
Lázara Judith Mata Pérez se inició hace 24 años como asistente del círculo infantil Puerto de la Alegría, en Isabela de Sagua. Pero siempre tuvo el sueño de convertirse en lo que es hoy: maestra de preescolar.
Al comienzo, y por amor hacia los más pequeños, ayudaba a las «seños » en el proceso de adaptación al círculo. «Trabajaba en la lavandería rememora, y me los llevaba hasta allí cuando los veía llorar. También colaboraba con las educadoras en la elaboración de medios de enseñanza. Realmente, siempre me gustó trabajar con niños ».
En 1999, Judith matriculó un curso de Auxiliar Pedagógica con nivelación para la Licenciatura, el cual terminó en 2004.
«Después de ser asistente fui auxiliar pedagógica, educadora, educadora responsable, y por mis resultados en el círculo Puerto de la Alegría me propusieron que asumiera como subdirectora docente en el círculo infantil Miguelitos Alegres, de Sagua la Grande. Después de tres cursos en esa función pasé a ser metodóloga del Programa Educa a tu Hijo. Posteriormente, durante otros tres cursos fui directora del círculo infantil donde me inicié limpiando, lavando y ayudando en la cocina como asistente de centro educacional. También fungí como directora del círculo infantil Osito de Peluche por dos cursos.
Por mí situación de salud y porque siempre fue lo que quise hacer, pedí un aula de preescolar. Por ser la primera del municipio en graduarme como máster en Educación Preescolar, ayudé a todas mis compañeras, colaborando con la Dra. Sonia García, nuestra tutora ».
Puede afirmarse que Lázara Judith es una investigadora nata, siempre preocupada por buscar soluciones a las problemáticas de sus educandos. Por eso no deja de cursar posgrados, diplomados, participa en cuanto fórum puede y cada dos años asiste a los eventos de Pedagogía. Aunque nunca ha llegado al nivel nacional de este último certamen, dice sentirse complacida porque sus investigaciones las materializa día a día dentro del aula.
Cuenta con la Distinción por la Educación Cubana y la condición de Personalidad Distinguida que otorga la Asamblea Provincial del Poder Popular en Villa Clara.
En su diario quehacer lo que más le gusta es jugar con los alumnos, y como ella misma explica: «La enseñanza preescolar tiene un carácter lúdico. El niño aprende más mediante el juego. Realizo competencias entre ellos, utilizo un títere al que nombro Mongui y así logro el 100 % de promoción de mis alumnos ».
Otro factor fundamental es el vínculo con la familia. Para esta educadora no existe momento del día más importante que el de conversar con madres y padres. «De ellos depende el resto de la educación, por la responsabilidad a la hora de las tareas y el seguimiento en la casa de los contenidos impartidos en clases ».
Con la máxima martiana de que «No fructifica la educación si no es continua y constante: olvídase en una semana lo que al comenzar de ella se aprende », como maestra se propone sistematizar, con la ayuda de la familia, los conocimientos que les transmite a sus 19 alumnos de preescolar en la escuela urbana Fe del Valle, de Sagua la Grande.
«Me gusta hacer bien mi trabajo para sentirme satisfecha conmigo misma. No busco reconocimientos, pero si llegan, bienvenidos sean. Yo, simplemente, siempre quise ser maestra de preescolar ».