
Con el propósito de habilitar nuevos espacios para el tratamiento a personas contagiadas con la COVID-19, por estar en contacto con casos confirmados con la virosis, una brigada de trabajadores no estatales, dedicada a la construcción, acondicionaron en tiempo récord un área de terapia intensiva en el hospital Celestino Hernández Robau, de Santa Clara.
Este lunes, tras el encargo realizado por autoridades del Gobierno en Villa Clara, la tropa que lidera el joven Rafael Herrera Quintana, que desde hace más de cuatro años incursiona en el oficio, no lo pensó dos veces, y de inmediato se personó en esa institución, para levantar paredes y separar el nuevo espacio del ala hospitalaria dedicada a pacientes de Oncología.

Precisamente, en el momento en que procedían a la encomienda con el empleo de materiales propios, y sin mediar un contrato de trabajo para proceder al pago, un equipo de Vanguardia visitó el lugar, para indagar sobre la noble tarea en función de salvaguardar a los villaclareños, en tiempos en que la vida de todos está bajo amenaza, y exige unir voluntades.
«De aquí no nos vamos hasta que no terminemos ». Le escuché decir a Rafael, quien, con el sudor corriéndole por la frente, daba orientaciones precisas a sus compañeros.
Al indagar por la ejecución del trabajo que voluntariamente asumieron, me comentó que por cuestiones personales lleva en su corazón a los médicos y enfermeras de ese centro asistencial, pero más allá de su sentir, insistió sobre la emergencia de una tarea que no admite demoras. «Hacía falta nuestro apoyo, y aquí estamos. Son momentos de unirnos ».
El equipo que Rafael dirige tiene experiencia en obras ejecutadas en la provincia con esmero, calidad y buen gusto, entre las que sobresalen, la Corresponsalía de Radio Rebelde en Villa Clara, el local de la Asociación de Comunicadores Sociales, instalaciones turísticas en Cayo Santamaría y el hotel La Granjita, la Casa del Chocolate, y otras vinculadas con la reanimación de áreas administrativas de empresas e industrias de la provincia y otros territorios, y la reparación de viviendas afectadas por el huracán Irma.
Al preguntar a Yoismel Vázquez Aguilar sobre la decisión de donar la obra, insistió en la urgencia de evitar a toda costa el contagio, y proteger a pacientes y médicos de Oncología del también llamado Hospital Viejo, además de la premura en dejar lista la sala.
Con una cinta métrica en la mano, Claudio Romero Silva calcula las distancias para situar las placas de pladur componente usado para levantar paredes en poco tiempo y ubicar los perfiles metálicos, atornillar, rematar con yeso y proceder a la pintura.

Antes de continuar, detiene por un momento sus ágiles dedos, y responde a mi interrogante: «Mire, esto es muy serio. La Patria nos llama, y hay que actuar ».
En tanto, Juan Miguel González Pérez no quiere perder un minuto, y a tanta insistencia de mi parte, expresó: «Este es nuestro pequeño aporte a una obra de todos, para que el mal momento pase rápido y podamos volver a la normalidad. El enfrentamiento para evitar la propagación del virus es ahora o nunca. Hay que ayudar en lo que sea ».
Al indagar por el costo del trabajo que voluntariamente donaron, Rafael respondió: «Hay cosas que no tienen precio ».
De regreso a la Redacción de Vanguardia, dejé atrás a gente comprometida con su tiempo, quienes, desde el anonimato, haciendo gala de sus habilidades en la construcción, desafían por la vida, al nuevo coronavirus.