
Una frase dicha al Che hizo inmortal a Víctor Bordón Machado, y reveló en toda su dimensión las cualidades humanas y patrióticas del hijo ilustre de Quemado de Gí¼ines, cuando en momentos en que la unidad revolucionaria era más imprescindible que nunca, proclamó: « ¡Comandante, yo no vine aquí a pelear por grados, déjeme combatir a su lado como un soldado más! ».

De aquel histórico primer encuentro con el comandante Ernesto Guevara de la Serna, el propio Bordón dijo al periodista José Antonio Fulgueiras, autor del libro biográfico El nombre de mis ideas:
«Vi delante de mí a un hombre pálido que venía con un ataque de asma y sin un atomizador en la mano. Tanto él como sus hombres se veían destruidos por el cansancio, pero destilaban moral combativa por todos los poros. Y me dije: "Este argentino está poniendo a prueba hasta su salud". Imponía respeto por encima de sus problemas físicos. Me pareció una figura legendaria y un hombre distinto. Y no me equivoqué. Lo vi como un gaucho que venía a pie desde Oriente mandado por Fidel. Por eso, a primera vista me subordiné. Y a más de 50 años de aquella idea, la contemplo como la actitud más correcta que he tenido en mi vida ».
Un mes después, el 19 de noviembre de 1958, tras una valiente actuación guerrillera de Bordón, el jefe invasor le restituía sus grados: « ¡Buen trabajo, comandante, buen trabajo! », fueron sus palabras.
Esa respuesta de Bordón marcó el derrotero de vida de ese campesino humilde, enemigo de las injusticias y primer guerrillero que tuvo la provincia de Las Villas, lo que unido a su veneración por Fidel, lo convierten en un hombre que vivirá de manera imperecedera en el recuerdo de los villaclareños y cubanos.
Con la victoria del 1. º de enero de 1959, Víctor Bordón emprendió nuevas tareas que le fueron encomendadas por la dirección de la Revolución. Entre otras responsabilidades, fue presidente de los Tribunales Revolucionarios que juzgaron a los asesinos de la tiranía; director de Impuestos del Ministro de Hacienda, y después, de las patrullas de carretera, para pasar a laborar, más tarde, como director de Cometal, empresa que tan importante rol desempeñó durante la Batalla de Ideas, al construir en tiempo récord centenares de casas de video y joven clubes de computación.
Al fallecer, el 27 de enero de 2014, en vísperas del aniversario 161 del natalicio de José Martí, dejó un gran vacío físico tras haber cumplido con pasión la obra de la vida. Tenía 83 años, pues había nacido el 16 de agosto de 1930, en la finca Sevilla, en el municipio de Quemado de Gí¼ines.
El 15 de febrero de 2014 sus cenizas llegaron al Mausoleo Frente de Las Villas.