Miriam y su afán de formar hombres de bien

Cuando faltan pocos dí­as para inaugurar la escuela especial Marta Abreu, la educadora Miriam Meneses recuerda sus dí­as al frente de aquellos niños necesitados del amor y el cariño de una madre.

Compartir

Miriam Meneses junto a niñas de las cuadra
Dos niñas de la cuadra irrumpen durante el diálogo, para saludar a Abuela Miriam, darle un beso y desearle salud. (Foto: Narciso Fernández Ramírez)
Narciso Fernández Ramí­rez
Narciso Fernández Ramí­rez
@narfernandez
1880
16 Abril 2019

Próximamente se hará realidad en Santa Clara otro sueño de la Revolución, otro sueño de Fidel y de Raúl. Ese dí­a abrirá sus puertas una escuela especial para niños con discapacidades fí­sico-motoras de la región central de Cuba, tercera de su tipo en el paí­s, cuya matrí­cula será de 120 alumnos.

Ubicada exactamente en lo que fuera el internado Marta Abreu, la nueva institución docente ha sufrido una reparación total, embellecidas sus instalaciones y adecuadas a niños y niñas necesitados de un tratamiento diferenciado.

Próximamente  abrirá sus puertas una escuela especial para niños con discapacidades fí­sico-motoras en la región central de Cuba. (Foto: Freddy Pérez Cabrera)

Será un momento de una emoción extraordinaria, pues, entre muchas razones, significa hacer realidad el anhelo de Fidel de contar con escuelas semejantes a la «Solidaridad con Panamá » en otros lugares de la geografí­a cubana; al tiempo, que ratifica la voluntad del Estado Socialista cubano de apostar por el bienestar de su mayor tesoro: la niñez.

Y entre las tantas personas llenas de felicidad por el acontecimiento estará una educadora santaclareña que rebasa las nueve décadas de vida, quien se consagró en cuerpo y alma a la tarea de dirigir y formar las nuevas generaciones.

Se llama Miriam Meneses Garcí­a y constituye toda una autoridad en la enseñanza especial en Cuba, con más de cuatro décadas de fructí­fero trabajo al frente de varios instituciones educativas.

Miriam nació el mismo dí­a del Apóstol José Martí­, pero del año 1928 y quizás esa coincidencia fortuita influyera para se diera toda al magisterio, con más de una década como directora del concentrado rural del Yabú, cuatro años en el internado Marta Abreu, que ahora renace, y más de 20 años al frente de la Casita nro 3 de Niños sin Amparo Familiar, en Santa Clara.

Fue de la estirpe de esas directoras austeras, de recio carácter y llenas de bondad que dejaron una huella indeleble en cientos de educandos de diversas generaciones, para muchos de los cuales es simplemente Mami Miriam.

En su caso, con una particularidad consagratoria: viví­a prácticamente en las escuelas y solo salí­a a funciones propias del cargo o algún fin de semana a ver a unos padres maravillosos y comprensivos.

La vida no le dio hijos, pero tiene la dicha de gozar del amor, cariño y respeto de quienes un dí­a fueron sus alumnos y también de los hijos y nietos de aquellos en los que sembró la semilla de la honradez, la bondad y buena conducta.

En la sala de su casa –donde pasa casi todo el dí­a pegada a la radio, oyendo la CMHW, su emisora favorita-, conversamos con Miriam sobre su estancia como directora en el Internado Marta Abreu, que ahora convertido en escuela especial reanuda la senda de la enseñanza, esa obra de infinito amor, como la calificara el Maestro.

- ¿Cómo llega Miriam a la dirección del Internado Marta Abreu?

- «Hubo una visita de La Habana y solicitan una directora para el internado Marta Abreu, pues habí­a problemas, y por el Partido me dan la tarea de ir allí­.

Miriam Meneses
Miriam desgrana sus recuerdos de más de medio siglo como educadora, casi todos como directora de centros para niños con necesidades especiales, y de esos cuatro cursos en el Internado Marta Abreu. (Foto: Narciso Fernández Ramí­rez)

«Al saber de mi nueva responsabilidad, un compañero mí­o, llamado Emilio Morales, entonces funcionario de Educación Municipal, me dijo medio en broma y medio en serio: “Tienes dos caminos: cubrirte de gloria o lo que imaginas, cubrirte de m… »â€

«Recuerdo asumí­ en 1983, pues hací­a dos años habí­a regresado de Nicaragua, donde cumplí­ misión internacionalista. Al llegar al Internado, aquello estaba fuera de control. Un panorama feo, con niños sucios, despeinados, y los de raza negra, como yo, con las pasas alborotadas.

«Al preguntar, una de las compañeras, me dijo: “Bueno, nosotros no sabemos peinar pasas”. Le respondí­: “Pues mire, la razón de estar ustedes aquí­ son esas pasas y si no saben peinar pasas, me piden la baja, que yo con gusto se las doy.

«El internado estaba destruido. Me fui para la fábrica de Traviesas, le pedí­ una entrevista al director y le solicité apadrinar la escuela. Lo hizo de manera maravillosa y puso todo lindo, con tazas sanitarias nuevas. Hermoso de verdad ».

- ¿Y logró ponerlo en cintura, como decimos en buen cubano?

-Claro. Mejoró mucho la disciplina; al extremo, luego vení­a mucha gente de la Nacional, pues todas las visitas que se perdí­an en Santa Clara iban a parar al Internado. Al preguntar la razón, un funcionario del MINED Nacional, de apellido Balmonte, me respondió: “Vienen a aprender de usted”.

«Yo viví­a y dormí­a en la escuela las 24 horas. No salí­a a nada, o a casi nada. Habí­a más de 200 alumnos. Y si al inicio existí­a una situación desastrosa, con el apoyo del Gobierno, del Partido, de la dirección municipal de Educación y mis maestros, logré cambiar el panorama.

«Instauramos una buena disciplina, creamos la biblioteca del centro, y montamos varios coros con los estudiantes. También completé el cuerpo de docentes y demás trabajadores de servicio. Igualmente conseguí­ crear un consultorio del Médico de la Familia, un salón dental y una enfermerí­a, con todas las condiciones ».

Carta a Miriam Meneses de una alumna
De una carta de felicitación de uno de sus tantos alumnos por el dí­a de su cumpleaños. (Fotocopia: Narciso Fernández Ramí­rez)

- ¿Puede usted explicar cómo consiguió esas transformaciones?

-Siempre he sido una enamorada de mi trabajo, pues no hay mejor obra que la hecha con amor. Como directora, me encantaba trabajar con la juventud, con los maestros jóvenes, para enseñarlos a mi forma.

«He sido siempre partidaria del entusiasmo juvenil, de su embullo, de su espontaneidad, incluso hasta de su risa, por eso ganaba todos los chequeos de emulación que se hací­an entre escuelas y centros internos.

«Cuando habí­a algún problema de salud en horas nocturnas, le decí­a a mi enfermera: “Mira, regresa al Internado, tu eres más importante allá de noche que yo”. Y me quedaba en el Infantil con mi alumno ingresado.

«Realmente no me gustaba salir del centro, ni a reuniones ni a nada. Acostumbré a mis alumnos a vivir en el respeto. Eran incapaces de entrar a un lugar, sin antes pedir permiso: “No dire, no entro, porque usted no me ha mandado a pasar”, me decí­an ».

- ¿Y, anécdotas en este recuento?

-Entre tantas, recuerdo la de dos jimaguas de apellido Acosta, varón y hembra, quienes quedaron a mi custodia con apenas cinco años de edad, pues el padre habí­a renunciado a la Patria Potestad. No se me olvida mi fuerte discusión con ese hombre, cuando vino a entregármelos, pues no concebí­a cómo esas cosas pudieran suceder, pero lamentablemente pasan.

«Los Jackson, como se les conoce, por el nombre del varón, crecieron unos años bajo mi tutela y hasta la adultez en una de las Casas sin Amparo Familiar que fueron creadas en Santa Clara a partir de 1984: la Casita 2; dirigida por Eneida Garcí­a, también ya jubilada. Hoy, ambos hermanos tienen casi 40 años de edad y son un hombre y una mujer plenamente realizados en la vida.

«Tampoco olvido la fuga de un alumno para ir a ver el Motocross en el Arco Iris. Ya eran como la una de la madrugada y el muchacho aquel no aparecí­a. Imagí­nate, yo preocupada, sin dormir, esperando llegara. Al rato, la policí­a me lo trajo, pues lo habí­an encontrado deambulando por las calles a esas altas horas de la noche.

«Le di tremendo regaño, y para que veas las casualidades: ese mismo muchacho, ya hombre, vino a mi casa en funciones de constructor, y enseguida me reconoció: “Usted es Miriam, mi directora en el Internado Marta Abreu”. Buen reglazo por las canillas, me dio esa noche”. Y se reí­a del incidente, que no repitió más.

Diploma de la ANEC a Miriam Meneses
Diploma de reconocimiento de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANEC) por su labor educativa. (Fotocopia: Narciso Fernández Ramí­rez)

-Estuvo cuatro cursos como directora en el Internado. ¿Recuerda cómo fue la despedida?

-Habí­a ido como directora con el compromiso de estar dos años. Ya habí­an pasado cuatro cursos y la encomienda estaba cumplida, y solicité regresar de nuevo a mi Concentrado Rural del Yabú.

«Fue muy emocionante. Al decirles adiós a mis alumnos, les pedí­ me excusaran si alguna vez habí­a sido fuerte con ellos, pero habí­a sido para que fueran hombres de bien, del mañana, de la Revolución. Tanto ellos, como yo, acabamos llorando.

«El entonces director municipal de Educación, me aclaró que ya el concentrado rural del Yabú no estaba como lo habí­a dejado cuatro cursos atrás: “No se preocupe, le dije, yo lo vuelvo a poner como estaba antes, y lo hice”. »

- ¿Será feliz Miriam cuándo el otrora Internado sea una escuela tan especial y llena de amor, como augura ser?

-Mucho. Es parte también de mi obra. Un sueño de Fidel y Raúl realizados. A lo largo de mi existencia he aprendido lo que significa amar y darse a amar por los demás.

«La vida no me dio hijos propios, pero estoy rodeada del cariño de decenas de hijos, nietos y hasta de bisnietos postizos que me aman y adoran, y yo a ellos. A esta casa viene mucha gente todos los dí­as para saber de mí­ e interesarse por mi salud, y otros muchos me llaman por teléfono.  En el cariño de todos ellos me veo multiplicada. Ese es mi legado ».

Comentar