Las denominaciones de villa y ciudad eran una gracia real que se les concedía, usualmente, a los lugares más poblados, aunque también se otorgaban por una manifiesta fidelidad a la Corona.
Durante el siglo XIX hubo tres momentos que revelaron las aspiraciones del Cabildo de Santa Clara de ser reconocido como ciudad, y que, a su vez, permiten documentar la situación de la villa como centro de poder de su jurisdicción.
En publicaciones precedentes se ha escrito que la primera solicitud al Gobierno de la isla fue en 18531; sin embargo, esta aspiración se remonta, según fuentes originales localizadas por el autor, a 1833.
En ese año el consistorio expuso las razones por las cuales a Santa Clara debía otorgársele dicho título, atendiendo a:
«Que todas las circunstancias en que se haya hoy esta villa respecto a su numerosa población, a la riqueza territorial con que cuenta y a su comercio mayor que el que hay en las demás circunvecinas y tanto en proporción a los que se hacen notables en este ramo y en todos los que pertenecen a la clace de industriales y sobre todo por los distinguibles méritos y servicios que ha hecho aquella y a su Ayuntamiento qe le dan un lugar digno de mucha consideración... »2
De manera similar, el reclamo se repite en 1852, negado por el Gobierno General, con el señalamiento de «[...] que dicha villa no cuenta el número de vecinos y demás elementos necesarios para poder entrar en rango y categoría de ciudad... »3
Pero si bien los parámetros establecidos por tal otorgamiento no admitían aún esa posiblidad, no es menos cierto que el análisis del cuadro demostrativo de la riqueza, superficie y población de Santa Clara en 18504 confirma su preponderancia como villa cabecera de la jurisdicción. De las ocho escuelas que existían en la región, cuatro estaban en la villa, también las tres oficinas de correos administración, estafetas, carterías e igual número de escribanías; una parroquial mayor y una auxiliar, tres ermitas; una administración de rentas y una subdelegación de Marina.


Toda la riqueza agrícola, ganadera, minera y agricultura azucarera se localizaba en el resto de los pueblos o cuartones con una superficie en leguas cuadradas de 139 y 3/4, distribuidas en diez partidos del distrito jurisdiccional, evidencia de su papel jerárquico como centro urbano.
Según un padrón de 1856, Santa Clara contaba con 275 establecimientos comerciales, de 200 poseía 1854, 17 tabaquerías, cinco panaderías, once carpinterías, cinco talabarterías, diez tejares, siete caleras, así como barberías, almacenes, quincallas, puestos de expendios de carne, servicio funerario, entre otros abastecimientos5 necesarios en un conglomerado humano, para su autoabastecimiento y para propiciar el intercambio con poblados circunvecinos, pero, sobre todo, como garantía en los servicios internos.
El 13 de abril de 1860 se analizaron en el Cabildo una vez más argumentos que constituían razones para que se le confiriera a Santa Clara jerarquía como ciudad:
«[...] en prueba de su reconocida lealtad y patriotismo a la altura que se merece entre los primeros pueblos de la Isla [...] por su situación en el medio de una provincia muy favorecida por las ricas producciones de su suelo, es conveniente y a todas luces oportuno que, dirigida “una mirada a su risueño porvenir, se piense en enaltecerla con título y de honor que la pongan al nivel de los pueblos mas ricos y protegidos.6
La exposición revela, entre los elementos señalados, dos que manifiestan la posición jerarquizante de esta localidad en relación con la extensa jurisdicción de la que era cabecera oficial. El primero, la situación en el medio de una provincia, o sea el reconocimiento de su ventajosa posición geográfica, rica por sus suelos negros muy fértiles, y la segunda, la
importancia de la riqueza de su territorio, desde luego que en términos relativos. Ambos la reafirman como eje puntual y administrativo de su jurisdicción y también en relación con su ubicación equidistante con el resto de las regiones del país.
Un conjunto de índices permiten avalar los éxitos de la villa hacia mediados del siglo XIX. Entre estos se pueden citar la llegada del ferrocarril en 1860 desde Cienfuegos, la construcción de varios edificios, del Hospital de San Lázaro, la Plaza del Mercado y nuevas casas de mampostería y tejas, de calles, caminos y sólidos puentes que facilitaron la comunicación hacia otros pueblos y villas; la instauración de la imprenta y, con ella, la aparición y proliferación de la prensa periódica; la publicación de su primer gran libro7; el alumbrado de gas; la fundación del liceo; su avance en la economía ganadera; la estabilización del comercio con La Habana y otras regiones del país, y la diversificación agrícola alcanzada; unido al sostenido avance económico general que había alcanzado la jurisdicción, el crecimiento demográfico y su ventajosa posición geográfica de centralidad.

Entre los elementos citados resalta la apertura del ferrocarril de Cienfuegos a Santa Clara, que abrió posibilidades económicas insospechadas para Villa Clara. De modo que «[...] este nuevo ferrocarril no se limitaría a conectar una importante población interior con la costa sino que,
además de unir a Cienfuegos y Villa Clara establecería comunicación con toda una serie de pequeñas poblaciones intermedias. »
«[...] Los habitantes de Villa Clara y otros sitios del interior podrían, mediante el camino de hierro de Cienfuegos, utilizar el transporte combinado del ferrocarril y los buques de vapor para
llegar con relativa facilidad a la ciudad de La Habana; en sentido inverso, pasajeros y mercancías procedentes de la capital por la vía de Batabanó, abreviarían los lentos viajes carreteros a lo largo de la campiña Villareña e intensificarían así el tráfico comercial a favor del
abaratamiento de los precios.8
Por todas estas razones, Santa Clara considerada villa hasta 1867, con Tenencia de Gobierno desde 1843 fue declarada ciudad el 12 de mayo de 1867 con el nombre de Villa Clara, cuyo otorgamiento por Real Orden de la Reina de España Isabel II, se dio a conocer, de manera oficial, el 24 de julio del propio año.
Meses más tarde, ante reclamación del Cabildo santaclareño, el 28 de febrero de 1868, la Reina precisó en una nueva real orden9 «...que cese desde luego la denominación que hoy lleva la ciudad de Villa Clara y se sustituya con la de Santa Clara que tuvo desde su fundación... »10
A partir de 1868 se le continuó llamando ciudad de Santa Clara de manera oficial, hasta nuestros días.
En tal sentido, entiéndase que el nombramiento oficial de ciudad fue algo que más que un acto jurídico, resultó parte de un proceso natural y oficial que consolidó a Santa Clara como ente económico, político-administrativo y social representativo de toda una región conformada para ese entonces casi durante dos siglos.
Pocos años después, en 1879, se constituiría en capital de la nueva provincia que adoptó, precisamente, el nombre de Santa Clara, hecho que terminó por convalidar a la ciudad como eje de ese rico entramado policéntrico regional que es el centro de Cuba.
Respuesta al expediente promovido por el Excmo Sr Capitán General de la Isla respecto a la denominación que debe usarse en la localidad denominada Villa Clara, en correspondencia con la solicitud realizada por el Cabildo de Santa Clara de reconocer de manera oficial su patronímico original.
Por el ministerio de ultramar se comunica al Excmo Sor. Gobernador Superior Civil la Real Orden sigte.
Excmo Sor. Enterada la reina -q.a.g- de la carta oficial de V.E. No. 576 de 26 de junio último en que da cuenta de haber dispuesto cese desde luego la denominación que hoy lleva la Ciudad de Villa Clara y se sustituya con la de Santa Clara que tuvo desde su fundación; S.M teniendo presente las razones espuestas por V.E. en su citada carta y el informe evacuado acerca del caso por el Consejo de Administración de esa Isla ha tenido a bien aprobar la expresada determinación de VE. De Real orden lo digo á V.E. para su conocimiento y efectos correspondientes. Dios guie a V.E. ms as. Madrid.
9 Sept 1868.
Rdguez Rubí11
Referencias:
1 En este año el Gobierno de la Isla niega el otorgamiento; la solicitud fue hecha en rigor en el año 1852.
2 Archivo Histórico Provincial de Villa Clara, Fondo Ayuntamiento de Santa Clara, Tomo XIV, Actas del Cabildo, correspondiente al día 15 de mayo de 1833, p. 265. Se ha respetado el texto original.
3 Archivo Nacional de Cuba, Fondo Junta de Fomento, Leg 88, No. 3672.
4 Archivo Nacional de Cuba, Fondo Gobierno General, Legajo. 335, no. 16087.
5 García Angulo, Jorge: « Las primeras formas de organización de la clase obrera villaclareña », Islas (81) 116, Universidad Marta Abreu de Las Villas, mayo-agosto de 1981.
6 Archivo Histórico Provincial de Villa Clara, Fondo Ayuntamiento de Santa Clara, Actas de Cabildo, 13 de abril de 1860.
7 Se refiere a la Memoria Histórica de la villa de Santa Clara y su jurisdicción, de Manuel Dionisio González.
8 Zanetti Lecuona, Oscar y García ílvarez, Alejandro: Caminos para el azúcar, Editorial
de Ciencias Sociales, La Habana, (59) 1987. Dicen estos autores que las condiciones específicas de Villa Clara, a la que suponían beneficiaria del ferrocarril, fueron expuestas por los proyectistas Lanier y Segebién en su informe publicado en 1847: «Aislada así en medio de
aquel gran territorio se puede recibir de sus vecinos marítimos los beneficios que trae consigo, como resultado inmediato las breves comunicaciones, el crecimiento de las transacciones mercantiles y del comercio marítimo » Ver obra citada. p. 59
9 Antes de recibirse la Real Orden de la Reina, el Gobernador Superior Civil de la Isla de Cuba decretó el 3 de julio de 1868, que, sin perjuicio de lo que resolviera el Gobierno de Su Majestad, a la naciente ciudad se le llamara de manera oficial Santa Clara, que era su nombre legítimo y, de hecho, el que correspondía.
10 Archivo Nacional de Cuba. Fondo Gobierno Superior Civil.
11 Archivo Nacional de Cuba. Fondo Gobierno General. Legajo 79, Expediente 3272.
En todas las referencias citadas se ha respetado el texto original.