Rita Longa en Santa Clara

Rita Longa residió en Santa Clara de manera casi permanente junto a su esposo, Fernando ílvarez Tabí­o, magistrado por un lustro en la Audiencia, de Las Villas. 

Compartir

Luis Machado Ordetx
Luis Machado Ordetx
@MOrdetx
1924
11 Julio 2019
Rita Longa
(Foto: Archivo)

En una habitación-taller del hotel Santa Clara, en la capital de Las Villas, Rita longa soltó el buril   que sostení­a en la mano derecha y dio un salto. La emoción la embargó al leer el cablegrama enviado desde La Habana por directivos de la Academia Nacional de Artes y Letras:   «El ingreso en la sección de Escultura fue aprobado ».  Restaba a la artista pronunciar el discurso de recepción, el elogio, y después posesionarse del correspondiente sillón como académica de número en la más alta institución cultural cubana.

El hecho quedarí­a grabado en su vida personal y artí­stica. La noticia se desencadenó a partir del correo recibido por la escultora el viernes 14 de enero de 1949 en el céntrico inmueble-hospedaje de Santa Clara, ubicado en la calle Luis  Estévez, esquina a Céspedes, donde residí­a hací­a 2 años.

La Publicidad
(Fotocopia: Luis Machado Ordetx)

La información recogida al siguiente dia por La Publicidad, el diario local villaclareño, pasó  inadvertida,  incluso hoy cuando el paí­s celebra el centenario del nacimiento de Rita  Longa Aróstegui  (La Habana, 1912-2000),  considerada entre los cinco escultores-pedagogos más significativos del siglo pasado.

Ese mérito lo comparten, según el crí­tico  Luis de Soto y Sagarra,  con los también creadores Teodoro Ramos Blanco, Alfredo  Lozano, Ernesto  Navarro y Juan José de Sucre. Sin embargo, Rita Longa los aventajó en tiempo de existencia y proyección del expresionismo escultórico-musical legado a la universidad.

El porqué la artista residí­a en Santa Clara lo aclaran las fuentes informantes:  acompañó, de manera casi permanente a su esposo,  Fernando ílvarez  Tabí­o, magistrado por un lustro en la Audiencia, de Las Villas.  Precisa  La Publicidad que, desde su habitación-taller, la escultora esculpió en partes varias de las piezas más transcendentes en su carrera artí­stica:  el grupo familiar de los Ciervos, del Parque Zoológico Nacional  (1947),  y la Virgen del Camino  (1949),  ambos en La Habana.

La creadora afirmó su compromiso de instalar una pieza monumental y alegórica al espí­ritu materno en un centro de asistencia médica santaclareño , que la habí­a acogido como huésped de privilegio excepcional.

Asi surgió la Fuente de las virtudes, ubicada el viernes 9 de mayo de 1962 en el patio central del hospital San Juan de Dios (actual Dr. Celestino Hernández  Robau), de Santa Clara. Cuatro años antes, la artista escogió ese sitio para mostrar a la posteridad una de las mas significativas y menos divulgadas piezas escultóricas suyas.

Las Virtudes de Rita Longa
Fuente de las virtudes, ubicada en el patio central del hospital San Juan de Dios (actual Dr. Celestino Hernández  Robau), de Santa Clara.  (Foto: Archivo)

Mucho de los bocetos que luego elaboró en La Habana y otras ciudades, afirmó el lunes 25 de octubre de 1948 el cronista Sergio R. ílvarez Mariño, desde la sección Mi Diaria Cuartilla en La Publicidad, fueron pensados en Santa Clara, al ir recorriendo nuestras  calles y sitios cercanos en pos de inspiración para su arte.

En estos intantes surgió el compromiso para realización, explicó el periodista del Monumento a las Madres, en Batabanó (1940), y el Memorial a Rosario Dubroca, terminando en idéntico año en el Hospital Ortopédico de La Habana. Todas las creaciones están signadas por su valor social.  

La proporción estilí­stica, como meta definitoria de su arte, resulta evidente en trabajos confeccionados con materiales en bronce, cobre, mármol, y  eso patinado,  arena, cemento, piedra de capellaní­a o fundida. En todos los casos demostró una inigualable lí­rica y maestrí­a artí­stica de fundamento intemporal.  

Con esencial sentido rí­tmico y decorativo trazó su concepción plástica. En toda su carrera artí­stica afianzó un renovado rumbo simbólico y espiritual. Eso la situó siempre al margen de lo efí­mero e intrascendente. Al menos esa fue la gratitud recibida e n las informaciones     recogidas por el diario La Publicidad durante su estancia definitoria en la vida artí­stica de Rita  Longa.

Comentar