La mudanza

Mudarse en verano no significa dejar atrás la zona donde creciste ni los amigos del barrio. El viaje a casa de los abuelos es elíxir de vida. Cuando se trata de un verano con los primos, bienvenida sea la mudanza.

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Ilustración de Alfredo Martirena sobre el verano y la familia cubana.
(Ilustración: Alfredo Martirena)
Niurys Castillo Hernández
Niurys Castillo Hernández
70
28 Julio 2025

Siempre me han gustado las visitas, el gentío y la risa de quienes gozan con la presencia ajena. La idea en sí provoca emociones y recuerdos. Tener la casa llena es un privilegio que no siempre disfrutamos.

Tal parece que el reencuentro familiar viene asociado al comienzo de las vacaciones. En este período, los nacidos en la casa de los abuelos siempre preguntamos: ¿Cuándo llegan los primos?

Una llamada da la confirmación. La ruta Manicaragua-Vueltas tiene fecha en el calendario. El abordaje será sobre la media mañana. Pronto se entera la otra parte de la tropa, en la Perla del Sur. Otros cuatro comensales se suman a la mesa. Habrá prórroga hasta agosto, sin descanso en los días feriados.

Nadie, en su sano juicio, se pierde el dulce de arroz con leche y el jugo de guayaba que prepara la abuela. Entre vítores de armonía, la limpieza general encabeza el orden de prioridades. El hogar de los ancestros debe estar óptimo, al menos para los cinco minutos del saludo inicial. Al ajetreo precedente a la fecha lo apodamos Operación mudanza, pues no hay momento más exacto para empacar, desempolvar y abrir un hueco a lo nuevo.

A partir de entonces, toda brecha entre el comedor y la sala será ocupada por colchones, almohadas y muchedumbre. Los compartimentos tendrán espacio para dos o tres asociados, teniendo en cuenta la talla y el peso. Los aventajados al sueño y la edad mantienen el derecho a la cama. Aunque, por línea de sucesión, algunos ya perdimos dichos privilegios.

Para el baño y la comida, el restaurante obrero-estudiantil respetará horarios, gustos y tradiciones. La sala deberá despejarse con el inicio de los noticieros. El cuento, la novela, la serie de las tres y algunos musicales no varían en cartelera, pero algún que otro meme es visto con buenos ojos. El café de la tarde posee carácter rotativo en los mayores de 18. Mientras, el batido de mamey solo podrá degustarse una vez que el catador estrella dé el visto bueno.

Con la llegada de los primos, las historias transforman el ambiente. El lugar se vuelve afable, pacífico y sanador. Regresan las risas y las ocurrencias. Las aventuras surgen de la nada y esfuman el aburrimiento. Ante los regaños, nada mejor que un beso para calmar a la abuela.

Cada año los primos compiten por el primer lugar de historias memorables: «La extraña desaparición del saco de cubiertos durante el temporal», y «La invitada sorpresa de tacones cuadrados y melena azul». Cabe resaltar que ambas finalistas son basadas en hechos reales, por lo que el ingenio narrativo solo cubre detalles de una próxima crónica.

Mudarse en verano no significa dejar atrás la zona donde creciste ni los amigos del barrio. El traspaso hogareño en tiempo estival forma parte del crecimiento en familia. Pierdes espacio en el closet, el dormitorio, los juguetes, el maquillaje y la rutina. No importa cuánto intentes negarte, la propagación de este virus es rápida y eficaz. Por dos meses la casa deja de ser tuya, o mía, para convertirse en nuestra. 

Sobre la media mañana llega el camión. La luz verde abre paso a maletines, calderos y mascotas. El viaje a casa de los abuelos es elíxir de vida. Generación tras generación, el arribo conforma la línea de sucesos continuos. Cuando se trata de un verano con los primos, bienvenida sea la mudanza.

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