobre los individuos alérgicos».
Para el especialista, desarrollar una microbiota saludable constituye
un elemento importante que ayuda al control epigenético. Es decir, en el caso del Staphylococcus y de las enfermedades en sentido general, existen elementos ambientales que pueden estar en función
del desarrollo de una patología X, en este caso, enfermedades infecciosas.
Para prevenirlas se pueden conectar los genes que producen elementos beneficiosos, sanadores, o desconectarlos para gatillar la enfermedad, y allí juega un papel importante la microbiota.
«¿Qué es la microbiota? Ese conjunto de bacterias, del que hemos hablado, localizadas en nuestras mucosas. Se adquieren cuando el niño nace y pasa por el canal del parto; de ahí la importancia de que el nacimiento sea por la vía natural.
«Esa microbiota, que incide en nuestra respuesta inmunológica ante las enfermedades, debe ser ayudada, pues ella precisa alimentos ricos en fibra vegetal. Por eso a los niños no se les debe colar ningún alimento; las pelusas, los granos les aportan la necesaria fibra. Por ejemplo, hay vegetales y viandas ricos en fibra, como el boniato; la papa, que contiene amilopectina (un hidrato de carbono cuya función principal es proporcionar la energía necesaria para realizar nuestra actividad
física), en lugar de amilosa, que es un almidón más simple.
«Otros elementos importantes son los alimentos fermentados; además del yogur natural, están la col fermentada, el vinagre, especialmente el artesanal, y los polifenoles (moléculas con propiedades antioxidantes y antinflamatorias que se hallan en las plantas y en los alimentos de origen vegetal), que se encuentran en verduras como la col y la espinaca, el café y el chocolate.
El Dr. Vicente Hernández trabaja, con énfasis, en la terapia epigenética, la cual, además del tratamiento con inmunoestimulantes, incide sobre la dieta, mejorar la hidratación, realizar ejercicios físicos.
Y esta mirada más integral apunta a comprender cómo el cuerpo humano, como una máquina perfecta, puede contener dentro de él mismo la cura de las enfermedades.
«Las células poseen la capacidad de autorregenerarse, y ello depende de cómo se nutra esta célula. Ahora en el mundo está en boga la autofagia (proceso por el cual la célula descompone y destruye proteínas viejas, dañadas o anormales, y otras sustancias en su citoplasma) para que la célula despierte los mecanismos epigenéticos. Hay alimentos que ayudan a este proceso y a veces no nos gustan, pero son muy importantes, como la col, el té verde, el cilantro, el perejil, el berro, la acelga, el ajo, la cebolla morada, el tomate, el ají pimiento maduro. Se trata de productos antioxidantes que permiten que la célula pueda autorregenerarse».
Y este cambio de perspectiva tiene mucho que ver con la forma en la que la inmunología contribuyó a transformar el modo en que se asume el cuerpo humano y el tratamiento de las enfermedades.
«La inmunología es una especialidad de contacto. Se nutre de muchas especialidades y les aporta a otras. La Unidad de Investigaciones Biomédicas que dirijo cuenta con siete servicios, pero uno en específico se encarga del inmunodiagnóstico para la investigación biomédica, que es muy importante. Se trata de una consulta multidisciplinaria que ofrecemos hace más de 20 años y no tenemos referencias de que exista en otras provincias. En ella participan Dermatología, Alergología, Inmunología y Psicología. Atendemos a adultos y niños. Allí logramos un análisis integral para ofrecer diagnósticos y tratamientos también integrales».
El Dr. Vicente se graduó de Medicina en 1991. Justo en este 2025 cumple 30 años de graduado como especialista en Inmunología. Muchos méritos profesionales prestigian su hoja de servicio.
Pero al talento y la sabiduría hay que sumar un mérito mayúsculo: su entrega. Viene en moto desde Cifuentes, como un Quijote sin su escudero, y en su oficina en la Universidad de Ciencias Médicas siempre lo espera una hilera de padres con sus hijos, y son muchas las familias que le agradecen.
A cada paciente le habla no solo de tratamientos e inmunógenos. Le muestra una perspectiva diferente sobre el cuerpo humano, una mirada que va más allá, que enfatiza la responsabilidad individual con la salud propia, y pasa por la forma en que cuidamos nuestro cuerpo.
La epigenética, explicada en palabras sencillas, tiene que ver con nuestras decisiones. Todos nacemos con un paquete de genes que nos pueden hacer, incluso, más susceptibles a ciertas enfermedades. Sin embargo, la capacidad de activarlos o no está en nosotros, en la forma en la que alimentamos la microbiota, «la Roma» de nuestro cuerpo, y el resto de los factores ambientales a los que nos exponemos.