Dra. Liubka María Pérez Mederos: «Tengo la dicha de ayudar a la humanidad»

Una especialista en Neurología expresa lo que significa su labor, cuando se aproxima el aniversario 65 del Pediátrico villaclareño.

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Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
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29 Julio 2025
«El Hospital es inseparable de mi vida, sin descartar el entorno hogareño, con mi esposo, también médico, y mis dos niñas, para lograr la armonía necesaria», afirma la Dra. Liubka María Pérez Mederos. (Foto: Ricardo R. González)

Quería desempeñarse en algo que le permitiera servir al ser humano sin importarle sacrificios. Ese era el propósito de Liubka María Pérez Mederos, la niña que desde tercer grado observaba a un primo en el ejercicio de sus funciones médicas. 

El tiempo pasó. Cursó el preuniversitario en la Escuela Vocacional de Ciencias Exactas en Sancti Spíritus, y con los años estaba a las puertas de cumplir sus aspiraciones, cuando en 1995 comenzó la carrera anhelada en su tierra espirituana hasta graduarse en 2001.

Liubka miraba el título. Realizaba su sueño, y por sus resultados académicos trabajó en la Delegación Provincial del Ministerio del Interior (Minint). Ya era médico y pensaba en la futura especialidad.

«Primero consideré Medicina Interna; sin embargo, algunos me dijeron que era compleja para una mujer. Entonces sugirieron Neurología y la obtuve. Vine a hacerla en el hospital clínico quirúrgico universitario Arnaldo Milián Castro, de Villa Clara, en 2003, y me gradué en diciembre de 2006 como especialista».

Con el nuevo año llegó al pediátrico universitario José Luis Miranda. Nunca olvidará el recibimiento de un colectivo extraordinario; entre ellos, los doctores José Manuel González Santos, que tenía tres décadas de experiencia como jefe de servicio; José Antonio Jiménez, María Ofelia Hernández Oliver y Yamilet Alba Pacheco, de quienes aprendió los senderos de esta ciencia, «porque hacer Neuropediatría, luego de ser especialista de adultos, era empezar otra carrera, debido a que en tiempos estudiantiles y de ejercicio solo preparaban tres meses en la rama infantil», declara Liubka.

De pronto, viajó a Europa. Ganó una beca, entre 2011 y 2012, e hizo una maestría en Neurociencias Molecular en la Universidad de Bristol, una de las diez más sobresalientes del Reino Unido.

—¿Qué ocurrió a su regreso?

—La dirección del Hospital Pediátrico, entonces asumida por el Dr. Oscar Armando Fernández Alegret, en su primera etapa, nos pidió que ejerciéramos en la vicedirección de Asistencia Médica entre 2013 y 2014. Fue el momento complejo del cólera, hubo que hacer remodelaciones en la institución, reorganizar los servicios, y en 2015 me esperaba Ecuador como neuróloga infantil en el sur de ese país. Y desde mi retorno, he estado vinculada al servicio de Neurología y asumo su jefatura hasta la actualidad.

—De la Neurología adulta a la pediátrica, ¿cómo sintió ese tránsito a partir de sus particularidades?

—La especializada en niños es todo un reto. Está la Neonatología, con las afecciones específicas, y los expertos en la rama junto a los pediatras, tanto de la sala del Ginecobstétrico como en la de nuestra institución. Existen rasgos variados y muy complejos para identificar las etiologías y asumir tratamientos que se compensan a partir de los conocimientos de profesionales muy preparados y de experiencia en ambas unidades que nos ayudaron a crecer.

—Entre las complejidades del oficio, ¿puede hablarse del «error médico»?

—Somos humanos y puede ocurrir, pero es sumamente necesario el trabajo en equipo. Recuerdo al profesor Antonio Blanco Vallejo, eminente neurólogo ya fallecido, que afirmaba: «Un neurólogo no debe estar solo, y definir entre todos el diagnóstico más probable».

«Precisar qué patología tiene el paciente constituye la decisión más importante. Cuando no pueden existir errores es al diagnosticar una enfermedad y que el tratamiento aplicado resulte incompatible con esta. Hay que buscar a la persona que más conoce en esa materia y consultarlo, en equipo para el bien común del enfermo».

—En su vida están la asistencia y la docencia. ¿Qué lugar ocupa la investigación?

—Le dedico tiempo, no tanto como quisiera, porque la asistencia ocupa gran parte. Están las consultas de Neurodesarrollo, en las que intervienen genetistas, fisiatras, terapeutas del lenguaje y muchos técnicos en Fisioterapia ante niños que tienen un alto riesgo de discapacidad, ya sea motora, cognitiva, retraso en el lenguaje. A ellas llegan infantes remitidos de las consultas especializadas por diversas causas, por parte de la Dra. Reina Alodia González Velázquez, y se determinan conductas y causas.

«Hay múltiples investigaciones ya realizadas, y la que tenemos en curso es la de medir el grado de impacto de la terapia física en pacientes con discapacidad motora identificada en el primer año de vida, y cómo la rehabilitación ha logrado que muchos tengan una evolución normal y otros hayan mejorado de un retardo severo a uno ligero».

—¿Cuáles serían los signos de alarma en el neurodesarrollo retardado?

—Los principales que la madre puede identificar se circunscriben al recién nacido o lactante después de los 28 días de llegar al mundo. Observar si el niño sigue los objetos con la vista, si luego aparece la sonrisa, si interactúa con la madre o se encuentra «blando». Si a los tres meses no mantiene sostén cefálico, si al estar acostado permanece en la misma posición, si en ese tiempo no lleva las manos a la línea media para jugar y no las levanta, mientras las extremidades permanecen abiertas, por citar algunos.

—Si hablamos de las principales causas de retardo...

—Es muy importante porque el neurodesarrollo comienza desde antes de la concepción. Por ello, la gran responsabilidad de la pareja para que resulte planificada. Hay que tener en cuenta la edad gestacional pasados los 35 años. 

«Las madres con padecimientos crónicos deben estar compensadas desde un año previo a la gestación, si se tiene en cuenta que la prematuridad y el bajo peso son las principales causas que influyen en irregularidades no solo motoras, sino también sensoriales, cognitivas, del lenguaje, de conducta, en fin. Y es prioritaria la aplicación del ácido fólico previo al desarrollo de la maternidad para disminuir riesgos.

«Durante el embarazo se hace necesario mantener el peso adecuado, evitar infecciones de trasmisión sexual, otras trasmitidas por animales y aquellos procesos infecciosos que pueden tener un impacto sobre el sistema nervioso central del bebé, causantes de irregularidades considerables, y mucho cuidado con el hábito de fumar y la ingestión de bebidas alcohólicas.

«El embarazo es una gran responsabilidad. Depende de la preconcepción hasta el primer año de vida como etapa más importante para lograr un potencial óptimo de neurodesarrollo».

—¿En el caso de los padres?

—Está el estrés sicológico, que ocasiona estragos. Cuando indagamos motivos, las mujeres dicen: «Estoy muy nerviosa porque discuto mucho con mi pareja o nos encontramos ante una posible separación». Ello provoca cambios epigenéticos en el futuro bebé, que lo marcan para padecer severas patologías neurosiquiátricas.

«El padre debe mantener la armonía en el hogar y contribuir al régimen disciplinario de la embarazada, insistir en el descanso, y en ningún caso debe fumar en la casa, porque el humo permanece, como mínimo, dos horas en la habitación. Juntos pueden asistir a las consultas trimestrales y pronunciarse por estilos saludables de vida a favor de la embarazada y el bebé».

—Tiene la experiencia de la neurología adulta y de la pediátrica. ¿Le ha cerrado las puertas al estudio?

—Imposible. Todos los días están saliendo artículos y novedades científicas que motivan. Uno tiene que tener motivaciones y disciplina. No siempre existen las primeras, pero la disciplina es inviolable por la responsabilidad médica que tenemos. Podemos estar cansados, pero nunca desistir.      

—¿Qué debe caracterizar a los neurólogos jóvenes?

—Siempre he admirado, más que el conocimiento adquirido, la capacidad de estar abierto a aprender, ser respetuosos con las generaciones precedentes, venerar esa trayectoria y saberes, escuchar y aprender de ellos, ser modestos a la hora de demostrar el límite de la sabiduría, preguntar y consultar con otros equipos a favor del razonamiento colectivo para ganar en experiencia. Se trata de resultar buen especialista, pero también buen ser humano, comunicador, amable y muy ético con los pacientes y su familia.

—Si nos detenemos en su entorno familiar, se aprecia una prolongación de la medicina.

—Hace 20 años estoy casada con el Dr. Cecilio González Benavides, especialista en Angiología y Cirugía Vascular. Tenemos dos niñas de 6 y 9años, muy activas y saludables, que me obligan a saber más de Neurología y ampliar mi espectro.

«En cuanto a mi esposo, no existen divergencias profesionales, aprendemos mucho uno del otro. Incluso, con personas que llegan y presentan situaciones angiológicas puedo darles mis "primeros auxilios", y viceversa, sin que resulte una intromisión profesional, porque con tanto tiempo de interacción hemos aprendido mucho y eso nos complementa».

—A los 65 años del hospital pediátrico, ¿qué significa ejercer gran parte de su vida dedicada a los infantes?

—Una oportunidad llena de todo mi agradecimiento. Es la trayectoria de mi vida, de recuerdos, de ayudas, de conocimientos y experiencias. Es apreciar a las nuevas generaciones con su energía y muy abiertos al aprendizaje, y mi agradecimiento a los pacientes y familiares, sin olvidar a quienes me han hecho crecer sobre la marcha.

—¿Feliz entonces con su «cosecha»?

—Sumamente agradecida cada día por la profesión que tengo, con la dicha de ayudar a la humanidad. 

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