Tipos populares

La historia de las ciudades también incluye a personas que, incluso por los motivos más insólitos, se hacen populares. Aquí­, algunos de esos pintorescos personajes de Santa Clara.

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Raúl Cabrera Cruz
2955
11 Julio 2019

Hace varios años que un grupo de estudiantes de la Universidad Central realizó una investigación sobre las costumbres y tradiciones de Santa Clara. De esa amplia indagación, resultaron las historias de personajes, que, por las más disí­miles y hasta absurdas maneras, fueron populares en distintas épocas.

Algunos permanecen en la memoria de personas que vivieron aquellos tiempos o sus anécdotas han llegado, de generación en generación, hasta nuestros dí­as.

Findingo

Findigo, personaje popular de Santa Clara.
Findingo.

También resultó ser muy popular. Frecuentaba los lugares donde hubiera mucha gente. Vestí­a pobremente y con muchas medallas en el pecho. Era un verdadero «lingí¼ista ». Su léxico hací­a reí­r a todos, con frases como esta: «La mariposa que no se poxsa… ».

El zapatero Cajete

Tení­a un establecimiento donde colocó grandes carteles para anunciar las medallas de oro y plata obtenidas en Roma y Milán por sus brillantes arreglos del calzado. Salí­a a la calle invariablemente con una jaba al hombro. Adquirió tanta notoriedad que fue el tema de un danzón, cuya partitura debe estar olvidada en un rincón de algún coleccionista. Todaví­a hay quienes recuerdan su pegajosa melodí­a.  

Piqui-Piqui.

Un hombre muy alto y desproporcionado. Se dedicaba a hacer anuncios y propagandas. Montado en unos zancos llegaba a la altura de las ventanas de la planta alta del Gobierno Provincial (Biblioteca Provincial Martí­). Cuentan que vendió su esqueleto a un médico norteamericano en 100 pesos; el contrato fue hecho en la notarí­a de Don Eduardo Domí­nguez. Después de recibir el dinero, le dijo sonriente al yanqui: «Me gustarí­a ver qué usted hace con mis huesos después que muera ».

Medina

Medina, personaje popular de Santa Clara.
Medina.

Siempre andaba con un sombrero de pajilla por los alrededores del Parque Vidal. Los muchachos le gritaban: « ¡Medina!, ¿vas para maternidad? Le complací­a que se metieran con él, y cuando no lo hací­a, gritaba: «Por qué no me dicen nada? ¡Dí­ganme algo! ».

Wenceslao Terry

Fue un planchador que tení­a perturbadas sus facultades mentales, y el estudiantado de la época lo utilizaba para ridiculizar a los polí­ticos de turno. Lo proponí­an para alcalde, senador, representante, etc. Hací­an que tomara un tren en el poblado de Esperanza y a su llegada a Santa Clara, casi siempre en horas de la noche, era esperado por un grupo de jóvenes, quienes al son de una bulliciosa charanga lo llevaban en coche hasta el Parque Vidal. Allí­ Terry subí­a a uno de los bancos y pronunciaba sus ardorosos discursos, que nunca terminaban por la intervención de la policí­a.

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