Dra. Lisset Ley Vega: «Los niños no mienten, son transparentes»

Otra de las profesionales con resultados, a propósito del aniversario 65 del Pediátrico de Villa Clara.

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Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
427
30 Julio 2025

Lisset Ley Vega confiesa que desde pequeña sus juegos de roles eran  ejercer como médico o enfermera. Auscultaba a los presuntos enfermos, inyectaba a sus muñecas en busca de la sanación, mientras en una hoja de papel hacía las imaginarias recetas o indicaba el método.

«No existían galenos en mi familia. Solo mi abuela, que ya no está, era trabajadora de la Salud en la clínica estomatológica. Con ella visitaba mucho ese entorno y ello fue enriqueciendo aquella visión incipiente».

Lisset Ley Vega, cardióloga del hospital pediátrico José Luis Miranda, de Sabta Clara.
Los azulejos de estas paredes conocen muy bien a la Dra. Lisset Ley Vega. Ha sido su consulta desde el inicio. Conocen de vivencias profesionales; de diagnósticos, unos felices, otros más complejos. (Foto: Ricardo R. González)

Concluía su etapa estudiantil, cuál sería la sorpresa de la secretaria del preuniversitario santaclareño Capitán Roberto Rodríguez, al ver que en la boleta de Lisset para optar por carreras universitarias, de diez opciones posibles, solo aparecía una: Medicina. Ni siquiera Estomatología.

«Tú eres el primer expediente del centro, recapacita», insistió la docente, pero no hubo convencimiento, todo estaba decidido, en un tiempo en que, con 97 puntos en el escalafón, hubo aspirantes a las ciencias médicas, que se quedaron sin la carrera.

Mas le aguardaba el hecho de que ese sería el primer año de prueba de ingreso, con las múltiples tensiones que generan en un paso decisivo, y en tiempos en que no existían repasadores ni otras alternativas para prepararse mejor.

Otro reto vencido. No había impedimentos. Comenzó a estudiar Medicina en 1989 en el Instituto Superior de Ciencias Médicas, para concluir seis años más tarde.

Recuerda que durante su carrera hacía guardias con profesore,s como el Dr. José Manuel González Santos y Roberto Martínez Ravelo. También el profesor Francisco Sánchez Pérez, ya fallecido, que integraban el equipo, en tanto en su ejercicio como alumna ayudante de Medicina Interna no puede olvidar lo aprendido de una de las glorias de siempre, el profesor Antonio Artiles Artiles. 

«Terminé como alumna ayudante de Medicina Interna y Pediatría hasta que me llegó la especialidad de esta última por vía directa en el último año de esta opción, porque ya en el siguiente curso había que pasar por la Medicina General Integral y luego solicitar la segunda especialidad».

Antes aguardaban los parajes de Remedios en cumplimiento del servicio social. «Allí fui neonatóloga e hice cesáreas. Trabajé solo tres meses porque salí embarazada, y al ser ya especialista no debía estar viajando, por lo que concluí esta etapa en el policlínico XX Aniversario, de Santa Clara».

Era el sueño de la maternidad, preámbulo de los momentos felices que les trajo Mery Karla Satorre Ley, quien, para reafirmar la supremacía de las ramas médicas en casa, se convertiría en la mejor graduada integral de la Facultad de Estomatología y de la Universidad en su curso.

Concluida la licencia, Lisset llegó al hospital pediátrico José Luis Miranda, el que ha sido su primer centro de labores.

«Me incorpore al Cuerpo de Guardia durante unos meses, y pasé al servicio de Afecciones Respiratorias por dos años, con profesores de primera línea, como Tomás Pérez Rodríguez, Solangel Gutiérrez, Juana María Portal Orozco, entre otros. Una labor esencial ya que, según estimados, de diez niños vistos, aproximadamente, ocho tienen afecciones respiratorias, con marcadas influencias en quienes son cardiópatas».

Al segundo año de estar en respiratorio, en el 2003, se abrieron las puertas en Cardiología, y el espectro fue ampliado al realizar los diplomados provincial y nacional de Cardiopediatría y el de Eco Fetal en el cardiocentro William Soler, de La Habana.

El tiempo para la Dra. Lisset Ley es algo inestimable, un tesoro que no puede perderse. Por ello hizo la Cardiología, de la que no puede separarse.

Tal es así que los tres años de la especialidad los pasó en la misma consulta, en esa que sus azulejos azules guardan vivencias profesionales, el dictamen de diagnósticos, unos felices, otros más complejos, y la realización de su tesis dedicada a los factores de riesgo de cardiopatías congénitas, con las doctoras María del Carmen Llanes Camacho y Magdalina Rabassa López Callejas como tutoras. «Ello me ofreció mucha afinidad, vinculación y destreza para el manejo del paciente».

—¿Por qué su inclinación hacia la Pediatría?

—Siempre me han gustado mucho los niños. Es una especialidad que te exige tener demasiada sensibilidad e interrelacionarte con los menores y sus familiares. Los niños no mienten Si están enfermos los vas a ver así, no van a falsear los síntomas, son transparentes, tiernos.

—¿Es cierto que su sensibilidad puede considerarse extrema?

—Soy muy sensible. Lloro a la par de un familiar cuando existen desenlaces. En estos años hemos enfrentado situaciones difíciles. En la etapa prenatal cuando determinamos la llegada de un niño con una cardiopatía critica tienes que ser lo más consecuente posible en la información, a veces debes auxiliarte de dibujos y esquemas para que los progenitores entiendan la realidad  y determinen la conducta a seguir, y muchas veces aparecen sin existir antecedentes familiares, por eso se dice que las cardiopatías son causas del azar, con influencias de factores genéticos y ambientales, en tanto hay momentos impredecibles en que no se llega a definir la causa.

—¿Sabemos que mantienen una especie de vigilia en casos de compleja evolución?

—Lamentablemente existen fallecidos luego de un trabajo intenso de equipo, incluidos expertos de otras especialidades. Se ha hecho todo lo posible y la vida nos cobra un mal momento. En algunos casos las cardiopatías cierran espontáneamente, pero en otros son muy críticas, que requieren cirugías en el «William Soler», y no se descartan aquellos casos muy lamentables en que nada podemos hacer.

—En su trayectoria, ¿recuerde algún caso de situaciones complejas?

—Sin dudas, el de Melany es un ejemplo característico. Estuvo cinco años de estadía hospitalaria con nosotros en Cardiología y un diagnóstico prenatal. Por sus características no tuvo relación con otros niños, y su medio eran los adultos que estaban allí. Al no tener defensas, había que evitar el roce con otros similares

«Es la insigne de nuestro servicio, atravesó por múltiples gravedades, traslados a Terapia Intensiva, cinco o seis veces con ventilación mecánica que no sabíamos si las iba a rebasar, además de la cardiopatía operada al año de edad. Para beneplácito está viva y en su casa».

—¿Su profesión lleva a un seguimiento continuo ante otras situaciones que influyen?

—No solo es el corazón. Hay que estar pendiente de otras sepsis, incluso, las bucales que pueden originar alteraciones. Interconsultar casos con Genética, con expertos de Nutrición ante determinadas cardiopatías, valoraciones en Inmunología… El pediatra tiene que saber que en las primeras etapas de la vida ese niño enfrenta infecciones frecuentes, el cardiópata necesita ser valorado por una persona que tenga una visión amplia y por múltiples especialidades.

—¿Se arrepiente del camino escogido?

—Jamás, forma parte de mi vida, de conjunto con mi trabajo y mi familia. En casa tengo a mi esposo, Jesús Satorre Ygualada, médico y director del Cardiocentro villaclareño, pero que respeta mucho la especialidad de la Pediatría.

—¿No ha pensado en integrar las filas de Cardiocentro?

—No me imagino tratando a un adulto. Me quedo en el universo infantil, aunque demande más detalles en el ejercicio diario.

—Para un cardiopediatra, ¿cuál es el ABC del oficio?

—Primero, conocer la historia familiar y personal del menor que vemos por primera vez en consulta o en interconsulta de otras especialidades o servicios. Por otra parte, el interrogatorio es imprescindible a fin de conocer mucho más, en tanto no se puede minimizar el examen físico integral.  

—¿Ejercer en el hospital pediátrico, a las puertas de su aniversario 65, deja motivaciones especiales?

—Es mi segunda casa. Confieso que la Pediatría, las plantas ornamentales y la cocina resultan mis preferencias. Modestia aparte soy excelente cocinera, sobre todo, en la comida china por mis ancestros, pero sumo la criolla y cualquier otra variedad, por eso en la casa me dicen pediátrico y cocina. Tengo una gran familia en este centro al que no me arrepiento de haber llegado y resultar bienvenida.

Otros avales

— Cuenta con dos especialidades de II Grado: Pediatría y Cardiología, esta última demandó un examen teórico y práctico junto a otros requisitos.

— Es miembro titular de la Sociedad Cubana de Pediatría, de Genética y de Cardiología.

— Se le considera con relevante trayectoria asistencial, docente e investigativa.

— Acumula más de 130 eventos y trabajos científicos, además de las tesis en las que ha ejercido como tutora, la presentación de proyectos científicos y cursos de postgrado.

— Posee diferentes premios, reconocimientos y distinciones, entre estos, el Premio Anual de la Academia de Ciencias de Cuba (ACC) y de Salud, y la de Personalidad Distinguida, conferida por el Gobierno Provincial.

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