
Los estándares de belleza, que siempre hacen extremadamente complicada la vida de millones de personas, llevaban mucho tiempo etiquetando el cabello rizado como «malo», «poco profesional» o «rebelde». No solo se inculcó el mensaje de este lacio sofisticado, sino que llegaron las planchas y los tratamientos químicos como soluciones rápidas.
Con la pandemia, todos tuvimos que dejar pequeñas partes de nuestras rutinas, entre ellas, la de hacernos la keratina. Al pasar mucho tiempo sin alisado, nos vimos obligados a descubrir la estética natural de nuestro cabello.

Más que aparecer una tendencia del rizo, surge un movimiento de aceptación de las raíces étnicas. Al ver a figuras afrodescendientes mostrando su cabello natural, dejamos atrás los peinados perfectos de los años 90-2000 y asoman estilos con una marcada identidad cultural.
«Yo fui víctima, como todo el mundo; pero en el 2017 decidí parar y entré en algo que se llama tricología, que es la ciencia que estudia los cabellos y me obsesioné. A partir de ahí, empecé a estudiar Psicología y, al mismo tiempo, Cosmetología», confiesa Adriana Domínguez Ruiz, directora del proyecto Ancestros. La tricología consiste en un área de la medicina estética que se centra en el diagnóstico y tratamiento de las afectaciones del cabello.

«Viví una etapa con un compañero que, de buenas a primeras, me puso un peine en la mesa del trabajo; para mí fue muy ofensivo, porque a las personas de cabello lacio no se les dice bájate el pelo, pero a nosotras sí. Entonces viene siendo como una descolonización mental de los productos de laciado, del químico, el formol, los tintes y de la agresión a nuestro cabello, que ha terminado por dejarlos secos.
«Tengo clientas que me dicen: “Con mi pelo rizado llamo muchísimo la atención, mucho más que cuando lo tenía laciado”. Pienso que nos libera y, de cierta manera, es una revolución del “soy negra y qué”».
Las historias de cada rizo
Cuando decides dejar crecer tu cabello natural, aparece en tu vida un nuevo concepto: «transición capilar». Para que no suene tan complicado, consiste en dejar de aplicar color, alisados químicos, keratinas o calor directo al cabello, para dar paso a su textura natural.

La transición puede durar desde un mes hasta un año, y tienes dos opciones: ir cortando de forma regular las puntas o realizar «el gran corte». A las mujeres, sobre todo, nos cuesta mucho dejar ir el largo de nuestro cabello.
«Pasar del pelo lacio al rizo me resultó complejo. Venía de estar años con keratinas, y cuando decidí dejarme el rizo, no sabía cómo cuidarlo ni que productos usar», explica Lucía. «De hecho, creía que las personas tenían las ondas o los rizos estilizados naturalmente, y resulta que no, que son horas frente al espejo».
«A la altura de mis 14 o 15 años, todo el mundo se hacía keratina. Estaba en esa disyuntiva de querer tener el pelo lacio y pasar menos trabajo, al final nunca lo hice. Mi relación con mis rizos ha sido divina y mi mayor preocupación es mantenerlos sanos cuando aplico decoloración para obtener el cobrizo que me gusta», expresa Kaylim.
Si bien en el caso de las mujeres muchas veces se impone una melena larga y brillante, también solemos contar con el apoyo materno desde pequeñas para mantenerlo. Los hombres de pelo rizado, por otro lado, en ocasiones tienen el prejuicio social de creer que cuidar el cabello resulta una «preocupación femenina».

«Siempre tuve el pelo corto, como los hombres. Y cuando lo tenía medio largo, el consejo, mejor dicho, la orden, era péinate o cepíllate. En la pandemia, como no podía salir, no sentía la necesidad de cuidar tanto mi apariencia, y me di cuenta de que el "desorden" u ondas que hacía el pelo eran los rizos intentando ser felices», comenta Jorge.
Muchas personas no poseen la paciencia suficiente, durante la transición, para lidiar con dos texturas diferentes. Sin embargo, este proceso nos permite conocer de verdad qué funciona en nuestro cabello y enamorarnos de él.
Es necesario hacerte un cronograma mensual: dividir tu tiempo de lavado en cuatro semanas, dedicar dos a aplicar nutrición e hidratación y otra, a reestructurar tu cabello. Si no encuentras cómo peinarte, experimenta, dales una oportunidad a los turbantes, las trenzas o el moldeado.
Una mirada profesional a los remedios caseros
Los cubanos tenemos un remedio para todo, y el pelo no se queda atrás. El gran problema recae en saber decidir cuáles son útiles y no empezar a echarle romero al champú porque sí. Adriana, por su parte, recomienda muy pocos en su salón.
«A veces les digo a mis clientas que apaguen el Facebook, porque vienen con cada mascarilla. Por ejemplo, el bicarbonato es excesivamente ácido para el cabello y te lo va a resecar, el café que te están diciendo es un café soluble, no el de nosotros, que resulta ácido, o el azúcar, que actúa como exfoliante, pero se usa una vez al mes y no en todos los casos.

«Toda mascarilla que vayas a utilizar tiene tres fases: el principio activo, o sea, la parte que se absorbe rápido; un conductor y una fase oleosa. Nuestro cabello absorbe muy poca cantidad de aceite, el 0.5 % del aceite que tú le echas a tus mascarillas es realmente el necesario. Entonces, ese baño en aceite es contraproducente, y va a hacer que el cabello se tueste, sobrecargue y dañe.
«En el mundo de la cosmetología, el llamado aceite maravilloso, el de coco, para mi entender está sobrevalorado. Como nosotros lo hacemos, que es friendo la manteca del coco, pierde propiedades. El aceite de coco de grado cosmético es un aceite que se refina en frío para su uso.
«Los cosmetólogos tenemos mucho miedo a las mascarillas caseras, porque no puedes controlar las cantidades, preferimos usar el producto elaborado, que es mucho más rápido y eficiente. Sin embargo, mi abuela diría: “¿De dónde sale lo que tú me estás dando si no es de una planta?”».
La idea de cuidar el cabello con productos al alcance de tu mano, y del bolsillo, a veces es demasiado buena para ser verdad. Todo tipo de pelo, independientemente de su textura, requiere de cuidado y paciencia para alcanzar un acabado hermoso y sano.
Si tienes el cabello liso, no corras a exponerlo a permanentes o moldeados para cambiar su textura. Lo hermoso no consiste en la tendencia del cabello rizado, sino en la búsqueda de un estilo auténtico. Es el momento perfecto para abandonar las imposiciones estéticas y lucir tal y como somos.