Cuando Carlos Alberto Cremata (Tin) habla de Martí, la pasión le brota de los ojos, la piel, el alma, el corazón. Dice que las enseñanzas del Apóstol pueden ayudarnos mucho a desterrar todo lo negativo que nos lacera como sociedad en estos convulsos tiempos, y también a restaurar o fortalecer esos valores que han ido languideciendo ante la insensibilidad, el egoísmo, la inmoralidad, la deshonra e, incluso, la falta de humanismo.
¿Cómo puede incidir el Héroe Nacional en los cubanos de estos tiempos? ¿Cuán efectivas serán sus doctrinas en momentos de crisis, escasez y penumbras? ¿Hasta qué punto las generaciones de hoy aceptarán e interiorizarán sus enseñanzas, ideas, conceptos y pensamiento?
Para saber el resultado no hay mejor prueba que la misma vida cotidiana. Tin lo sabe, y por ello la misión que le encomendó el presidente Miguel Díaz-Canel le llegó como mandato martiano. La iniciativa estriba en realizar talleres o conversatorios sobre las ideas del Maestro en centros de trabajo, instituciones, organismos y en cualquier rincón, para acercar a Martí lo más posible a cada persona.
Hablar del Apóstol de la manera más diáfana, amena, sencilla, «sin teque ni muela», como diría el artista, para demostrarles a todos que sus enseñanzas las tenemos ahí y nos acompañan. Pero, no repetir cada frase como papagayos, no aprenderse de memoria cada verso, estrofa u oración legados por el Hombre de La Edad de Oro, sino llegar a lo más profundo, hurgar en la raíz y arroparlo bien adentro de nuestro ser, para hacerlo práctica cotidiana y sincera.
Para el padre de La Colmenita resulta vital interiorizar al Maestro, volverlo parte de nuestro quehacer, de nuestra actitud y nuestro papel como ciudadanos, lo que inculca día a día a sus niños. Su pensamiento rige el quehacer de la compañía, cuyos integrantes deben tener como principal cualidad ser personas de bien, ahora y siempre.
La idea de difundir el ideario martiano desde sus vivencias conllevó la creación del Movimiento «Martí sigue llegando a mi casa» por todo el país, cuyos encuentros han suscitado variadas experiencias colmadas de anécdotas edificantes y conmovedoras.
Cuenta Tin que en una ocasión el expelotero Javier Méndez, quien en ese momento dirigía el equipo Industriales, lo llamó para que les diera una charla sobre el Apóstol, poco antes de un decisivo juego en play off. Antes de entrar al conversatorio, afuera, en la calle, uno de los peloteros más mediáticos de los Azules tuvo un fuerte intercambio de palabras con un aficionado que, al parecer, dijo algo que molestó al atleta. Al concluir la charla, el jugador se acercó a Cremata y le confesó que luego de escuchar tantas cosas buenas de Martí se sentía arrepentido de la forma como se había dirigido a aquella persona. El mensaje le llegó adentro.
Del mismo equipo, otro pelotero telefoneó a Tin a altas horas de la noche luego de concluir un desafío. El hombre había dado un batazo importante que ayudó al equipo, y con gran entusiasmo quiso compartir la alegría con Cremata. Este se quedó sorprendido por la inesperada llamada de alguien no acostumbrado a contactar con él.
El pelotero le expresó que gracias a Martí hizo lo correcto a la hora de batear. Tin se quedó impactado y le pidió que le explicase, porque no comprendía en absoluto. El pelotero le contestó:
«Usted dijo que Martí expresó que debíamos pensar más en el bien colectivo que en lo individual, y hacer las cosas para beneficio de todos. A la hora de batear me indicaron hacer una jugada y yo tenía pensado hacer otra que se me había ocurrido. Pero, en el cajón de bateo analicé que la indicación era por el bien del equipo y lo que yo pretendía, sólo una satisfacción personal. Y entonces hice lo que beneficiaba al equipo, ¡y ganamos! ¡Martí me lo enseñó!».
Muchas son las anécdotas que evidencian cómo el Héroe Nacional aún nos acompaña y nos puede salvar en muchos sentidos. Como un panal inagotable de valores nos ayuda a endulzar el amargor de las actitudes negativas, los malos sentimientos y las bajezas humanas. Espantados de todo, en él nos refugiamos.