Si la historia de una persona pudiera equiparse a la de un poblado legendario, lo sucedido a Yunior Olivera Fernández, Chencho ―como todos le conocen― es también lo que ha pasado en el antiguo central Nazábal, hoy Consejo Popular Emilio Córdova: tanto uno como el otro han renacido, ambos han pasado del abandono al esplendor, de la ruina casi total a un futuro promisorio.
Hoy, Yunior no es aquel alcohólico ni el Consejo Popular Emilio Córdova es el lugar destruido y sin esperanzas que dejara el huracán Irma a su paso destructor por ese lugar de la costa norte de Villa Clara.




Al contrario, Chencho se recocija de ser una persona totalmente distinta, y «Emilio Córdova » poblado con una historia de casi 200 años, escenario de luchas obreras que tuvieron su punto más alto con la creación del Sóviet de Nazábal, en 1933, y donde Jesús Menéndez cortara caña de joven y liderara causas proletarias constituye un modelo de cómo debe funcionar un Consejo Popular, con una rehabilitación integral de su infraestructura material y un pueblo agradecido de la obra de la Revolución y mucho más comprometido.
Cuando todavía no han transcurrido cinco meses de los destrozos de uno de los ciclones más devastadores de la historia, allí se levantaron 54 nuevas casas para igual cantidad de familias damnificadas, las que disponen de todo el confort posible. Fueron hechas en tiempo récord con la participación de empresas y organismos del territorio que se consagraron, sin apenas horas de descanso, al empeño constructivo.


Como parte de un concepto de rehabilitación comunitaria integral, existe un punto de venta del pan, peluquería-barbería, local para el Sistema de Atención a la Familia (SAF), tiendas Industrial y de Víveres, Funeraria, Correo, Cafetería, TRD y Posta Médica, algunos renovados y otros de nueva creación.
También se transformó un coche motor en Joven Club de Computación que puede trasladarse a otras comunidades, se reanimó el parque infantil y fueron concluidos otros dos parques; mientras el Centro Promotor de la Cultural, el área deportiva y el estadio de béisbol están listos para ofrecer variados espectáculos y competencias.
Y Yunior, Chencho, ya no toma, está pulcro y aseado, usa espejuelos, lleva una nueva prótesis dental y en fecha próxima recibirá una prótesis para su pierna derecha amputada. Sobre todo, es un hombre nuevo y dispuesto a encarar la vida de manera diferente, con ganas de ayudarse él y hacer por los demás; crear su propia familia y disfrutar del amor de su comunidad y su gente, algo que considera un bien muy preciado.
Del viejo al nuevo Yunior
La historia nos la contó él mismo en la mañana del sábado 20 de enero, cuando el Consejo Popular Emilio Córdova estuvo de fiesta y Yunior fuera aclamado por vecinos y amigos:
«Yo era alcohólico. Un borracho andrajoso, apestoso, me metía 15, 10 días sin bañarme. No era un antisocial, pero aquí la población me veía mal, me evitaba. Hacía bulla, de madrugada no dejaba dormir a mis vecinos. Sentía el rechazo de la gente hacia mi persona. Antes, trabajaba de estibador en el central. Tomaba, pero no como después. La pierna la perdí en un accidente de ferrocarril. Me fui degradando yo mismo.
«Pasé “Irma†borracho aquí en el Círculo, y ahí fue que conocí a Julio (se refiere a Julio Ramiro Lima Corzo, primer secretario del Partido en la provincia). Me le acerqué y le pedí que me ayudara, que era un alcohólico y yo no quería seguir viviendo así. Me dijo que le diera un chance para conseguirme un ingreso en el Hospital Psiquiátrico para curarme del alcoholismo; de hecho fue así.

«Estuve hospitalizado dos meses y unos días más. Julio es una persona maravillosa. Me rescató del abismo. Tomé esa decisión de rehabilitarme porque si seguía esa vida nadie me iba a querer, y yo necesitaba de apoyo y cariño.
«La rehabilitación fue un proceso duro. Tuve a Norma, psiquiatra maravillosa, que me ayudó mucho, y varias enfermeras, que no recuerdo el nombre de todas, y a Edel, el director, una persona también maravillosa, como profesional, como docente, y sobre todo, en lo espiritual.
«Mi motivación principal era que mi comunidad me quisiera, como un Yunior revolucionario, bueno, como un Yunior no alcohólico. El 24 de diciembre me trajeron acá. El recibimiento fue maravilloso, la gente casi no me dejaba caminar, todo lo contrario de antes. Eso para mí en lo espiritual fue maravilloso. Todos me abrazaban, besaban, mucha euforia y alegría de verme cambiado. Me siento muy contento.
«Soy una persona diferente. Me fui para el hospital pesando 120 libras y ya estoy en 160. Antes estaba con barba, melena, sin prótesis dental, sin espejuelos. Ya me siento otro. Al salir de las puertas del hospital hacia fuera soy un Yunior nuevo. El Yunior viejo se quedó en ese hospital.
«Mis planes son no tomar más y encontrar una buena mujer, tener hijos y hacer una familia. A todas las personas que están como yo estuve les digo que dejen ese mundo del alcohol, que eso no da nada, que ingresen para deshabituarse, que dejen ese tipo de vida y entren en un mundo de respeto, de felicidad, no de tristeza ».
Esa propia mañana de sábado, tras el acto popular, Yunior recibió una nueva sorpresa. Se le entregó su casa totalmente renovada. De la propia de un alcohólico: sucia, sin muebles, sin nada, a una recién pintada, con refrigerador, televisor, mesa y sillas de comedor, muebles. Y en la sala, colgada en una de las paredes, la foto que muestra al Yunior de antes, al hombre degradado que se propone nunca más volver a ser. La demacrada imagen de un Yunior que quedó en el pasado, como en el pasado ha quedado la fisonomía triste del antiguo batey del central Nazábal.
Los agradecidos del poblado
Nadie les pidió que adoptaran la palabra «agradecidos » como suya, pero lo hicieron y se sienten orgullosos al emplearla. Debieron tomarla de la canción de Raúl Torres dedicada a Fidel, pues el líder de la Revolución ha estado presente en cada obra allí realizada, en cada gota de sudor derramada y en cada sonrisa de los agradecidos pobladores del Consejo Popular Emilio Córdova.

Cecilia Toriza Abreu es de las beneficiadas con una nueva vivienda. Una bien diferente a la que tenía allá por el barrio La Chacha, en la carretera hacia la playa. Ahora disfruta con su esposo Mariano de una casita recién pintada, que consta de un cuarto y demás comodidades:
«Agradecida, muy agradecida a la Revolución, al Partido, al Gobierno por seguir el legado de Fidel. Una felicitación también a aquellos que trabajaron en las obras, que fueron incansables, día y noche, que nos complacían en las cosas que faltaban en nuestras casas. Tatico y Juan Carlos estaban con nosotros a tiempo completo, velando porque las cosas se hicieran bien, que salieran como debía. Nunca soñé con tener algo así ».
Lumey Pérez Lamadrid es una joven de 30 años, madre de cuatro hijos. Antes vivía en un lugar llamado El Bostezo, una cuartería con condiciones precarias. Ahora goza de una casa de tres cuartos, la que poco a poco va acondicionado a su gusto y posibilidades, pero con colchones nuevos, sábanas y módulo de cocción, otorgados de manera subsidiada por el Estado, o de forma gratuita, en su condición de damnificada. También disfruta del agua potable y de los beneficios de la electricidad, sin las molestias anteriores del bajo voltaje:


«Estuvimos primero albergados en el Círculo Social y después en una facilidad temporal. Desde hace unos cinco días vivo aquí con mis hijos. No hay comparación entre un lugar y otro. Ahora existen todas las condiciones para vivir de manera decente. Quiero agradecer en especial a Juan Andrés Albelo, el delegado del Poder Popular, quien desde el primer momento nos atendió y apoyó en todo a la gente de El Bostezo, un lugar que muchos criticaban, pero él no, al contrario, nos defendía y ayudaba. Ahora tenemos en el batey lo que nunca se pensó ».
Mientras, Carlos Díaz Ricaño, al hablar en nombre de los más de mil habitantes del Consejo Popular Emilio Córdova, hizo un recuento de los días transcurridos desde el 8 de septiembre de 2017, y enfatizó en algo que a partir de ahora debe ser clave para el accionar comunitario: el cuidado y conservación de todo lo allí hecho o restaurado. «Cuidar ahora lo que tenemos es nuestro deber, disfrutarlo con disciplina, amarlo y mantenerlo es lo que le pido a todos los pobladores de este Consejo Popular. Será nuestra gratitud al inolvidable Comandante en Jefe, que estamos seguro nos contempla orgulloso ».
Y como buenos agradecidos al fin, no podía faltar el espontáneo gesto de los maestros de la Escuela Primaria Camilo Cienfuegos a dos personas que durante estos meses de duro esfuerzo rehabilitador vivieron de manera permanente entre los pobladores y se consagraron al trabajo de manera incansable. El reconocimiento popular para Juan Carlos Valdés Recio, miembro del Buró Provincial del Partido, y Bárbaro Monteagudo Fernández, vicepresidente del Consejo de Administración Provincial.
Sucedió sin que nadie lo esperara. Mucho menos Juan Carlos y Tatico, este último, por demás, hijo del poblado. De ahí, quizás, tantas lágrimas y tan sentidas palabras dichas con el corazón, porque, «honrar, honra », como afirmó el Héroe Nacional José Martí.

Otros acontecimientos matizaron la jornada. Incluido el juego de pelota escenificado en el terreno deportivo del Consejo Popular, que contó con la presencia de glorias deportivas del territorio, entre los que se encontraba Eduardo Paret, nombrado director del Villa Clara de pelota para la venidera Serie Nacional. Finalmente, el toque musical infaltable para los bailadores con el sello indiscutible de Tony Guzmán y su Poder Latino.
Y allí quedó Yunior rodeado del cariño de sus vecinos, y un Consejo Popular totalmente renacido, que servirá de modelo a otros tantos de Villa Clara, como prueba irrefutable de que con constancia, trabajo, voluntad y acopio de recursos, todo se puede.