
Lo lleva de apellido, y en materia de trabajo Mongo es tan fuerte como un león. Además, guajiro noble, dicharachero, de los que se ganan el cariño en un minuto, un gigante en su tierra, un fuera de liga.
Quien lo conoce solo de vista no puede imaginar que Ramón León Monteagudo tenga una historia de vida tan contundente.
Obrero agrícola de la UBPC Vizcaya, hace poco recibió la condecoración de Héroe del Trabajo de la República de Cuba. La merece, y mucho. Participó en 30 zafras y lo ha sacrificado todo por su país.
«Soy de Encrucijada, la tierra de Abel y Haydée Santamaría, y de Jesús Menéndez. Desde que tengo uso de razón he sentido por la caña. Fíjate si es así que llevo muchos años atendiendo, de forma voluntaria, el Museo Jesús Menéndez, que está en la finca La Palma.
«Cuando pasó el ciclón y vi cómo quedó la casita me eché a llorar. Estaba inclinada. Empezaron a caer yaguas en el palmar y comencé a sacarlas y estirarlas. Un compañero me puso el caballete. Ese día estaba vola’o en fiebre y me parecía que me iba a desmayar. Me trepé en el techo y puse tres planchas. El bañito también lo reparé.
«Tenía que irme a La Habana para un reconocimiento por mis 50 años en la industria azucarera, pero antes debía arreglar la casa de Jesús; ese hombre hizo mucho por los azucareros, por eso cuando le puse el techo dije: “Ahora sí me puedo irâ€. Al regreso había un grupo de compañeros de la CPA Jesús Menéndez reparando la cerca, pintando… »
«Lo de Héroe del Trabajo me lo dijeron en la UBPC. El jefe me preguntó si tenía bien la vista. Entonces me dio un papel y leí: Compañero Ramón León para La Habana, Héroe del Trabajo.
«Salí de la oficina que era un bólido y todo el mundo para arriba de mí. Los muchachos dándome golpes de la alegría que tenían. Y les dije: “Me hace falta llegar vivo a La Habana†».
Así empezaba una de las experiencias más emocionantes en la vida de Mongo León...
«Imagínate, nunca había usado guayabera. Me prestaron una, pero los héroes iban a ponerse traje, y tampoco tenía. La gente de la CTC preocupada por mí. Me prestaron un saco y cuando lo miré bien tenía un águila justo donde iba la medalla. Y dije que no, que ese no podía ser. Estaba el presidente de la Academia de Ciencias y me dijo: “Yo te voy a resolver la corbataâ€, pero le expliqué que el traje no me servía.
«Entonces me llevaron al Vedado, me probaron corbatas y trajes. “Ahora sí estás listo, guajiroâ€, me dijeron al terminar de vestirme.
«Cuando vi a José Rubiera le conté: “Oye, casi me tienes que prestar un sacoâ€, y me respondió: “Me lo hubieras dicho, tengo muchísimos por mi trabajoâ€.
«La medalla es lo más grande que le puede pasar a uno en la vida lo confiesa con orgullo. Me sentía muy nervioso. Cuando a uno se le para delante la alta dirección del país y ve que son hombres tan humildes como uno, que te estrechan la mano, eso solo pasa en este país. Y que uno llegue y Salvador Valdés Mesa te diga: “Guajiro, vamos a conversarâ€, eso es increíble ».
Todavía no sale del asombro este hombre de 67 años y con medio siglo de trabajo.
«A los 13 me contratan en la finca El Labrador para cortar caña. En total participé en 30 zafras, fui Millonario en varias ocasiones. Pero todo eso tengo que agradecérselo a mi compañera de la vida, Cristina; llevamos casi 47 años. ¡Cómo me ha aguantado cosas! Ella ha sido el alma mía, tengo dos hijos, una ingeniera y un tornero.
«El varón lo tuve malito y ella salía sola con él para el hospital. Fueron zafras muy fuertes, llegaba a la casa a las diez de la noche, había momentos en que no tenía la posibilidad de verlos despiertos. Fui a la zafra de Las Tunas en 1995. Tenía a mi nieta ingresada en el Hospital Infantil, cerré los ojos y me fui para el trabajo. Cogí el primer lugar en tiro de caña.
«Me gustan las cosas bien hechas, trabajar con calidad, siempre les digo a mis compañeros que la norma tiene que ser la calidad.
«Dejé el tractor hace cinco o seis años. Ahora soy obrero agrícola, siembro, corto caña y madera, chapeo… Es difícil que me vean un domingo en la casa, me voy para el museo a ayudar.
«Porque un buen trabajador tiene que tener disciplina, honestidad, desinterés. Prefiero un estímulo moral que uno material; si me das lo material sin el reconocimiento moral, lo viro para atrás.
«Ahora que soy Héroe del Trabajo te diría que voy a hacerlo mejor, pero la verdad es que siempre he sido un luchador ».