Culta intersección

En Colón y Parque Vidal está una de las confluencias artí­stico-literarias más trascendentes y antiguas de la ciudad, capaz de asumir siempre una tradición cultural sin precedentes.

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Parque Vidal y Colón, en Santa Clara.
Parque Vidal y Colón, en Santa Clara. (Foto: Tomada de Internet)
Luis Machado Ordetx
Luis Machado Ordetx
@MOrdetx
1995
11 Julio 2019

COLí“N Y PARQUE VIDAL. –Ahí­ está una de las confluencias artí­stico-literarias más trascendentes y antiguas de la ciudad, capaz de asumir siempre una tradición cultural sin precedentes. Todos las consideran, aunque discrepen, un espacio para discusiones, de distinción por las flores, y también levadura de poemas, cuentos, artí­culos periodí­sticos y de encuentros indispensables para la gestación de libros. Antes lo fue, y de ahora en adelante, ojalá que esa tradición prosiga con la apertura de un café de distinciones.

Escritores Lorenzo Lunar, Leonardo Padura y Arí­stices Vega Chapú en el Café Literario.
Desde sun fundación, el Café Literario ha sido escenario de encuentros del público con los escritores. En la foto, Lorenzo Lunar y Leonardo Padura, junto al anfitrión del encuentro La Hora de la Verdad, Arí­stides Vega Chapú. (Foto: Tomada del Facebook de Arí­stides Vega Chapú)

El origen cierto lo consigue a partir de la tercera década del siglo pasado, fecha en el que el comerciante español Domingo Carreiras Vilariños adquirió el recinto y acogió a algunos jóvenes de entonces, agrupados en torno al Club Umbrales, quienes constituyeron frecuentes contertulios prestos a prolongar en ese lugar los respectivos quehaceres literarios, y sus preocupaciones filosóficas y sociales.

Dicen que Federico Garcí­a Lorca, en 1930,   durante su tránsito desde Remedios hasta Santa Clara, llegó a esa área, próxima a la antigua Plaza del Mercado, en la cual apreció las más variadas y apetitosas frutas frescas. Otros visitantes, principalmente hispánicos o latinoamericanos, entre ellos, Gabriel Garcí­a Marato y Juan Bosch, también quedaron extasiados ante las beldades de fachadas que coqueteaban con el eclecticismo y hací­an galas del bullicio popular.

Tan cierto como las lluvias de primavera, es que allí­ se construyeron aunque hasta hace poco estaba en silencio los apuntes iniciales de una imprescindible narración corta de la literatura cubana: El Cuentero, de Onelio Jorge Cardoso, inspirada en ese bar a partir de los encuentros casi diarios con el poeta matancero-villareño Enrique Martí­nez Pérez.

Antigua cafeterí­a Villaclara.
La cafeterí­a Villaclara fue lugar de encuentro de poetas e intelectuales cubanos. (Foto: Archivo)

Las tertulias de entonces, al amparo frecuente de Carreiras, solí­cito en facilitar novedades editoriales llegadas a la Casa-librerí­a Orizondo, acogieron a cuanto escritor o artista asomara por ese contorno, y con avidez se añadí­an las fervientes visitas que realizaban por entonces los más renombrados literatos nacionales o extranjeros que arribaban a Santa Clara, punto obligado del tránsito de los viajeros.

Poemas, cuentos y conjeturas, avaladas por la virginidad del papel en blanco, se elucubraron allí­. Eso nadie lo discutirá, como tampoco se desdirá que esa esquina, abrigada por la esencia de lo popular, tomara a los jóvenes y los envolviera durante décadas en un espí­ritu creativo y de desafí­o renovador, en el cual, gracias al nuevo café Literario, se retocarán el sentido y la espiritualidad contigua que antes tuvo el Ideal, centro irradiador de cultura y absoluta sabidurí­a humaní­stica.

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