
El 30 de septiembre de 1996 se vivió un día extraordinario en Santa Clara. En apenas 12 horas se organizó uno de los actos más multitudinarios y hermosos de cuantos se han hecho en la Plaza de la Revolución Ernesto Guevara. Un hecho que, a la distancia de 23 años, todavía cala hondo en la memoria de los villaclareños, y se convierte en fecha inspiradora y llamado al combate.
Era Fidel por primera vez en la Plaza del Che. Ese Fidel inmenso que el pueblo de Villa Clara ansiaba tener entre ellos. Ese que al ver a la entusiasta muchedumbre afirmó en el preámbulo de su impactante discurso: «Creo que nunca se organizó un acto tan grande en tan breve tiempo ».

Realmente fue así. Se anunció en el programa Patria, a las 6:00 a.m., y ya a las 5:00 de la tarde no cabía ni un alma en la Plaza. «Fidel, amigo, el pueblo está contigo », coreaban los santaclareños. Ni siquiera la pertinaz llovizna de esa tarde septembrina hizo que alguien abandonara su puesto al lado del líder de la Revolución.
Resultó una pieza oratoria brillante. Fidel fue enunciando las razones por las cuales no había venido antes a Villa Clara y ponderó a lo largo de más de una hora las virtudes que siempre han caracterizado a los hijos de esta porción más central de Cuba:
«No hay tarea, no hay proeza en que no hayan estado presentes masivamente los villaclareños (…). No podemos olvidar aquella maravillosa e increíble hazaña, que fue la batalla de Santa Clara (…). No es posible olvidarse tampoco de la participación de esta provincia en la lucha contra los mercenarios de Girón. No ha habido luchas pasadas o presentes donde no hayan estado allí, en las primeras filas, los villaclareños ».
En medio de tan emotivos elogios, el Comandante en Jefe pronunció una frase que nunca ha perdido su vigencia. Dijo Fidel: «Algún día habrá que elevarle un gigantesco monumento a ese héroe insuperable que es el pueblo ».
Hoy, ese héroe insuperable ha dado pruebas de su invencibilidad. Pretendían los enemigos vernos hundirnos en la desesperación y el caos, y han logrado unirnos más como país, y han elevado a grado superlativo las muestras de solidaridad y altruismo que siempre nos han caracterizado.
No hay mucho petróleo, pero sí bondad sobrada. No existe el combustible necesario, pero el país funciona. Incluso, en muchos aspectos, casi mejor que cuando lo teníamos, pues antes lo derrochábamos o, cuando menos, no lo utilizábamos bien, y ahora ahorramos cada gota y lo empleamos en servicios vitales.
El pueblo villaclareño, como el de toda Cuba, ha dado pruebas de su entereza. Ahí están los niños con sus patrullas clic, los estudiantes de la UCLV con su contingente energético y los de Ciencias Médicas en su lucha a muerte contra el mosquito Aedes aegypti. Igualmente, las amas de casa con su ahorro en el horario del pico eléctrico, y el abuelito que le habla al nieto de tiempos aún más duros y le enseña cómo cada lámpara apagada ayuda a evitar el molesto apagón.
Hasta la ciudad luce más limpia. A lo que han contribuido las lluvias de los últimos días, pero también el trabajo abnegado de los trabajadores de Servicios Comunales, quienes enfrentan las limitaciones del combustible y la desidia de mucha gente enemiga de la higiene.
Ningún servicio básico se ha detenido. Siguen funcionando los más de 140 centros del Sistema de Atención a la Familia (SAF) y los que atienden la merienda escolar. Cientos de pacientes son trasladados a diario desde los 13 municipios de la provincia para recibir el tratamiento oncológico e igual sucede con aquellos necesitados de hemodiálisis. Se ha empleado tanto la transportación estatal como la privada, cuando ha sido necesario.
En el hospital Arnaldo Milián Castro se ahorra un megawatt diario, sin interrumpir la atención a la población. Los trabajadores del Fondo Cubano de Bienes Cul turales, muchos de ellos, altos consumidores de energía eléctrica, han modificado sus horarios de trabajo y encuentran soluciones para ahorrar, sin dejar de producir.
El sector residencial consume casi el 50 % de la electricidad que se genera también contribuye a que Villa Clara no se haya excedido ningún día. Igualmente, la canasta básica se ha asegurado y los estibadores descargan cada día centenares de toneladas de mercancías, trasladadas luego a los municipios mediante un sistema de cooperación entre empresas. Ningún camión puede viajar vacío de un lugar a otro.
Dar botella, más que un gesto de altruismo, se ha convertido en un deber moral. La ayuda al prójimo se impuso por encima del individualismo. De la sectorialización excesiva se ha pasado a la solidaridad colectiva.
El concepto «Pensar como país », enarbolado por nuestro presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, se llena a diario de ejemplos concretos de buenas acciones y solidaridad entre los cubanos.
En estos días de emergencia energética, Villa Clara y sus hijos lograron «desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional », y «defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; y lo hemos hecho, con «modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo », tal y como proclama el concepto de Revolución.
Fidel, la tarde hermosa del 30 de septiembre de 1996, al despedirse de la multitud, terminó afirmando: «Villaclareños, santaclareños, ¡eso es lo que pensamos de ustedes! ¡Eso es lo que pensamos de todos nuestros compatriotas! ¡Esa es la convicción que tenemos de que sabrán cumplir el deber, de que sabrán realizar y llevar a cabo todo lo que hay que hacer en estos tiempos para alcanzar la victoria! ».
Así ha sido y así será siempre.