Grietas en la tierra

Cada 17 de junio el mundo llama a la lucha contra la desertificación y la sequía.

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Hombre observa consecuencias de la sequía en un terreno.
(Foto: Tomada de Internet)
Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
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17 Junio 2025

Una de las agobientes problemáticas globales que se arrastran de año en año es la degradación de la tierra, sustento imprescindible de vida.

Cada 17 de junio está inscrito como el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, fenómeno exacerbado por un cambio climático agresivo, pero, también, por acciones despiadadas de una parte de la humanidad, ante las cuales se impone incentivar las buenas voluntades a fin de impedir holocaustos.

Sepa que este mundo nuestro suma más de 1500 millones de personas dependientes de tierras en proceso de degradación, mientras el 42 % de los habitantes más pobres pasan su día a día sobre zonas ya heridas por las grietas. 

Precisamente, la degradación de las tierras resulta suficiente para convertir a dichos sitios en los más inseguros del mundo, y según el ojo previsor de los expertos, pudiera llegar a desestabilizar a regiones enteras.

Y aunque muchos dan la espalda porque lo consideran un tema de menor trascendencia, conozca que en apenas seis años unos 60 millones de pobladores procederán a la emigración hacia porciones de África del Norte o Europa como consecuencia de la desertificación que desde hace años castiga la parte subsahariana.

Cuba tampoco escapa de estos males, que devienen  uno de los problemas medioambientales de magnitud que sacuden al archipiélago, como consecuencia, además, de conductas erróneas e irresponsables, el comportamiento irregular de las lluvias y la explotación indiscriminada del terreno.

¿Daños? Ilusos quienes lo duden. Muestra de ellos son la pérdida de la productividad —biológica o económica— motivada por estas actuaciones irreverentes, por las situaciones naturales o por la combinación de ambas.

Habrá, entonces, que intentar la mejoría y preservación de la biodiversidad y los ecosistemas, a fin de favorecer los procedimientos ecológicos —sobre todo, aquellos más resistentes a los peligos inducidos por las inestabilidades climáticas— y reducir vulnerabilidades que atenten contra la población. 

Desde 1994 está declarado el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. Otra jornada para un calendario atiborrado de celebraciones. Ahora bien, ¿qué resultados existen desde que fue consolidado el buen empeño hasta la fecha?, ¿en qué medida han cambiado las actitudes humanas para hablar de efectos positivos?

Nos parece que falta mucho camino por recorrer. África despierta y se acuesta con idénticos problemas, y diría que más agravados; en tanto, en otras partes del mundo la irracionalidad sigue dañando escenarios insospechados.

Así va el globo terráqueo. Herido y agravado en sus múltiples aristas y entornos naturales, cada 17 de junio exhorta a convertir el planeta en un espacio prolongado y sin límites, y a buscar verdaderas motivaciones que compulsen a los seres humanos a pensar —sin ataduras y con plena conciencia— en los que están por venir, y en lo mucho que se puede hacer a favor de la sostenibilidad de este universo nuestro.

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