
«Tira tira» fue la frase repetida por todos al minuto 116 de partido. El balón a las redes de Courtois. Camisetas blaugranas a la esquina del banderín de corner. La escena figuraba el final de una película de cine. La victoria llegaba desde la retaguardia. La victoria azulgrana era un hecho.
Nadie, absolutamente nadie, pronosticó los derroteros de la final vivida el pasado 26 de abril en el estadio La Cartuja. Durante 120 minutos, Sevilla revivió la adrenalina de detener los relojes mundiales. El escenario era la final de la Copa del Rey, y los protagonistas: Madrid y Barcelona, tomaron el control del planeta.
Al minuto 28 llegó el primer gol desde los botines de Pedri, quien mandó a las redes un balón en el borde del área. La creación de juego la dispuso el 19 blaugrana Lamine Yamal, al dar el pase de oro. Con un primer tiempo a favor, los de Flink parecían tener el dominio absoluto, pero como en el ajedrez, la partida se gana cuando el oponente está en jaque mate.
Tras el regreso a los 45 de la verdad, Ancelotti movió sus fichas, dio entrada a Mbappé y el encuentro cambió el rumbo fijado. Diez minutos fueron suficientes para dar vuelta al marcador inicial. Entre ataques desde las bandas, la delantera merengue demostró eficiencia tantas veces demandada a lo largo de la contienda 2024-2025.
Fue el propio Mbappé quien dio el empate al minuto 70. Con el 1-1 en la pizarra, la respuesta no estaba prevista. Ocho minutos después, Tchouaméni transfiguraba los colores de la Copa. El viejo fantasma de los clásicos finalistas dijo presente; pero, como afirmó a los medios especializados el capitán azulgrana Marc-André ter Stegen: «La defensa fue la clave y el equipo demostró que puede superar cualquier desafío».
Fue entonces cuando Ferran Torres hizo gala de su estilo. A falta de seis para el final, daba el empate. Revivía el sueño de victoria y los albores del triunfo. Con cierre de ataques y embotellamiento a 3/4 de cancha, las papeletas del alargue eran un suceso poco pronosticado, pero real.
«La clave fue mantener la calma y confiar en nuestro juego. Este título es para nuestra afición, que siempre está con nosotros», declaró Ferran al diario AS al término del partido.
Otra vez Cronos jugaba con los nervios de la fanaticada que colmó «La Cartuja». Cuando muchos auguraban ronda de penales, Jules Koundé se vistió de héroe y asumió un rol diferente en su zona de juego.
Mientras todos asimilaban lo sucedido, Barcelona volvió a la cima de su competición favorita. El fantasma de las finales se disipó en las redes madridistas. Cual reflejo de temporada, el encuentro fue símbolo de coraje y tino, de juego colectivo, de un proyecto que emerge, renace y toma el sitio perdido tras el cambio generacional. Por vez primera, el clásico regresó a la cima de los partidos capaces de inmortalizar tiempo, competiciones y épocas.
El pasado 26 de abril, España recordó al mundo la pasión con que se vive y se manifiesta el fútbol en el Viejo Continente. Atrás quedaron las suposiciones de televisoras tergiversadas por el fanatismo, y la discordia entre cuerpos arbitrales y jugadores. Regresó el talento y con él la garra que todo fanático anhela entre el Barça y el Madrid. Fuera cual fuera el resultado final, el fútbol ganaba en empeño. Mas, el destino quiso que el Rey de Copas fuese catalán.
Para Flink y los suyos, los festejos fueron breves, pero merecidos. Volvieron a casa con el sueño cumplido y la mira en la semifinal de la Champions. La hora decisiva ha llegado, y siendo fieles a su estilo, reconocieron ante los medios que en equipo todo sale mejor. Al término de los festejos, las declaraciones no se hicieron esperar:
Pedri: «Este título es un reflejo del esfuerzo y la unión del equipo. Ganar al Madrid en una final siempre es especial» (AS).
Jules Koundé: «Es un sueño marcar en una final así. Este equipo nunca se rinde, y hoy lo demostramos». (Sopitas)
Lamine Yamal: «Es un honor haber contribuido en este partido tan importante. Este equipo tiene un espíritu increíble». (Meridiano)
El Barça obtiene su segundo título de la temporada. En juego quedan la Liga y la Champions. A falta de pocas jornadas, otro clásico detendrá al mundo el 11 de mayo. Mientras la revancha aguarda su fecha, los blaugranas disputarán el pase a la final de Múnich 2025. El próximo contrincante llega desde Italia y ostenta la mejor defensa del campeonato continental.
El Rey de Copas regresa con la corona a casa. Enfrente tuvo al mejor de los contrincantes. Ganó el fútbol y con él se recuperó la magia de detener el mundo por 90 minutos.