
Oriente luchaba contra el colonialismo español desde el 10 de octubre de 1868. El Camagí¼ey lo había secundado, el 4 de noviembre, en Las Clavellinas. Las Villas no podía seguir esperando una decisión de la Junta Revolucionaria de La Habana que nunca llegaría. Era el momento de tomar las armas y marchar a la manigua mambisa.
Por eso, el 6 de febrero de 1869, la Junta Revolucionaria de Villaclara encabezada por el patriota Miguel Gerónimo Gutiérrez, y el resto de sus integrantes marcharon hacia San Gil, en las inmediaciones de Santa Clara.

Uno de aquellos protagonistas del grito de Libertad o Muerte contra el gobierno despótico de España, el santaclareño Eduardo Machado Gómez, relató así aquel momento crucial:
«Formé parte de la Junta Revolucionaria de Villaclara y conspiré hasta el dos de febrero de 1869, que salí al campo porque supe que se me iba á prender por infidencia. El día seis di el grito con los demás de la Junta en San Gil. La bandera enarbolada ese día fue regalada por mí. La usó la columna del General Roloff que nos acompañó a Camagí¼ey, y sirvió para prestar juramento sobre ella el primer presidente de la República de Cuba. »
El propio 6 de febrero, también se declararon en rebeldía otros grupos de las regiones de Sagua la Grande, Ranchuelo y Remedios. En el libro La guerra del 68 en Villa Clara, la desaparecida historiadora Migdalia Cabrera Coello así lo prueba: «[…] el polaco Carlos Roloff, empleado de casa Bishop de Caibarién, se alzó en el potrero Ocho cerca de Santa Clara. En la zona de Esperanza y Ranchuelo tomó el camino de la insurrección el grupo dirigido por Florentino Jiménez Fabelo. »
Al siguiente día, el 7 de febrero de 1869, los revolucionarios de Villaclara, junto a miles de hombres de otras regiones de Las Villas, se concentraron en Cafetal González, hacienda propiedad de José (Pepe) González, en la geografía manicaragí¼ense.
El patriota Eduardo Machado, quien fuera con posterioridad secretario de la Cámara de Representantes y propusiera en la Asamblea de Guáimaro la bandera de Narciso López como enseña nacional, describió así aquel memorable acontecimiento, del que ahora se cumplen 150 años: «El levantamiento de mi pueblo había sido el mejor en cuanto a cantidad de elementos de guerra. Más de cinco mil villaclareños había en la concentración del valle de Manicaragua La Moza, y todos juntos no contaban cuando más que con 200 armas de fuego, casi todas escopetas, y de estas muy pocas nuevas. »

La escasez de pertrechos de guerra planteó una disyuntiva: avanzar hacia Occidente y arrebatar las armas al enemigo, o marchar rumbo al Oriente al encuentro de otros grupos que pudiesen reforzarlos en armamento. Lo último fue lo que decidieron.
Aplazado quedó entonces el primer proyecto invasor de nuestra historia patria que había propuesto Eduardo Machado y secundado por el polaco Carlos Roloff:
«(…) opinó Miguel Gerónimo Gutiérrez, y con él Arcadio García y Tranquilino Valdés, que lo más acertado era replegarnos a Oriente, (…). La idea podía ser laudable, pero el general Roloff y yo dudábamos que hubiese sobradas armas y pertrechos en Oriente, y opinábamos que era preciso buscar la salvación avanzando hacia Occidente, destruyendo por sorpresa los grandes ingenios de Colón y Cárdenas, levantando sus negradas, y llevando con esas huestes armadas de machete, el incendio, la desolación y el pánico hasta las mismas puertas de La Habana. El doctor Antonio Lorda, apoyó primero muy calurosamente este proyecto, pero ante las sombrías reflexiones de Gutiérrez, el cual temía el inmediato desbordamiento de los negros, se mostró indeciso y fue causa de que la primera opinión quedase en mayoría. Inmediatamente emprendimos marcha hacia Camagí¼ey, con la mayor parte de las fuerzas de Villaclara […] »
El mayor general Carlos Roloff, al mando del Estado Mayor para todas las tropas villareñas, llevó adelante el primer encuentro de importancia, la toma del poblado de Santo Domingo, el 17 de febrero de 1869. Un segundo combate, en el ingenio Ruiz de Palacio, en San Gil, relativamente cerca de la ciudad de Santa Clara, constituyó también victoria mambisa.
La llama de la insurrección había llegado al centro de la isla. De lo sucedido aquella mañana del 6 de febrero de 1869 se encarga de recordarlo la figura en mármol de Miguel Gerónimo, situada en el Parque La Pastora. También, una tarja en la calle San Cristóbal, esquina a Cuba, rememora que allí nació el ilustre tribuno Eduardo Machado Gómez.