Andy Rodrí­guez Sánchez (estudiante de Periodismo)
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12 Abril 2015

Después de los 12 goles logrados por el «Villa Clara » de fútbol frente a ocho jugadores de Las Tunas (pues tres fueron expulsados), muchos pensamos en un nuevo amanecer para el Expreso del Centro en el 100 Campeonato Nacional de la disciplina. Más de uno creyó, incluso, que volverí­a a caer una goleada en la fecha siguiente. Este sábado, la goleada sí­ cayó en el terreno Miguel Triana, de Santo Domingo; pero cayó en contra. El resultado final: 0-3.

Segundo gol de Ciego de ívila en juego contra Villa Clara.Ciego de ívila anota su segundo gol en Santo Domingo, donde el Expreso del Centro volvió a encajar otra derrota y cayó del cuarto puesto al quinto en el Campeonato Nacional. (Foto: Carolina Vilches Monzón)

Esta vez el verdugo de turno fue el actual campeón Ciego de ívila, que demostraba su dominio total en cada sector de la cancha. Los naranjas dejaron de ver el sol a partir de los primeros minutos. Las nubes oscuras amenazaban al suelo dominicano y la delantera avileña amenazaba a Delvis Lumpuig, portero villaclareño.

Ya para el minuto 17, sobraba el cero en el marcador de los visitantes. Como auténtico verdugo, Sánder Fernández no perdonó un despeje deficiente de la defensa del Expreso, y con un hachazo seco y cruzado de derecha, abrí­a la cuenta. Auténtico golazo marcó el escurridizo atacante avileño.

Mientras, el mediocampo local no lograba organizar su juego y los balones no llegaban con peligro al área rival. Su desconcierto al igual que el cielo encapotado se mantuvo durante casi todo el partido. En la primera mitad sólo Yenier Márquez tuvo una clara oportunidad de gol, pero la desaprovechó con un tiro a las oscuras nubes, luego de haber sentado con una finta a un rival desesperado.

Los avileños mantuvieron su dominio y se aprovechaban de la lentitud en la reacción de la defensa villaclareña que sufrí­a la ausencia de los internacionales Yosén Piedra y Jorge Luis Clavelo. Cuando dicha lentitud se conjugó con la velocidad de Sánder Fernández y Maikel Reyes, sucedió lo inevitable. Al minuto 28, Fernández envió un pase filtrado a Reyes, quien ganó por velocidad y anotó el segundo de la tarde nublada.

Villa Clara no tení­a ideas para el final del primer tiempo. Su principal problema no era su rival, bien parado en la cancha, por cierto. Sino la falta de engranaje entre sus piezas. Tanto fue así­, que en el segundo tiempo no lograron cambiar la cara al marcador con la entrada del internacional Arichel Hernández y del desequilibrante Luis Alba.

El once avileño se convirtió en diez luego de la expulsión de Orlando Madrigal por doble tarjeta amarilla. Con esta situación favorable, el DT del Expreso, Mario Cuesta, decidió dejar una lí­nea de tres en defensa y traer a Lázaro Betancourt para dar más movilidad en ataque. Sin embargo, aun cuando los locales fueron más en número, no lo eran en ideas. La estrategia no funcionó y la lí­nea de tres fue un manjar que no perdonó el internacional Maikel Reyes, refuerzo llegado a Ciego de ívila desde Pinar del Rí­o. Su segunda anotación caerí­a al minuto 74, cuando batió con un remate raso y cruzado al portero Lumpuig.

Ya con el partido 3-0, los avileños se acomodaron en la cancha y dejaron que el reloj y la poca actividad de los de casa hicieran su parte. Con más de 20 minutos de superación numérica, Villa Clara no pudo abrir el marcador. Osdani Soto estuvo errático en el medio campo, mientras Arichel y Roberney Caballero se las arreglaban para fallar sendas oportunidades claras.

De esta forma, el Expreso vuelve a lo que ha sido su realidad en esta campaña luego del manjar de intermedio de semana. Dejan puntos importantes en cada partido y no encuentran su identidad. Se volvió a jugar en Santo Domingo, quizás con la esperanza de repetir una buena actuación, pero el fútbol no cree en amuletos, en canchas con suerte o en entrar con el pie derecho. El futbol cree en sí­ mismo, en jugadas, en posesiones, en carácter, en fí­sico, en equipos. Cree en goles.

La lluvia aguardó hasta el pitazo final para asomarse. Parecí­a que esperara una remontada, un ajusticiamiento irónico a los verdugos avileños. Pero después de cuatro minutos de descuento tuvo que aparecer, pues sin fútbol no hay milagros. El agua llegó este sábado para poner punto final a otra oscura jornada de un Expreso que tristemente lleva una ruta contraria a la del trofeo, cuyo dueño tiene nombre: Camagí¼ey. En el centenario de los torneos domésticos otra deberí­a ser la realidad de su once más ganador. ¡Cuánto darí­a por ver otra realidad! ¡Cuánto por encandilarme con la luz de su fútbol! Hoy me quito las gafas y abro el paraguas. Llueve, y el Expreso, goleado, se moja.

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