La luz renovadora de Abel Santamaría Cuadrado

Transformar su legado visionario en una profusión de resultados por una Encrucijada próspera y sostenible.

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Casa de Abel Santamaria en Encrucijada
(Foto : Tomada de CMHW)
Tomado de CMHW
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20 Octubre 2025

Ver con luz renovadora el pensamiento de Abel Santamaría, el Héroe del Moncada, pero también el iluminado que sabía, que anticipó, víspera del asalto a la fortaleza militar de Santiago de Cuba, que el que tenía que vivir era Fidel, el futuro líder de la Revolución cubana, aquel joven apasionado que él le presentó a su hermana Haydée, en la casa de 25 y O, en La Habana.

Lo digo porque una representación del pueblo de Encrucijada se congregará hoy 20 de octubre en la casa museo donde nació Abel, en el 98 aniversario de que se alumbrara el hijo de los españoles de origen, Benigno y Joaquina, pero aplatanados en el antiguo central Constancia.

El acto por la efeméride del Segundo Jefe del Asalto al Cuartel Moncada ha de ser, más que otra evocación patriótica, una reafirmación de que aquel visionario, desde que defendía a los trabajadores azucareros del ingenio de Constancia, siempre soñó con un país mejor, y he ahí el reto al que no debemos renunciar.

No olvido aquel testimonio que una vez me brindó la nana de Abelito, Francisca Sánchez Pendaz, quien le puso el pijama y lo invitó a ir hacia el cuarto, pero el pequeño le dijo que lo acompañara porque el dormitorio estaba oscuro y él le tenía miedo a los fantasmas.

Mire usted, el Abel Santamaría Cuadrado que llevó a Fidel a Constancia para que practicara tiro a orillas del río Tuinicú, en los preparativos de un futuro asalto por la liberación de Cuba, el Abel que le pidió a sus amigos que no revelaran el nombre del profeta que había llegado al batey del central.

Tenemos que convertir el legado histórico en una profusión de resultados, en una continuidad de que la obra de Abel y de su hermana Haydée y de su hermano Aldo, de todos los encrucijadenses que hicieron posible la clarinada del primero de enero de 1959, tiene extraordinaria vigencia en la construcción de una Cuba más próspera y sostenible.

Yo creo que Francisca, la nana, ya veía en los ojos de Abelito algo diferente, algo que le decía que una luz brillaba en su mente, en su alegría y en su nobleza, para pensar que lo iban a asustar los fantasmas. (Alberto González Rivero)

 

 

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