

En una habitación-taller del hotel Santa Clara, en la capital de Las Villas, Rita longa soltó el buril que sostenía en la mano derecha y dio un salto. La emoción la embargó al leer el cablegrama enviado desde La Habana por directivos de la Academia Nacional de Artes y Letras: «El ingreso en la sección de Escultura fue aprobado ». Restaba a la artista pronunciar el discurso de recepción, el elogio, y después posesionarse del correspondiente sillón como académica de número en la más alta institución cultural cubana.
El hecho quedaría grabado en su vida personal y artística. La noticia se desencadenó a partir del correo recibido por la escultora el viernes 14 de enero de 1949 en el céntrico inmueble-hospedaje de Santa Clara, ubicado en la calle Luis Estévez, esquina a Céspedes, donde residía hacía 2 años.

La información recogida al siguiente dia por La Publicidad, el diario local villaclareño, pasó inadvertida, incluso hoy cuando el país celebra el centenario del nacimiento de Rita Longa Aróstegui (La Habana, 1912-2000), considerada entre los cinco escultores-pedagogos más significativos del siglo pasado.
Ese mérito lo comparten, según el crítico Luis de Soto y Sagarra, con los también creadores Teodoro Ramos Blanco, Alfredo Lozano, Ernesto Navarro y Juan José de Sucre. Sin embargo, Rita Longa los aventajó en tiempo de existencia y proyección del expresionismo escultórico-musical legado a la universidad.
El porqué la artista residía en Santa Clara lo aclaran las fuentes informantes: acompañó, de manera casi permanente a su esposo, Fernando ílvarez Tabío, magistrado por un lustro en la Audiencia, de Las Villas. Precisa La Publicidad que, desde su habitación-taller, la escultora esculpió en partes varias de las piezas más transcendentes en su carrera artística: el grupo familiar de los Ciervos, del Parque Zoológico Nacional (1947), y la Virgen del Camino (1949), ambos en La Habana.
La creadora afirmó su compromiso de instalar una pieza monumental y alegórica al espíritu materno en un centro de asistencia médica santaclareño , que la había acogido como huésped de privilegio excepcional.
Asi surgió la Fuente de las virtudes, ubicada el viernes 9 de mayo de 1962 en el patio central del hospital San Juan de Dios (actual Dr. Celestino Hernández Robau), de Santa Clara. Cuatro años antes, la artista escogió ese sitio para mostrar a la posteridad una de las mas significativas y menos divulgadas piezas escultóricas suyas.

Mucho de los bocetos que luego elaboró en La Habana y otras ciudades, afirmó el lunes 25 de octubre de 1948 el cronista Sergio R. ílvarez Mariño, desde la sección Mi Diaria Cuartilla en La Publicidad, fueron pensados en Santa Clara, al ir recorriendo nuestras calles y sitios cercanos en pos de inspiración para su arte.
En estos intantes surgió el compromiso para realización, explicó el periodista del Monumento a las Madres, en Batabanó (1940), y el Memorial a Rosario Dubroca, terminando en idéntico año en el Hospital Ortopédico de La Habana. Todas las creaciones están signadas por su valor social.
La proporción estilística, como meta definitoria de su arte, resulta evidente en trabajos confeccionados con materiales en bronce, cobre, mármol, y eso patinado, arena, cemento, piedra de capellanía o fundida. En todos los casos demostró una inigualable lírica y maestría artística de fundamento intemporal.
Con esencial sentido rítmico y decorativo trazó su concepción plástica. En toda su carrera artística afianzó un renovado rumbo simbólico y espiritual. Eso la situó siempre al margen de lo efímero e intrascendente. Al menos esa fue la gratitud recibida e n las informaciones recogidas por el diario La Publicidad durante su estancia definitoria en la vida artística de Rita Longa.