
Los riñones de Mildrey López Jiménez no funcionan bien. Una hipertensión arterial severa apareció y comenzó a orinar poco, mientras sentía que la picazón recorría su cuerpo, acompañada de malestares, mucho decaimiento, vómitos y pérdida de peso.
Luego de las investigaciones pertinentes, los expertos diagnosticaron una insuficiencia renal crónica (IRC), que desde hace seis años le exige permanecer cuatro horas, tres veces por semana, acoplada al sistema de hemodiálisis del Hospital Universitario Clínico Quirúrgico Arnaldo Milián Castro, para purificar su sangre de las toxinas acumuladas en el organismo.
Al escuchar sobre las severas limitaciones de combustible en el país, Mildrey se estremeció. Pensó varias veces si podría continuar el tratamiento, sostén principal de su existencia, mas la respuesta eficiente de Cubataxi le hizo borrar sus preocupaciones.
«No encuentro palabras para agradecerles a los choferes lo que hacen por nosotros. Somos familia. Me traen desde Mataguá, donde resido, y me llevan una vez terminada la sesión », argumenta desde su cubículo mientras espera que concluyan las funciones del riñón artificial.
Pero también, en cada traslado hay espacio para un acompañante. Dora Jiménez Pérez, la mamá de Mildrey, bien lo sabe y no deja de expresar la gratitud a esa empresa y a Cuba, porque «jamás ha fallado el servicio. Antes veníamos en ambulancia, pero no nos ha afectado el cambio, pues los conductores son fijos y muy puntuales. Nos recogen a las 6:00 de la mañana y de regreso nos dejan en la puerta de la casa ».
En otra de las camas de la sala recibe atención Fidel García García, a quien la Cruz Roja lo recoge en su pueblo para conducirlo hasta Mataguá. Allí se une a Mildrey para emprender la travesía hasta Santa Clara, y nunca ha fallado la transportación.
Una diabetes mellitus con múltiples antecedentes familiares le provocó la IRC hace ya cinco años, y por las experiencias vividas, elogia el trato del colectivo de Hemodiálisis.
El reordenamiento
Para la Dra. Eliety Ferrer Aguilar, vicedirectora de Urgencias del «Arnaldo Milián Castro », son tiempos muy complejos y se ha tenido que reajustar todo el cronograma de los riñones artificiales.
En la actualidad, 152 pacientes de varios municipios están sometidos al método, sin contar los atendidos en los hospitales de Sagua la Grande y Caibarién, que asumen los territorios más cercanos.
«Tratamos de hacer más funcional el traslado de los enfermos y agruparlos por rutas. De lugares donde venían cuatro taxis, ahora vienen solo dos, y se han acomodado los horarios según las características de los pacientes para que nadie quede sin recibir sus sesiones ».
Los riñones artificiales apenas descansan por la intensidad diaria que tiene su uso, y ello pone en tensión a ingenieros y mecánicos llamados a encontrar soluciones cuando existen roturas.
Cada cubículo realiza de tres a cinco turnos diarios. El último concluye a las 5:00 de la madrugada, para reiniciar a las 7:00 de la mañana ante un panorama que incrementa la cifra de enfermos debido a la propia diabetes mellitus, la hipertensión arterial, o personas de descubrimiento tardío porque «aparentemente » no manifestaban síntomas.

La familia de Cubataxi
Felipe Morales Pérez, director de la entidad, no dudaba de la respuesta de su colectivo, que fue objeto de una rigurosa auditoría durante tres meses para lograr la calificación de satisfactorio, pero lo que más resalta es el sentimiento solidario y humano compartido entre todos.
No ha sido fácil distribuir lo poco entre muchos; sin embargo, los 90 carros que funcionan en la provincia tienen como prioridad número uno las hemodiálisis, y en la medida de las posibilidades realizan otras coberturas ante la difícil situación del transporte.
«En medio de limitantes con el combustible, el destinado para el traslado de los 227 pacientes de hemodiálisis hacia el hospital de Santa Clara, de Sagua la Grande y Caibarién no ha tenido ninguna afectación, es intocable, y está garantizado », puntualiza el jefe de la base.
La fraternidad se ha convertido en la premisa fundamental entre enfermos, acompañantes y choferes, y cuentan que se hace tan marcado el vínculo afectivo, que aun cuando la persona ya no esté, por los propios desenlaces de la vida, los conductores siguen visitando a los familiares para darles el apoyo que necesitan, incluidos los jefes de base.
«Hay varias anécdotas que hablan de una gran familiaridad. En estos tiempos es significativo ver cómo las personas trasladadas traen su termito de café para el chofer que queda en espera durante esas cuatro horas, y a la vez, la reciprocidad de los taxistas con otros gestos hacia las familias. Todo nace de lo que somos… cubanos », enfatiza Morales Pérez.
Cada uno de los pasos dirigidos a la reorganización se ha coordinado con Salud Pública, que antes recargaba el peso de las funciones en las ambulancias y ahora lo asume Cubataxi, con dos pacientes y dos acompañantes en cada vehículo. Ello propicia ahorro y garantiza la tarea.
Acciones de Oncología

Para el Dr. Manuel Toboso Alcántara, dirigir un centro como el Hospital Oncológico Celestino Hernández Robau es asumir los retos que imponen las numerosas responsabilidades, pero lo que resulta inadmisible es suspender los tratamientos oncológicos ante la contingencia energética.
Unos 160 pacientes reciben diferentes terapéuticas en la especialidad, sobre todo la radioterapia, que exige sesiones prolongadas. Estas comienzan a las 6:00 de la mañana y concluyen cerca de las 8:00 de la noche.
El Dr. Toboso Alcántara explica que el inicio se ha establecido con los enfermos procedentes de Sancti Spíritus para proseguir con los de Villa Clara y luego Cienfuegos. Al finalizar con los de la Perla del Sur, se hacen otros casos de nuestra capital provincial y se atiende a los hospitalizados.
«Hasta el momento, los municipios garantizan el transporte, pero en caso de que en algún momento resultara imposible, existen coordinaciones con el Cardiocentro para el hospedaje, en el hotel Bristol, de aquellos residentes en sitios distantes y así evitarles la suspensión del tratamiento en cuestión ».
Volantes de Medibús
Aun sin ver los primeros claros del día llega el de pie para Porfirio Acosta Mesa, cuya misión es trasladar a los pacientes de Sagua la Grande con turnos médicos en Santa Clara. La travesía se emprende a diario, y debe esperar en los parqueos aledaños al hospital Arnaldo Milián Castro hasta que concluya el último caso.
Muchas veces lo sorprende la noche en el camino de retorno. Algo similar le ocurre a su colega Antonio Marrero Reinoso, quien reside en Picadora a unos 4 km de Corralillo, y cuando tiene que recoger pacientes en La Panchita debe levantarse a las cuatro de la madrugada, para seguir su ruta por Rancho Veloz, Quintín Bandera y otras comunidades; pero sigue la tradición de su padre y de otros familiares que han dedicado su vida al volante.

Tanto uno como el otro saben que se trata un oficio de paciencia, porque hay que adaptarse a las particularidades de los enfermos. En ocasiones se trasladan con su sillón de ruedas y corresponde a ellos acomodarlos y brindarles la debida atención.
¿Riesgos? Miles. «Solo los choferes lo saben. Estamos expuestos a las imprudencias de peatones, de carretoneros, bicicleteros, que dan un giro indebido o se interponen en el camino; pero tenemos que garantizar nuestro objetivo y los conductores de Medibús no fallarán ».
En medio de todo existen municipios que encuentran otras alternativas para la transportación. El Dr. Diovani Hernández Plasencia, director provincial de Salud, menciona a Santo Domingo, Ranchuelo y Manicaragua, con historias protagonizadas por villaclareños que, por encima de las dificultades, enriquecen el alma.