
Al caer la noche del pasado sábado, mientras el viento frío azotaba la Plaza de la Revolución de Santa Clara, Israel Rojas atendía las pruebas de sonido de su banda. Un par de horas después, miles de jóvenes que coreaban los temas de los populares músicos, llegaron a contraer la frialdad. Sin haber concertado ninguna conversación, sin traspasar a representantes o a intermediarios, subí a la tarima e interpelé al líder de Buena Fe:
Israel, ¿te gusta conceder entrevistas? Pregunto porque he encontrado muchas declaraciones tuyas en internet.
Es que a los periodistas les encanta entrevistarme. Y yo, a todo el que viene, le digo: « ¿Quieres conversar? Pues conversemos ».
Israel Rojas, voz principal y director de la banda Buena Fe, antes dúo, tiene la dicha de haber reunido, una vez, a cerca de 300 mil personas durante un solo concierto. Y tiene el mérito, también, de contar con más seguidores en las redes sociales que ninguna otra agrupación cubana. Sin quererlo, Israel Rojas se ha convertido en un líder de opinión de la juventud cubana. Aunque solo sea dice él mismo un hombre que canta lo que piensa. Bajo la presión del aire frío, poco antes del concierto, el cantante aceptó la provocación:
Podría creerse que tú eres un artista polémico, aunque ninguna extravagancia física te delate…
No. No creo que sea un artista polémico. Yo soy un tipo que dice lo que piensa. Y se lo digo a todo el mundo: a ti, en cámara, fuera de cámara. Trato de ser de una sola pieza: bañándome en mi casa, haciendo el amor con mi mujer y conversando con un periodista, extranjero o nacional.
Y decir lo que uno piensa en Cuba… ¿trae algunos problemas?
A mí no... Me ha traído los problemas lógicos que implica decir lo que uno piensa: personas que están de acuerdo, personas que no están de acuerdo. Hay gente que a veces busca victimizarse, busca tener problemas para decir que tuvo problemas. Y ese no es mi caso. Cuando yo planto una idea la defiendo a cualquier costo. Cuando tienes una actitud o una proyección siempre vas a tener consecuencias, a veces buenas, a veces regulares, a veces no amables. Y tienes que lidiar con ellas. He aprendido que uno crece más cuando las consecuencias no son amables, cuando (no) te aplauden demasiado.
Ahora, cantar lo que tú piensas, en Miami, sí le ha ocasionado problemas a la banda.
Sí, a veces. Hay sectores en esa ciudad que son realmente intolerantes, bastante difíciles. Tienen corrientes de pensamiento, a mi juicio, retrógradas y atrasadas, desactualizadas, demasiado egocéntricas. Hay otros sectores que no. Ahí mismo también conozco personas que, aunque no piensan igual que yo, son muy respetuosas, muy tolerantes y chéveres. Hay de todo, como aquí o donde quiera. Lo que pasa es que allí, sin duda alguna, esas cosas negativas tienen una lupa puesta arriba. Y los medios de comunicación lo amplifican y se establece una especie de pensamiento «confrontacional » muy fuerte que genera a veces incomodidad, molestia.
Vamos al principio musical. Mucha gente considera que Déjame entrar fue el disco más poético, el más noble, hasta el más ingenuo. De algún modo ustedes todavía no se habían contaminado con otras corrientes musicales, con La Habana…
Es cierto. Todavía, cuando yo escucho Déjame entrar, me enorgullezco del Buena Fe que éramos entonces. Sin duda alguna, resulta mucho más ingenuo, mucho más noble, mucho menos cargado de las heridas y las cicatrices que vinieron después. De hecho, hay una tema en el disco Corazonero que dice: «Quiero mi inocencia/ donde nadie la moleste/ nadie me la rompa, nadie me le arranque/ un trozo más. / Quiero la ignorancia necesaria que evite que me vaya/ a buscar el trozo de maldad ».
«Las grandes urbes siempre terminan siendo más severas contigo. Las personas que viven en ciudades como Santa Clara, Guantánamo u Holguín, a veces se quejan como me quejaba yo de que nunca pasa nada, de que todo es más tranquilo, de que están más desactualizadas. La vida luego me demostró que aquí tú eres un desactualizado si quieres. Muchas veces en la biblioteca reposan libros que te pueden ubicar en la vanguardia del pensamiento y, sin embargo, la gente no los explota. Y entonces quieren la rapidez “banalizante†que tienen las grandes ciudades: porque perder dos horas en un transporte de un lugar a otro es un tiempo que podía ser ganado en lectura, en amigos, en vivencias ».
Ocho discos después habría que aceptar que ustedes no han rechazado la música reflexiva.
Para nada. Somos un equipo que siempre rubrica con democracia cada una de las líneas que pone en circulación, al menos musicalmente. No dejamos de hacer reflexión porque venimos de la trova, venimos del «Longina », venimos de Silvio, de Pablo, de la música maravillosa que se hace en este país.
De hecho, mucha gente equipara a Buena Fe con Silvio Rodríguez.
Es una exageración absoluta. Silvio hay uno solo, como solo hay un Benny Moré, una Celia Cruz, un Chano Pozo. Silvio es un artista único e irrepetible. Nosotros no somos más que herederos de la enorme tradición que comenzó con Pepe Sánchez y con toda esa gente que, teniendo tercer grado, componía canciones del tamaño de una ciudad. ¿Qué sí somos? Bueno, somos muy constantes, muy trabajadores. Yo le robé a (Leonardo) Padura una frase que él dice, y que yo he dicho en otras entrevistas: dice Padura que él no es el más talentoso de los escritores de su generación, él es el más trabajador.
En otro bando hay gente que los compara a menudo con Ricardo Arjona.
A los que aman a Arjona, se los agradezco. A los que lo detestan les digo que, lamentablemente, no creo que sea así. Pienso que nuestro trabajo intenta, sí, poner ideas reflexivas en la cabeza de la gente. No nos hemos detenido ante temas de amor bonito, de ese amor sin complicaciones, sin tanto lío. Y a lo mejor por eso alguna gente ha hecho tal comparación. Pero en cada disco nuestro hay canciones que pueden ser una balada de amor tranquila, «sinflictiva », y también hay canciones que son un poco más hondas, vinculadas con reflexiones más profundas. Ese es un criterio que nos han emitido con doble filo, a veces con cariño y a veces con un intento de banalización del trabajo que hemos hecho durante estos años. Depende de quién lo diga.
Una vez tú aclaraste en alguna entrevista: «Le tengo pánico a la poesía. Me expreso mejor, me siento como pez en el agua en la música ». Pero también dijiste otra vez que necesitabas esforzarte mucho para creer que tu obra creada valía la pena. Entonces, tengo dudas: ¿con qué actitud te sientas frente al papel en blanco?
A mí, por suerte, me llegan las ideas que quiero transmitir musicalizadas. Dije eso cuando me preguntaron si alguna vez iba a ser como (Joaquín) Sabina que, además de hacer canciones, había publicado un libro de poemas. Y yo respondí que no, porque le tengo terror a la poesía, le tengo miedo a verme como un poeta. Me creo un compositor, un tipo que lanza ideas musicalizadas. Y algunas tienen un vuelo poético logrado, pero siempre hay que verlas en el contexto de la canción.
¿Y por qué tienes, como has dicho otras veces, el complejo, el miedo, de no sentirte cantante?
Lo tengo porque mis compañeros cantan de una manera tremenda. Yo no me siento exactamente un cantante, sino un tipo que canta lo que piensa. Y que trata de cantar con la mayor dignidad posible. Sin embargo, cuando comparto micrófono y escenario con artistas de mi generación como Leonardo García, por ejemplo, que tienen una metralleta de afinación y de melodía en la garganta… Cuando canto con (Eduardo) Sosa, que es el mejor cantante de los trovadores de mi generación, cuando canto con los grandes cantores que tiene este país Leoni Torres, Leo Vera, Coco Freeman… termino envidiándoles sanamente. Termino diciendo: «Caramba, quién pudiera. Quién pudiera cantar así, quién pudiera tener ese manejo, ese dominio de la voz ».
Si recorremos todos tus discos vamos a ver que tú propones un modelo de ser humano. ¿Tú crees en el hombre nuevo? ¿Te consideras tú mismo el hombre nuevo?
No. Yo no me creo el hombre nuevo, pero sí tengo profundos síntomas, como decimos en una canción Debo ser feliz que compuse junto a Frank Delgado. Yo creo que en Cuba sí se han creado arquetipos de un hombre nuevo, sin duda alguna, porque veo actitudes de hombres cubanos que resultan difíciles de encontrar en otras latitudes.
«Entonces creo que la Revolución, que el proceso que inició la Generación del Centenario valieron la pena. Y creo que tenemos que seguir insistiendo en crear hombres y mujeres nuevos. Es una tarea inacabable. Incluso, cuando creamos que ya somos nuevos, no lo somos, porque lo que hoy es vista ancha mañana será vista estrecha ».
¿Y tú eres un hombre machista?
A veces. Son rezagos de mi formación oriental y de una familia machista. Pero creo que me he superado bastante. Ahora soy más transparente y evolucionado en eso porque tengo una hija, y me viene otra pequeñita dentro de poco. Y uno puede engañarse a sí mismo, puede engañar a la pareja, puede engañar a los padres, pero no puede engañar a los hijos. Es muy difícil que un padre quiera algo malo para un hijo. Entonces yo quiero que mis hijas no tengan que padecer a un hombre machista.
Yo preguntaba a raíz de las interpretaciones que generaron, en su momento, vídeos como Nalgas y Ser de sol.
Y yo siempre digo lo mismo: Nalgas es un piropo, es la menos machista de las canciones que hemos hecho. Cuando Francisco de Quevedo en el siglo XVII o XVIII hizo un poema que se llama A una nariz. ¿Qué cosa era? ¿Era bullying? ¡Decir que un clásico de la literatura era bullying! No, no era bullying, el hombre se inspiró en una nariz que le pareció cantable. Yo quise hacer lo mismo con algo criollo como las nalgas de las caribeñas. Quizás fue malinterpretado, o yo no lo supe hacer bien, porque no soy perfecto. Estaba intentando decir «Este es nuestro patrón de belleza, o sea, no es el patrón de belleza del asiático, ni del europeo. No, no. Para nosotros que vengan bien culonas, que así es como las queremos. Eso era lo que intenté decir, y no era desde una perspectiva machista. Era un piropo, una broma.
«Y en el caso de Ser de sol, la idea de la canción no tiene nada que ver con el video. Tanto el video como el guion son de Ian Padrón. Incluso, Descemer (Bueno) y yo le increpamos y le dijimos: “Oye, Ian, ¿y si nos ponemos molestos?†Yo creo que la actitud correcta sería molestarse porque tú puedes ser gay o heterosexual, pero si descubres que tu pareja te engaña, no te ríes. Pero Ian sabiamente nos dijo: “Si se ponen molestos, se va a ver como homofobiaâ€. Y ahora piénsatelo.
Como soy periodista he estado atento a tus opiniones sobre el periodismo e internet. En 2013 dijiste que la prensa cubana tenía que cambiar mucho, y que hacía falta una ley que todavía hoy, cuatro años después, no tenemos…
Ni hay ley de cine. Yo creo que el país ahora te habla el jurista lo primero que tiene que hacer es acabar de cambiar las maneras en que se legisla, que son muy lentas. El aparato jurídico que necesitamos para ordenar la sociedad va demasiado lento en relación con los cambios que están pasando. Así, no tenemos ley de prensa aunque hoy la necesitamos más que nunca. Hace falta acabar de poner unos linderos de qué sí y qué no, para que la gente sepa cómo se va a mover. De pronto te encuentras que un periodista que publica en Oriente se puede buscar una candela por algo que decir en La Habana puede ser absolutamente «sinflictivo ».
«Cuando yo vi que el Parlamento aprobó la Ley de Vialidad y Tránsito que es importante porque salva vidas más rápido que la ley de prensa me pareció que las cosas no andaban muy bien. Y así, creo que hacen falta otras disposiciones en el campo de lo social. ¡No se acaba de aprobar el Código de Familia donde debería estar incluido el tema de las uniones consensuales entre personas del mismo sexo! Eso lleva siete años esperando ser aprobado. ¿Qué pasa? ¿Qué sucede? ¿Por qué no se aprueba una ley? Porque nuestras estructuras de aprobación y de movimiento jurídico no van a la velocidad en que deberían ir para ordenar la sociedad ».
En tus canciones hablas de la Cuba de hoy, pero también te imaginas otra Cuba futura…
Sí, la de mañana, la que amo.
Y yo quisiera saber si tú también te imaginas una Cuba donde todo el mundo estará conectado a internet.
Es imposible no imaginarla así porque internet es un logro tecnológico de la humanidad. La última revolución que se dio fue justamente la revolución tecnológica, digital. Negarse es absolutamente absurdo. La Cuba que viene es una Cuba digital. Es imposible escapar a eso.
«Y también espero que el país que viene tenga más conocimiento de la historia, no para repetirla o para calco y copia, sino para que sea una herramienta de futuro, de compromiso y de amor. La Cuba que viene, la que yo sueño, es una Cuba donde las avenidas democráticas sean mucho más grandes, porque los derechos humanos que hemos logrado a veces han sido a costa de otros derechos que necesitamos también.
«Sí, yo sueño una Cuba mucho más democrática, mucho más participativa. Y cuando te hablo de democracia no digo pluripartidismo, en el cual no creo. Creo en la participación social, ciudadana, en la implicación desde el barrio. Yo pienso que nuestros abuelos, nuestros padres, eran más democráticos. Ellos hacían planes de la calle donde los niños corrían libremente y se divertían y se conocían. Si la generación tuya y mía no hace planes de la calle para que los niños nuevos se conozcan, lo que va a pasar es que las diferencias sociales van a terminar provocando que un vecino le haga daño al otro para quitarle un par de zapatos.
«Nosotros no tenemos petróleo o al menos que se sepa no tenemos grandes recursos materiales. Pero podemos aspirar a ser felices con otro arquetipo más humano. Ese es el país que yo sueño, el que intento empujar ».