
La preparación de futuros docentes en la escuela pedagógica Manuel Ascunce Domenech, en Santa Clara, ha sido pospuesta ante el actual contexto epidemiológico, para dar paso a médicos, enfermeros y personal de apoyo, empeñados en ganarle la batalla al nuevo coronavirus.
Habilitada con todas las condiciones para funcionar como centro de aislamiento uno de los 36 activos en Villa Clara, la institución atiende a contactos de casos confirmados con la COVID-19.
Los primeros pacientes llegaron al plantel, ubicado a pocos metros de la Circunvalación, el pasado 29 de marzo, y desde entonces, el silencio reina en la institución, para ofrecer el seguimiento oportuno a los santaclareños identificados en las pesquisas activas como sospechosos en vigilancia, procedentes de varios consejos populares.

El joven Yasniel Roca Macías, director de la Unidad de Estudio 1, dejó momentáneamente su profesión para asumir la administración del centro, donde labora un equipo de trabajo que rota cada 24 horas, integrado por cocineros, ayudantes de cocina, auxiliares de limpieza y custodios, entre otros encargados de la logística y estadística.
A ellos se suman representantes del Partido, Gobierno, Educación y el Inder, quienes garantizan el adecuado funcionamiento de la instalación.
Relata Yasniel que cuando les informaron a los trabajadores sobre la urgencia de apoyar la tarea, todos respondieron sin titubeos, a pesar de los riesgos a que se exponen, pero, como expresó Mirta Lino Conde, la carpetera convertida en pantrista, el lavado de las manos con lejía, el uso del nasobuco y de vestuarios adecuados, a la hora de interactuar con los pacientes, funcionan como una barrera protectora contra la epidemia.
Un carro de la Agencia de Taxis permanece en el parqueo, listo para cualquier emergencia, y ante una mayor urgencia, la ambulancia acude de inmediato.
El aseguramiento necesario
A pesar de las limitaciones financieras por las que atraviesa el país, el Estado cubano no escatima recursos para ponerlos a disposición de hospitales, policlínicos y centros de aislamiento, a fin de salvaguardar la salud de la población, ante la amenaza que representa la pandemia.
Raúl Peralta Silverio, trabajador del Inder Municipal, enfatizó que en la escuela, transformada en instalación sanitaria, no falta nada.
«Las personas ingresadas aquí tienen a su disposición un televisor en cada sala, artículos de aseo y agua corriente con un sistema de duchas. De ausentarse, el preciado líquido es almacenado en tanques situados en los pasillos ».
«Asimismo expresó Yasniel, la alimentación está asegurada, con servicio de desayuno, almuerzo, comida y merienda intercalada, con una dieta balanceada que contiene proteína animal, granos, ensalada y viandas.
«Si un paciente requiere de un tratamiento diferenciado, y necesita determinado medicamento, se coordina con la farmacia del área de salud Marta Abreu, para ponerlo a su disposición ».
Cuando el deber llama
Más allá del vestíbulo, pasillos y aulas, se encuentran los edificios que ocupan la residencia estudiantil, convertidos ahora en 19 salas, donde el día de la visita del equipo de Vanguardia permanecían 111 pacientes de ellos, un niño de siete meses de nacido y otro de un año; en tanto, 46 habían regresado a sus hogares, tras ser dados de alta, por resultar negativos a la virosis en la última prueba de PCR practicada a los 14 días de su permanencia aquí.
Diez galenos e igual número de enfermeros, así como un estomatólogo, epidemiólogo, estadista, dietista y operario de vectores, divididos en dos equipos, están al tanto de cualquier sintomatología.
Los casos dudosos son discutidos entre todos y consultados con el Puesto de Mando Municipal, para la toma de decisiones; mientras las pruebas de PCR en tiempo real se llevan al Laboratorio Territorial de Biología Molecular, para ser procesadas. En dependencia de los resultados, se procede a la conducta a seguir, acorde con los protocolos establecidos.

Insiste el doctor Osnel Concepción Díaz, al frente del equipo médico, sobre la responsabilidad que asumen en momentos en que el país se enfrenta a una enfermedad desconocida, pero se siente optimista y confiado de que saldremos adelante, al contar la nación con un sistema de Salud organizado desde la atención primaria.
¿Qué le aconseja a la población?
De su disciplina y disposición a colaborar, depende el éxito de esta difícil etapa. La mejor vacuna es quedarse en casa.
El especialista en Medicina General Integral Dr. Norbert Fernández Santos, vecino del consejo popular José Martí, con un vasto historial en el cumplimiento de varias misiones internacionalistas, fue uno de los primeros en combatir la virosis en el hospital militar Comandante Manuel Fajardo Rivero, y ahora le sigue los pasos en la escuela formadora de maestros.
Su vida la ha dedicada al prójimo, lejos del hogar, ¿qué opina la familia, ahora que el deber de nuevo toca a la puerta?
Me cuida y se preocupa, pero sabe que amo mi profesión y el deber siempre se antepone, mucho más en tiempos que exigen de sacrificios. Tengo dos hijas y soy abuelo de una nieta preciosa.
Por su parte, el licenciado en Enfermería Ibrahim García Larrondo está al tanto de las personas que esperan por cumplir los 14 días de aislamiento. Una cuarentena obligada, según refiere, para descartar la posibilidad de contaminar a familiares, amigos y compañeros.
En la escuela, que ha cedido espacio a las mujeres y los hombres de las batas blancas, se hace sentir la presencia de los jóvenes.


Con solo 21 abriles, Lisbety Moreno Flores, estudiante de cuarto año de Enfermería, asume con seriedad la encomienda. Otros de tez suave, andar ligero y alma generosa ocupan también su lugar junto a los más experimentados, para convertirse en celosos guardianes de la salud del pueblo.