León gigante de su tierra

Entrevista con Ramón León Monteagudo, quien recientemente fue condecorado como Héroe del Trabajo de la República de Cuba.

Compartir

Ramón León Monteagudo, Héroe del Trabajo de la República de Cuba.
Ramón León Monteagudo, Héroe del Trabajo de la República de Cuba. (Foto: SMB)
Leslie Díaz Monserrat
Leslie Dí­az Monserrat
1941
10 Mayo 2018

Lo lleva de apellido, y en materia de trabajo Mongo es tan fuerte como un león. Además, guajiro noble, dicharachero, de los que se ganan el cariño en un minuto, un gigante en su tierra, un fuera de liga.

Quien lo conoce solo de vista no puede imaginar que Ramón León Monteagudo tenga una historia de vida tan contundente.

Obrero agrí­cola de la UBPC Vizcaya, hace poco recibió la condecoración de Héroe del Trabajo de la República de Cuba. La merece, y mucho. Participó en 30 zafras y lo ha sacrificado todo por su paí­s.

«Soy de Encrucijada, la tierra de Abel y Haydée Santamarí­a, y de Jesús Menéndez. Desde que tengo uso de razón he sentido por la caña. Fí­jate si es así­ que llevo muchos años atendiendo, de forma voluntaria, el Museo Jesús Menéndez, que está en la finca La Palma.

«Cuando pasó el ciclón y vi cómo quedó la casita me eché a llorar. Estaba inclinada. Empezaron a caer yaguas en el palmar y comencé a sacarlas y estirarlas. Un compañero me puso el caballete. Ese dí­a estaba vola’o en fiebre y me parecí­a que me iba a desmayar. Me trepé en el techo y puse tres planchas. El bañito también lo reparé.

«Tení­a que irme a La Habana para un reconocimiento por mis 50 años en la industria azucarera, pero antes debí­a arreglar la casa de Jesús; ese hombre hizo mucho por los azucareros, por eso cuando le puse el techo dije: “Ahora sí­ me puedo ir”. Al regreso habí­a un grupo de compañeros de la CPA Jesús Menéndez reparando la cerca, pintando… »

«Lo de Héroe del Trabajo me lo dijeron en la UBPC. El jefe me preguntó si tení­a bien la vista. Entonces me dio un papel y leí­: Compañero Ramón León para La Habana, Héroe del Trabajo.

«Salí­ de la oficina que era un bólido y todo el mundo para arriba de mí­. Los muchachos dándome golpes de la alegrí­a que tení­an. Y les dije: “Me hace falta llegar vivo a La Habana” ».

Así­ empezaba una de las experiencias más emocionantes en la vida de Mongo León...

«Imagí­nate, nunca habí­a usado guayabera. Me prestaron una, pero los héroes iban a ponerse traje, y tampoco tení­a. La gente de la CTC preocupada por mí­. Me prestaron un saco y cuando lo miré bien tení­a un águila justo donde iba la medalla. Y dije que no, que ese no podí­a ser. Estaba el presidente de la Academia de Ciencias y me dijo: “Yo te voy a resolver la corbata”, pero le expliqué que el traje no me serví­a.

«Entonces me llevaron al Vedado, me probaron corbatas y trajes. “Ahora sí­ estás listo, guajiro”, me dijeron al terminar de vestirme.

«Cuando vi a José Rubiera le conté: “Oye, casi me tienes que prestar un saco”, y me respondió: “Me lo hubieras dicho, tengo muchí­simos por mi trabajo”.

«La medalla es lo más grande que le puede pasar a uno en la vida lo confiesa con orgullo. Me sentí­a muy nervioso. Cuando a uno se le para delante la alta dirección del paí­s y ve que son hombres tan humildes como uno, que te estrechan la mano, eso solo pasa en este paí­s. Y que uno llegue y Salvador Valdés Mesa te diga: “Guajiro, vamos a conversar”, eso es increí­ble ».

Todaví­a no sale del asombro este hombre de 67 años y con medio siglo de trabajo.

«A los 13 me contratan en la finca El Labrador para cortar caña. En total participé en 30 zafras, fui Millonario en varias ocasiones. Pero todo eso tengo que agradecérselo a mi compañera de la vida, Cristina; llevamos casi 47 años. ¡Cómo me ha aguantado cosas! Ella ha sido el alma mí­a, tengo dos hijos, una ingeniera y un tornero.

«El varón lo tuve malito y ella salí­a sola con él para el hospital. Fueron zafras muy fuertes, llegaba a la casa a las diez de la noche, habí­a momentos en que no tení­a la posibilidad de verlos despiertos. Fui a la zafra de Las Tunas en 1995. Tení­a a mi nieta ingresada en el Hospital Infantil, cerré los ojos y me fui para el trabajo. Cogí­ el primer lugar en tiro de caña.

«Me gustan las cosas bien hechas, trabajar con calidad, siempre les digo a mis compañeros que la norma tiene que ser la calidad.

«Dejé el tractor hace cinco o seis años. Ahora soy obrero agrí­cola, siembro, corto caña y madera, chapeo… Es difí­cil que me vean un domingo en la casa, me voy para el museo a ayudar.

«Porque un buen trabajador tiene que tener disciplina, honestidad, desinterés. Prefiero un estí­mulo moral que uno material; si me das lo material sin el reconocimiento moral, lo viro para atrás.

«Ahora que soy Héroe del Trabajo te dirí­a que voy a hacerlo mejor, pero la verdad es que siempre he sido un luchador ».

Comentar