

A sus 92 años tiene una lucidez extraordinaria, y vive pegada a la radio con su emisora favorita, la Reina Radial del Centro; la W, como la llama, y cada sábado espera ansiosa la llegada del periódico Vanguardia, pues «dice las cosas de mi provincia, que son las que más me interesan », según afirma.
Miriam Meneses ejerció la labor educativa durante casi medio siglo, siempre como directora. Dirigió por 20 años el Concentrado Rural de Yabú, luego estuvo cuatro cursos al frente del Internado Marta Abreu y finalmente, hasta su jubilación, en 1998, dirigió la Casa de Niños sin Amparo Familiar 2, en la ciudad de Santa Clara.
Para los cientos de niños que pasaron por sus manos, fue siempre «Mami Miriam », expresión de cariño hacia la justa, pero comprensiva educadora, quien vivía, casi de manera permanente, en el centro laboral que en ese momento estuviese dirigiendo.
Al hogar de Miriam llegó en la mañana de este sábado 14 de diciembre, un grupo de educadores jubilados para rendirle el merecido homenaje a esta consagrada mujer, quien resulta ejemplo de entrega y amor a la profesión de educar.
Eran excompañeros suyos de largos años y amigos de toda una vida, a los que ella llama «hijos », de manera cariñosa, quienes, puestos de común acuerdo, decidieron congratularla en el marco de la Jornada del Educador.
Para Miriam resultó una total sorpresa, por eso la emoción se sintió en la mirada humedecida y en sus palabras de agradecimiento.

Eneida García íguila, fundadora de los Círculos Infantiles en Santa Clara, primera directora del CI Muñeca Negra y directora de la Casa de Niños sin Amparo Familiar Nro 1, le trajo croquetas, panes y pasta de bocadito; en tanto, Liliam Gómez Arroyo, quien fuera subdirectora de esa propia Casita, le regaló una sabrosa panetela de capuchino, hecha por ella misma.
Oniel Tejeda y su esposa Carmen Valdés, ambos jubilados de Educación Provincial, también agasajaron a Miriam y lo mismo hizo Argelia Lobo, la única aún en activo, quien asistió acompañada de su hija.
El familiar encuentro sirvió para recordar anécdotas de tantos años consagrados a la hermosa profesión de educar; y Miriam volvió a revivir las continuas visitas de Díaz-Canel y Lázaro Expósito a su Hogar de Niños sin Amparo Familiar con el objetivo de interesarse por esos pequeños y ayudarles a resolver sus carencias afectivas.
Pero, por sobre todo, resultó un homenaje entre educadores que han cumplido bien la obra de la vida y se han hecho acreedores de esa bella frase martiana de Honrar, honra, que tanto enaltece, y que todos ellos merecen.