Montañas manicaragí¼enses: sin mortalidad infantil ni bajo peso al nacer

Están exentos de mortalidad infantil, de malformaciones congénitas, de decesos fetales e intermedios tardí­os, y sobre todo de bajo peso al nacer que constituye un resultado de sumo valor al mantenerse como problemática durante años anteriores. 

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Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
2243
23 Enero 2019

Por primera vez en la historia el policlí­nico rural Paula Marí­a Pérez Morales, de Jibacoa, cierra un año con la totalidad de los indicadores del Programa Materno-Infantil (PAMI) en cero.  

Médico de Jibacoa, en Manicaragua, Villa Clara, realiza visita a sus pacientes.
Las visitas de terreno del personal especializado  son uno de los logros del programa.  

No solo están exentos  de mortalidad en menores de un año, algo a lo que ya están acostumbrados, sino, también, de malformaciones congénitas, de decesos fetales e intermedios tardí­os, y sobre todo, de bajo peso al nacer, que constituye un resultado de sumo valor al mantenerse como problemática durante años anteriores.  

Todaví­a la doctora Yordanka Elda Rivero Ramí­rez, directora del área de Salud, se emociona  al recordar que, encontrándose  de vacaciones en su Holguí­n natal, recibió una llamada en la que sus compañeros le confirmaban los logros.

«Confieso la sorpresa, pero la esperaba por el accionar de los médicos, el personal de enfermerí­a, las auxiliares, el consejo de dirección articulado, las organizaciones de masas, de  varias empresas y de todos los que intervienen en los programas de Salud con un trabajo cotidiano que se realiza a caballo, en una yunta de bueyes, en una volanta, en el tractor, o en lo que sea hacia comunidades de difí­cil acceso agrupadas en 14 consultorios, desafiando, incluso, lluvias, crecidas de rí­os y temporales ».

Doctora Yordanka Elda Rivero Ramí­rez.
La doctora Yordanka Elda Rivero Ramí­rez, una holguinera que lleva ocho años de labores en Jibacoa, y casi tres como directora del policlí­nico rural del poblado. En Venezuela se enamoró, y los amores la trajeron hasta el centro de Cuba.

Para enfrentar ciertas indisciplinas de las gestantes existe un estilo de trabajo que parte de una máxima: «Lo que seamos capaces de hacer por los pacientes, así­ será la reciprocidad que ellos demuestren hacia nosotros », y no solo se circunscribe a la embarazada, ya que nos ocupamos de los problemas de la familia y del resto del contexto donde habita.

El policlí­nico jibacoense atiende a 4367 pacientes, con predominio de las enfermedades crónicas no trasmisibles descompensadas debido a los propios hábitos de vida del montañés.

¿Y cómo fue posible que una doctora holguinera llegara a estos parajes del centro de Cuba?

Yo supe de un servicio social en difí­ciles condiciones cuando aquel segmento de Sagua de Tánamo no contaba con fluido eléctrico y estaba incomunicada por ocho pasos de rí­os. Todo ello arraigó mi vocación como médica. Después cumplí­ casi siete años de misión en Venezuela, y a mi regreso los amores me trajeron a Jibacoa, donde la realización plena la encuentro entre quienes habitan estas montañas.

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