
Los meses del año sin ti no son lo mismo. Dicen que te fuiste, que la muerte tuvo su cita contigo, pero tu nombre late en el pecho de una Isla a la que también le corres por las venas.
Permíteme tutearte, porque, aunque mis manos nunca chocaron con las tuyas, te siento cercano. Para mí siempre serás Fidel, ese hombre alto, encantador, inteligente.
Desde que no estás el mundo sigue igual de loco o incluso, hasta un poco más. Pero ahora nos faltas tú y esa luz larga para entender la vida.
El día que te despedí se me apretó el pecho. Ahí mismo se puso el sombrero aquel guajiro que vi llorar al lado de la carretera cuando pasaste. Dejó escapar una lágrima gorda, esa que un hombre de campo no logró retener a pesar de que tanto le enseñaron a contener el llanto.
Hace dos años que te extraño, como se extraña a los abuelos cuando parten, como se extrañan los mejores amores y los años buenos.
En estos casos, el extrañar viene preñado de añoranzas y hasta de un poco de frustración por no poder jugar con el tiempo y revisitar el pasado. Pero son incontenibles las manecillas del reloj en esa encomienda divina de correr al futuro, en una carrera donde se hace corto el presente.
Este 25 tendrás miles de flores de regalo, por eso y porque me gusta marcar la diferencia, preferí mandarte una carta.
Seguro ya lo has notado, hay gente que le tiene pavor a la singularidad y vive con el ridículo deseo de ser igual a todo el mundo.
Por eso siempre te admiré, no te parecías a nadie. Siempre fuiste tan tú, tan diferente, tan único. Y esa personalidad arrolladora venía acompañada de una inteligencia descomunal. Tenías el encanto de un hombre enciclopedia, a lo Da Vinci.
Me quedé con las ganas de conocerte; por eso, ahora lleno de ti todo ese espacio físico en el que ya no estás. De haberte escrito antes, seguro me sorprendías con una llamada a medianoche para hablar un poco del mundo y hasta del calentamiento global.
Nunca he sido buena para las fechas. Por eso envuelvo en letras mis nostalgias. Donde quiera que estés recibe un abrazo inmenso, apretado, para que sepas que nos haces mucha falta, porque extrañarte duele, porque hay un país que te piensa y te clama: ¡Fidel!