
Más de un año permaneció una buena cantidad de cajetillas marca Criollos en los almacenes de la Fábrica de Cigarros Ramiro Lavandero, de Ranchuelo, ante su pobre aceptación por problemas de calidad, asociada fundamentalmente a la obsolescencia tecnológica.
Y aunque la mercancía vendida a la UEB División Centro de la Empresa Comercializadora de Tabaco en Rama perteneciente al Grupo Empresarial Tabacuba se ha reducido debido al incremento de las extracciones, el exceso de producción, sin espacio para ubicar los nuevos lotes, obligó a cerrar el centro entre los meses de junio y julio, con afectaciones a los trabajadores, que permanecieron interruptos por espacio de 15 días.

El tema, abordado en la Conferencia Provincial de la CTC, suscitó el interés de un equipo de Vanguardia, que se personó en la «Ramiro Lavandero » para conocer las particularidades de un problema que ha traído daños a la economía y al bolsillo del obrero.
Tras serios debates sobre la situación de la industria fundada a principios del siglo XX y con tradición arraigada entre los ranchueleros, se pusieron en marcha alternativas para evitar nuevos tropiezos y mantener activos a sus más de 500 trabajadores, al constituir la fábrica una de las principales fuentes de empleo del municipio.

Cantidad vs. calidad
Desde hace tres meses, María del Carmen Denis Ramírez lleva las riendas del colectivo, y reconoce que la fábrica transita por una situación tensa ante la mala calidad del cigarro Criollos que producían y fue sustituido por el Popular.

«Se pretendía hacerlo con igual ficha técnica que el elaborado en nuestra homóloga de Holguín, mas no podemos compararnos con esa fábrica de tecnología de punta.
«La mayoría de nuestros equipos, provenientes de los Estados Unidos, datan de los años 1912 y 1914. Otros, de Alemania, fueron introducidos en 1950. Son máquinas obsoletas y carentes de piezas de repuesto, que funcionan gracias al ingenio de los innovadores.
«En busca de mayor eficiencia se aceleró la producción. Para ello se introdujo el tabaco reconstituido, elaborado a partir de residuos del propio producto, a fin de lograr un mejor aprovechamiento de la materia prima y reducir el costo de producción.
«La experiencia tuvo éxitos en Holguín, pero aquí, como la picadura llega a las máquinas por gravedad, no se logra un relleno compacto. De ahí la preferencia por el cigarro holguinero ».
El de Ranchuelo, además de competir con el de esa provincia oriental, rivaliza con el de la Empresa Mixta BrasCuba –con filtro y mentolado-, introducido en las tiendas recaudadoras de divisas y centros turísticos, de gran aceptación entre clientes jóvenes y de mayores ingresos.
Sin dejar cabos sueltos
Maribis González Lara, secretaria general de la CTC en Ranchuelo, manifestó que la preocupación de los trabajadores de la «Ramiro Lavandero » no ha estado ajena a esta situación.

«En encuentros con directivos de la fábrica, la OSDE TabaCuba y la Agricultura se acordó mantener dos turnos de trabajo con reajustes en el horario para desacelerar la producción ahora de 8 millones de cigarros diarios; mientras fueron reubicados obreros en otras actividades, y se desactivaron máquinas ineficientes ».
Sin embargo, para salir de una experiencia que podría repetirse, urge un cambio tecnológico, que ante la difícil situación financiera por la que atraviesa el país, se proyecta a largo plazo.
El tema piezas de repuesto sigue siendo el talón de Aquiles, al no encontrar respuesta inmediata, debido a que los aditamentos necesarios ya no se producen en el mundo. La esperanza está en recibir algunas máquinas de Holguín en la medida que esta última reciba tecnologías más modernas.
La futura automatización también preocupa al colectivo que deberá pasar por un proceso de reducción de plantilla.
Actualmente dan pasos en el cambio de imagen al retomar la marca Popular, ahora con una envoltura de celofán, destinada a las provincias de Villa Clara y La Habana.
«La materia prima, procedente del occidente y las provincias centrales tiene mayor calidad, pero a partir del 2019 nos identificará la marca Regalías El Cuño », explica su directora.
«Aquí la mayoría de los trabajadores son jóvenes. Durante tres meses reciben un adiestramiento por parte de los instructores más experimentados, que los ponen en condiciones de manejar las máquinas ».

¿Y en cuanto a los cigarros que aún reposan en el almacén?
Corresponde a Finanzas y Precios dar el último paso para comercializarlos a un menor precio, pues el costo de producción de la cajetilla es de 1,25 pesos, y se vende en el mercado a 7,00 pesos.
Precisó María del Carmen que existe la intención de ofrecerlos a organismos, y hasta la fecha cuentan con numerosas solicitudes. Ello propiciará salir de la producción estancada y fabricar un «Popular » competente.
«En estos momentos preparamos la maquinaria según las características de la nueva tirada, sin desatender el mantenimiento, algo que se había descuidado. Se trata de ser eficientes, no a costa de la cantidad, sino de la calidad ».