El besuqueo, la mafia y el coronavirus

El asunto de besarse entre los varones cubanos desde hace un tiempo se ha vuelto moda más que extendida, sobre todo entre los jóvenes. Ahora, con la amenaza del nuevo coronavirus, el tema se vuelve más complejo y peligroso.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
Los besos entre hombres no consanguíneos en Cuba no formaban parte de la tradición; sin embargo, fue ganando adeptos dentro de la isla, sobre todo en los jóvenes. (Foto: Tomada de Internet)
Francisnet Dí­az Rondón
Francisnet Dí­az Rondón
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14 Marzo 2020

Cuentan que cuando Leonid Brezhnev, entonces presidente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), llegó a Cuba en su primera y única visita y se encontró con el Comandante en Jefe e intentó besarlo, costumbre generalizada por aquellos lares, el lí­der rebelde trató de evitarlo a toda costa. Porque eso, con los cubanos, sencillamente, no va, o mejor dicho, no iba.

No obstante, el asunto de besarse entre los varones criollos desde hace un tiempo se ha vuelto moda más que extendida, sobre todo entre los jóvenes.

El carácter desenfadado y desprejuiciado de los jóvenes no los frena para saludarse con besos. (Foto: Tomada de Internet)

Cuando nací­ en la década de los 70 y desde que tuve uso de razón, en Cuba se besaban las mujeres entre sí­, y los varones ¡solo! si eran familiares muy cercanos. Recién conocidos, amigos, vecinos, compañeros de estudio o de trabajo se daban la mano o, cuando más, un abrazo. Nadie sabe cómo surgió la costumbre de besarse los hombres no consanguí­neos, pues no es propio de nuestra cultura, bastante machista.

Una de las hipótesis quizá se relaciona con las pelí­culas de mafiosos que comenzaron a influir en el público, sobre todo varonil. La saga de El Padrino, de Francis Ford Coppola, y filmes similares de alguna manera encontraron fervientes seguidores e imitadores hasta el dí­a de hoy.

Una de las hipótesis del surgimiento de la costumbre de besarse los hombres en Cuba se relaciona con el éxito de los filmes de mafia, como El Padrino, de Francis Ford Coppolla.  (Fotograma del filme)

No obstante ser personajes negativos, los representantes de la Cosa Nostra mostraban en los filmes una actitud «ejemplar » de machos alfa, poderosos y triunfantes, que muchos en la vida real quisieron aparentar.

Inolvidable aquella escena en que el joven Michael Corleone (Al Pacino) agarra por el cuello a su hermano Fredo (John Cazale) y lo besa en la boca, para acto seguido repudiarle su traición. «Lo sabí­a, Fredo, fuiste tú. Rompiste mi corazón. ¡Rompiste mi corazón! », le espeta Michael mirándole directo a los ojos.

Una de las hipótesis del surgimiento de la costumbre de besarse los hombres en Cuba se relaciona con el éxito de los filmes de mafia, como El Padrino, de Francis Ford Coppolla.  (Fotograma del filme)

Pero, no todos se dejaron «embaucar » y han mantenido el tradicional saludo de manos, o reservan el beso solamente para las personas más queridas. Sobre el asunto, el mismo Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad de La Habana, opinó en la entrevista concedida a Amaury Pérez, en el programa televisivo Con dos que se quieran:

«Lo que pasa es que hay ciertas cosas que se han vulgarizado. Por ejemplo, se ha vulgarizado darle la mano a todo el mundo; es algo terrible. […] Porque dar la mano es un acto de amistad, es un acto de fraternidad y de hermandad. Igual que un beso. Aquí­ han proliferado los besos. A mí­ esa besuconerí­a no me gusta para nada.

«Yo beso al que quiero, al que me extiende la mejilla, le beso, pero no los estoy prodigando ni tampoco me gusta ese besuqueo. Porque me recuerda, además, el de Judas; eso no puede ser, todo tiene que tener una escala de valores. Tiene que responder a sentimientos reales y lo demás es cortesí­a, buenos hábitos, educación, que es tan importante. Es lo que creo ».

Si algo caracteriza a los cubanos es su efusividad a la hora de saludar con besos.  (Foto: Tomada de internet)

Ahora, con la amenaza del nuevo coronavirus, el tema cobra actualidad, y se vuelve más complejo y peligroso; aun más cuando no se tiene percepción de riesgo. De todos modos, los besucones han de tomar conciencia y ante cualquier alarma, detener sus impulsos, porque el «bicho » sí­ que no cree en «mafiosos ».

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