Yabú, y los caminos por andar

Hace medio siglo se creó la principal abastecedora de alimentos agrí­colas de Santa Clara. Recuento de las ideas fundadoras.

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Valle del Yabú en Santa Clara
(Foto: Archivo)
Luis Machado Ordetx
Luis Machado Ordetx
@MOrdetx
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29 Septiembre 2019

Medio siglo atrás cuando se fundó la Empresa de Cultivos Varios Valle del Yabú, en la periferia de Santa Clara, siempre hubo un pensamiento reiterado: aplicar una agricultura moderna de sistemático intercambio entre ciencia y técnica, embrión de la Revolución de los Rendimientos (R.R) agrí­colas.

Fue el sueño de Arnaldo Milián Castro, miembro del Buró Polí­tico del Partido y primer secretario en la entonces provincia de Las Villas, y casi simultáneo al nacimiento del Yabú surgieron otras entidades homólogas en el Valle de Caonao, Caibarién, La Reforma, Juraguá, Horquita, Jatibonico, Lagunillas y Sagua la Grande, convertidos en la actualidad en polos cosecheros de las provincias centrales.

Por vez primera, a partir del 29 de septiembre de 1969, con í­mpetu, se comenzó a hablar de seguridad alimentaria, de abastecimientos y de creación de áreas experimentales para demostrar la propagación de semillas que alcanzaran mayores resultados productivos en menor área sembrada.

Decí­a Milián Castro que la «tierra no crece, y la población sí­ », para lo cual era necesario buscar alimentos y reducir los costos en su obtención. Cuatro años después de aquella fecha cuando arrancó la RR, el dirigente polí­tico insistí­a en el ví­nculo de la mecanización y la tracción animal. Era la visión de emplear suelos apropiados con variedades de alto potencial productivo, asistir las plantaciones de manera sistemática y con uso eficiente del agua con sistemas de regadí­os y la existencia de hombres con mentalidad y voluntad de transformación de los campos.

Casas de cultivo, Valle del Yabú
(Foto: Archivo)

Eran en esencia los parámetros de la Revolución de los Rendimientos,  y allí­ adicionaban las investigaciones expuestas por profesores de la Universidad Central «Marta Abreu » de Las Villas, o del Centro de Mejoramiento de Semillas Agámicas (CEMSA) Fructuoso Rodrí­guez, de Santo Domingo. No descuidaban, incluso, la creación de industrias conserveras y la calidad de las producciones que llegaban a la población.

En los contextos agropecuarios hoy casi no se habla en Cuba de la Revolución de los Rendimientos, y hasta algunos especialistas piensan que los conceptos que se discuten son «nuevos, modernos o recientes », cuando entonces se insistí­a en que sin regadí­os, estudios de suelos y variedades era imposible cualquier logro productivo.

No desatendí­an la propagación de esas ideas entre campesinos, y hasta experimentar en zonas de montaña la producción de vegetales en época lluviosa con el propósito de disponer de cosechas durante todo el año. Los ejemplos  están contenidos en algunos discursos de Milián Castro recogidos por Vanguardia, el periódico villareño, durante el primer lustro de la séptima década del pasado siglo. Allí­ proclamó que era necesario «crear una conciencia sobre el acopio de las cosechas […] No es solo una técnica de acopios y de envases especiales » porque las producciones llegan al consumidor defectuosas, dañadas y «quieren darle gato por liebre » cuando en realidad se merece lo mejor, y por eso paga. El camino todaví­a, por «h o por b » sigue empedrado.

Aquel año de 1971 fue el peor de los registros villareños en los rendimientos de viandas al alcanzar las entidades agrí­colas unos 931 qq/cab, y dos años después los rumbos fueron cambiando con sistemáticas inversiones en maquinaria y riego. Apuntó Milián Castro que el problema «no es solo cumplir los planes de siembra; a veces hay que sembrar mil caballerí­as, pero ¿cuándo se siembra?, porque cada una de estas variedades tiene su época de siembra […]; hay que crear una disciplina tecnológica », pendiente todaví­a en muchos lugares.

En cinco años se concibió la RR, porque en «ciencia y técnica no hay “verdades eternas”, de ahí­ la urgencia y vitalidad de la experimentación », perí­odo en el cual el Valle del Yabú ascendió en sus volúmenes de producción. Después en un corto tiempo, rebasó el millón de quintales de viandas y vegetales, entre los que sobresalí­an producciones de plátano, malanga del tipo Isleño-japonesa, Rosada y Blanca tradicional, así­ como yuca y boniato. Desde entonces esa cifra nunca más se alcanzó aunque existe algún que otro coqueteo.

La malanga, en cualquiera de sus variedades, fue un cultivo anual y sistemático en áreas del Yabú, en Santa Clara. Ahora se va al rescate de sus producciones. (Fotocopia: Luis Machado Ordetx)

La superación técnica de los trabajadores, el caudal cientí­fico de las universidades y centros de investigación, y hasta comparaciones productivas entre simientes de papa nacional y foránea, animaban a Milián Castro y sus seguidores. Decí­an, «todaví­a estamos en pañales » de la Revolución de los Rendimientos y la explotación de denominados cultivos rústicos, como la malanga, yuca, boniato y plátano.  

Hacia esas y otras metas va la empresa agropecuaria Valle del Yabú, empeñada medio siglo después en un amplio programa de desarrollo y diversificación de las producciones que incluye como principal baluarte el suministro de alimentos a Santa Clara, la capital provincial. No obstante, todaví­a queda camino por andar en más de 22 000 hectáreas de patrimonio de una entidad estatal socialista que batalla por la integralidad y la disciplina tecnológica.

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