Pablo René Estévez: el secreto del éxito

Pablo René Estévez Rodrí­guez, Premio Nacional de Pedagogí­a 2018, continúa su labor profesoral por el camino de la educación estética. 

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Pablo René Estévez, Premio Nacional de Pedagogía 2018.
Pablo René Estévez. (Foto: Niurys Castillo)
Yinet Jiménez Hernández y Niurys Castillo Hernández (estudiante de Periodismo)
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01 Febrero 2019

                            Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maí­z.
José Martí­

«Nunca pensé ser maestro, sino escritor ». Y la vida, a sabiendas del gran pedagogo que Cuba hubiera podido perder, le regaló la profesión por partida doble. Ahora nos confiesa que encontró en la educación el sentido de su vida.

Pablo René Estévez Rodrí­guez comenzó su camino a los 14 años, lápiz, cartilla y manual en sus manos. Mucho trecho le quedarí­a por delante: becario, profesor universitario, doctor en Ciencias Filosóficas, profesor titular… A pesar de haber ganado reconocimientos y premios que solo un hombre de su talla podrí­a merecer, aún siente que puede aportar a su pueblo.

¿Pensó que le otorgarí­an el Premio Nacional de Pedagogí­a 2018?

Me nominaron en 2016 y 2017. Se podí­a considerar que estaba en lista, pero uno siempre tiene la duda de cuándo y si lo darán algún dí­a. Este galardón sorprende, asusta, sobre todo al saber que lo han recibido Fidel Castro Ruz, Armando Hart   Dávalos,   Asela de los Santos Tamayo y José Ramón Fernández (el Gallego Fernández). Ahí­ está la cumbre de la pedagogí­a cubana. Y Villa Clara tiene un gran honor, porque de los premios nacionales hay cuatro que son de nuestra provincia.

Usted ahora integra la pléyade pedagógica de la isla. ¿Qué se propone en adelante?

Siempre digo que este premio, más que un reconocimiento, es un compromiso. Después de recibirlo hay que merecerlo todos los dí­as, porque te instaura en un estatus donde la gente tiene expectativas sobre tu trabajo.

«Me siento con una nueva energí­a y una gran felicidad. Para mí­ el verdadero premio no es el diploma, sino aparecer en las fotos de los laureados que en la galerí­a de la Asociación de Pedagogos de Cuba rodean a Fidel. Es un honor que uno agradece ».

Autor de 11 libros sobre filosofí­a de la educación, estética y educación estético-ambiental, y más de 20 obras de literatura para niños y jóvenes, Pablo René Estévez continúa enseñando luego de rebasar los 72 años.

«Soy el coordinador general de un proyecto que se llama Educar para   el bien y la belleza, basado en uno de los libros que utilizan mi metodologí­a, mi concepto de la educación estética en Cuba. Este proyecto parte de una concepción transartí­stica, transcultural y transdisciplinar de la educación estética, lo cual es novedoso en el paí­s.

«Por desgracia, hay dificultades en el perfeccionamiento de este componente. Prácticamente no se estudia la estética, y se puede decir que los maestros no están preparados de manera adecuada para visualizar lo estético con el sentido transversal ».

Pablo René Estévez, Premio Nacional de Pedagogí­a 2018.
(Foto: Niurys Castillo)

Hacia una estética de la convivencia, uno de los libros del Premio Nacional de Pedagogí­a 2018, ahonda en la importancia del amor, la armoní­a y la empatí­a colectivos para cultivar una sociedad justa y equilibrada.

¿Cómo trabajar la estética para lograr resultados tangibles en la sociedad cubana?

Estas metodologí­as pueden ser implementadas en cualquier nivel de enseñanza. Una es «El niño bonito », basada en las ideas martianas, donde se explica la belleza humana a través de la bondad. Otra, la de «Medidas y cuidados », que generalmente no se aplica por ser muy antigua, pues Aristóteles ya la utilizaba en su época. Sin embargo, tiene un ví­nculo muy fuerte con las ideas martianas, cuando el Apóstol le habla a Marí­a Mantilla sobre el problema de que el vaso no debe ser más que la flor.

«La primera se está aplicando en la primaria Marí­a Dámasa Jova con muy buenos resultados. Nuestra esperanza es hacerla extensible a los restantes municipios de la provincia.   Este trabajo debe revertirse; tener un impacto en la escuela, la familia y la comunidad. Como decí­a Pablo Freire: "Nadie educa a nadie, todos nos educamos por la sociedad". En el problema de la educación, el maestro tiene un papel fundamental porque la escuela es la institución estatal para trabajar y educar a la joven generación ».

¿Qué consejo les darí­a a los educadores que no se percatan de la trascendencia social de su labor? ¿Qué consejo les darí­a a aquellos estudiantes que optan por ser profesores sin tener la vocación de enseñar?

Cuando se es joven existe una tendencia a desaprovechar el tiempo, las oportunidades que ofrece Cuba y que no están en otras partes del mundo. Yo les dirí­a a los maestros y a los profesores: Pongan el corazón. Motí­vense.

«Hago extensiva una idea que he mencionado varias veces en estos dí­as: es necesario vivir de forma que no sintamos pena por los años transcurridos, para, al morir, decir que todas nuestras energí­as, todas nuestras fuerzas fueron entregadas al bien de la Humanidad ».

Ahora el pedagogo, lejos de presumir del cuadro colgado en la pared de su casa, elogia la frase martiana, humilde pero rotunda, que está en el centro: «El secreto del éxito es dedicarse por entero a un fin ». Y si ese fin es el de educar a un pueblo, no hay más de qué hablar: para Pablo René Estévez la suerte siempre estuvo echada.

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