
Hace poco más de dos semanas, la niña Aneila García Castro de solo 12 años de edad, recuperó la sonrisa plena. Hoy, con alegría, presume la certeza de un futuro al lado de su padre, el cienfueguero Oscar García Luna, aquejado de una enfermedad renal crónica avanzada.
Para él, tras dos años en tratamiento de hemodiálisis, «el día afortunado llegó ». Desde el 27 de octubre un nuevo riñón, acrecienta su calidad de vida e invoca sueños e ilusiones.

«Nunca perdí las esperanzas, no podía rendirme. Mi pequeña me apoyó siempre, no me permitió desalentarme, a pesar de estar casi 24 meses en lista de espera. Saber que podré seguir a su lado me hace el paciente más afortunado del mundo. Pronto la abrazaré para decirle: “Papá llegó y no se va†».
Este progenitor dichoso se encuentra dentro de las más de 500 personas trasplantadas renalmente, desde el 15 de junio de 2001, en el hospital clínico-quirúrgico Arnaldo Milián Castro, de la ciudad de Santa Clara. Más, las particularidades del operativo de su injerto de órgano, hacen de su operación un hecho excepcional.
«En raras ocasiones en un hospital se presentan varios potenciales donantes cadavéricos a la vez, que fue lo que sucedió el 26 de octubre, y se produjo a injertar el día siguiente », declaró el doctor Carlos Herrera Cartaya, jefe del Grupo de Coordinación de trasplantes del “Arnaldo Miliánâ€.
Mientras que el galeno Rafael Enrique Cruz Abascal, al frente de la Sala de Trasplante Renal, puntualizó que «para el hospital tiene una significación inmensa por los desafíos organizativos que requiere lograr realizar al unísono, en un solo día, tres operaciones de tal magnitud. La actividad de trasplante en un centro hospitalario demanda un sistema organizacional complejo interdisciplinario e intersectorial. No depende de una persona, sea cirujano, intensivista, urólogo, nefrólogo, inmunólogo u otro profesional. Son muchas las especialidades involucradas.
«Agradecemos la actitud humana, heroica, sensible y altruista de las familias de los donantes; ellos son los más grandes y primeros héroes, porque si no existe la donación, no es posible el trasplante », asegura Herrera Cartaya.
Cuentan los galenos que a la vez que se obtuvieron los cuatro riñones, se desencadenó una actividad intensa. Más por razones biológicas y compatibilidades imprescindibles que exige este proceder, ajenas a la voluntad de los profesionales del sector, no pudieron realizar un cuarto trasplante pese a tener las condiciones logísticas creadas.
Gracias a la pericia del grupo operativo las cirugías se llevaron a cabo sin sobresaltos y Oscar, Mario Suárez Acanda y Diosdany Ortiz Cabrera abandonaron el salón clínicamente estables y con índices saludables de recuperación.
«Los tres pacientes tienen una evolución muy favorable, incluso uno salió de alta el pasado martes 6 de noviembre. Otro de los operados se ha retrasado en su evolución postrasplante, lo que no quiere decir que esté mal, al contrario, es un paciente potencialmente recuperable. El tercero, casi de prealta, orina con los parámetros biológicos que nosotros medimos y pronto abandonará el hospital en óptimas condiciones de egreso », afirma Cruz Abascal.
Particularidades del trasplante renal
Tras cinco meses en el tratamiento depurador Mario Suárez Acanda de 45 años de edad se considera «un hombre nuevo » puesto que «me han premiado con un regalo de vida ».

«Estoy muy contento y agradecido con mis titanes de batas blancas. Ahora podré realizar una vida normal y quizás hasta arriesgarme a encausarla de maneras diferentes. Tengo que hacer valer está segunda oportunidad que me ha dado la medicina cubana », cuenta con alegría y ojos rebosantes de felicidad, seguro de que pronto regresará a su natal Yaguajay.
Mientras Oscar y Mario planean cómo proyectar su futuro gracias al nuevo órgano que le filtra la sangre del aparato circulatorio; Diosdany duerme sereno, aclimatándose a ese forastero que llegó para bien y le ha devuelto la fe. A su lado, Yaremis Isnaga Valdespín, la esposa que no se ha separado ni un minuto de la cama, relata al equipo de prensa que su pareja «solo estuvo dos meses en diálisis y recibió la alegre noticia del trasplante justo el día que se hacía tratamiento ». Más sus palabras se ahogan por el llanto, «lágrimas de felicidad y gratitud » a un sistema sin costo alguno que no los abandonó nunca en el transcurso de la enfermedad y dará a Diosdany, el trinitario, los medicamentos necesarios, de por vida, para el óptimo funcionamiento de su riñón.
Los tres se recuperan paulatinamente, en una pequeña salita, en extremo limpia, juntos, como aquel sábado de esperanza en que el destino dictó que se operaran al unísono, tras un período en la expectativa.
«La lista de espera es biológica, está relacionada con la genética del individuo y las compatibilidades. Puede ser que un paciente arribe al programa de hemodiálisis en enero y se trasplante en febrero, o incluso en el mismo mes. Pero puede ocurrir que un afectado renal esté esperando por más de diez años y que su trasplante nunca llegue por razones de compatibilidad o porque no se encuentre apto en el momento en el que riñón aparezca », aclara el doctor Rafael.
Dichas particularidades demandan que el sistema de salud brinde un seguimiento puntual al posible receptor del trasplante y sus caracteres clínicos. Para fortuna de los afectados, en el «Arnaldo Milián »los galenos del equipo operativo laboran con la unidad como bandera, lo que les permite ganar en sabiduría, destreza y rapidez en sus procederes; tanto quirúrgicos como de seguimiento a los pacientes de toda la región central del país, dígase Villa Clara, Sancti Spíritus, Cienfuegos y el municipio matancero de Colón.

Este team médico suma, en los que va de año, 25 trasplantes renales; los dos últimos realizados el pasado fin de semana, «con un tiempo de isquemia (tiempo que media entre que se le retira el riñón al donante cadavérico y es injertado al paciente receptor) muy corto, de apenas nueve horas. Mientras más corto sea el tiempo de isquemia es potencialmente mejor la evolución del paciente », según el coordinador de trasplantes.
Estos procederes de marcada precisión ya son comunes en el hospital villaclareño, y los beneficiados disfrutan de una supervivencia al año por encima del 90 %, muy buena, al nivel de los países desarrollados.
«El trasplante renal es muy caro el primer año de vida del paciente con su órgano injertado, cuesta aproximadamente entre 25 000 y 30 000 dólares, pero luego se abarata a razón de 4000 dólares por año, respecto a la hemodiálisis, que si tiene un costo altísimo, demanda de mucha tecnología y del trabajo constante de un personal especializado, entrenado y altamente calificado en su realización », explica Cruz Abascal.
Además, «la hemodiálisis también es ilimitada, un paciente recibe aproximadamente de 12 a 14 hemodiálisis por mes, y muchas veces son muchos los años en que tienen que someterse a ese proceder », dice.
«Nuestro alto índice de supervivencia se debe a que contamos con las drogas inmunosupresoras necesarias y tenemos las condiciones tecnológicas y la experiencia que atesoramos », agrega.
Donar para salvar
Desgraciadamente, a pesar de nuestro sistema de salud gozar de una cobertura universal gracias a la labor del médico de la familia en cada rincón del país, las enfermedades crónicas no transmisibles sobre todo la hipertensión arterial y la diabetes mellitus, están menoscabando con fuerza la integridad física de los cubanos.

«Son las dos primeras causas del advenimiento de los pacientes a los programas dialíticos. No se ha logrado un buen control de la tensión arterial todavía en nuestro medio, tanto que el 33 % de la población mundial es hipertensa. No contar con una vigilancia efectiva del desarrollo de estos padecimientos trae como consecuencia que evolucionen a formas progresivas de la enfermedad renal crónica, desarrollen una nefropatía terminal y tengan que incorporarse a los programas de diálisis y esperar un trasplante, que demanda condiciones de aptitud », explica Cruz Abascal.
Pero salvar las vidas de estos pacientes con enfermedades renales no solo está en las manos de los galenos, parte fundamental corresponde a la voluntad familiar.
«La opinión y la decisión de los miembros de la familia respecto a la donación o no de los órganos, independientemente que el paciente haya consentido el acto previo a la muerte, tiene para nosotros una validez insoslayable. El trasplante constituye la esperanza de mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes e, incluso, de salvarles la vida en caso de que se tratase del corazón, el hígado, un pulmón, o el páncreas, órganos vitales cuya función no se puede sustituir », aclara el Jefe de la Sala de Trasplante Renal.
Donar órganos es uno de los actos más humanos, a pesar del dolor y el sentimiento de pérdida. Formar parte de la incorporación a la sociedad de una persona como ciudadano socialmente útil constituyeun consuelo corpóreo y pletórico en esperanza.
Claro, «depende de un largo, complejo, entramado, multidisciplinario e interdisciplinario operativo » que se magnifica cuando son tres las cirugías que se practican en la misma jornada.
Al respecto concluye el doctor Carlos Herrera Cartaya: «Estamos muy satisfechos, es un logro, un gran triunfo para el grupo de operativo renal y para nuestro hospital. Hay un alza en las expectativas de los resultados en la actividad de trasplante que se realiza con el rigor y la disciplina necesarios para obtener los resultados deseados y aspirar a más ».
Por su parte, su homólogo, Rafael Enrique Cruz Abascal, nos devela la clave del éxito: «El equipo de Coordinación, la Sala de Trasplante y el Servicio de Nefrología, actuamos muy bien acoplados y tenemos el apoyo incondicional de las autoridades institucionales del hospital. Poseemos las mejores relaciones de trabajo, docentes, humanas, interpersonales; trabajamos extremadamente acoplados e interrelacionados. Constituimos un ejemplo de organización y compromiso mancomunado de un sistema; esto es lo que lleva al éxito del trasplante ».