El sol ilumina para todos

El complejo Santa Rosalía tuvo un gesto de amor con pacientes de la Sala de Oncohematología del Hospital Pediátrico de Villa Clara, en historias de familias unidas por la sensibilidad humana.

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Cumpleaños colectivo en la Sala de Oncohematología del Hospital Pediátrico de Villa Clara.
La alegría se comparte con la realización de cumpleaños colectivos en un área permitida.(Foto:Ricardo R. González)
Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
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11 Agosto 2025

La disciplina resulta evidente. Pacientes y familiares permanecen en sus cubículos cumpliendo al máximo las medidas de protección que la Sala reclama. Allí conviven pequeños y adolescentes que ya han perdido el cabello debido al tratamiento, y las hembras lo disimulan al recurrir a sus gorritos.

Es la Sala de Oncohematología perteneciente al hospital pediátrico universitario José Luis Miranda, de Villa Clara, donde no hay espacio para pesimismos ni decepciones, porque la vida se impone y, entre todos, tejen sus sueños apoyados en diferentes ilusiones.

Paciente Yordan Daniel muestra su colección de pequeños animales.
Muy observador es Yordan Daniel Pérez Ríos, de 3 años, acompañado por su mamá, Youdalis Ríos López. Prefiere sus diminutos animales, que muestra sin reparo.  En mayo iniciaron el tratamiento. 

Algunos son expresivos y se convierten en líderes, otros permanecen callados, pero su instinto de observadores está muy presente, y no faltan los que exponen visibles temores ante la presencia de extraños, al imaginar que recurrirán a las agujas o a otros métodos nada gratos para ellos.

Así escriben su historia. Ríen y hacen travesuras. No importa si falta el cabello o los bracitos permanecen entablillados con las bránulas, lo que nunca los abandona es la esperanza.

Prueba de amor filial

En una mañana de este caluroso agosto llegaron hasta allí representantes del complejo gastronómico cultural Santa Rosalía, perteneciente a la Empresa Extrahotelera Palmares S. A., y del Sindicato Provincial de Trabajadores del Turismo, en las personas de Manuel Soliño y María Vázquez, respectivamente. Ellos acudieron con donativos propiciados por este colectivo a todos los infantes que reciben tratamiento en estos momentos.

Paciente Caleb, su mamá, la doctora Marta Beatriz y Manuel Soliño, del complejo Santa Rosalía.
El papá de Caleb lo mira y se comunica con él a través de una ventana.
Aquí está Caleb junto a su mamá, Mayumi (a la izquierda), la Dra. Marta Beatriz y Manuel Soliño (el Pionero), luego de que el niño recibiera sus obsequios. Desde una ventana exterior de la Sala, para cumplir con la disciplina, José Luis León Rodríguez, el papá de Caleb, sigue los pormenores de su hijo.(Fotos: Ricardo R. González)

Desde allí conocieron a Caleb León San José, siempre sonriente, activo, de esos niños a los que no les faltan las palabras y demuestran una disposición extraordinaria para asumir la representatividad entre todos.

Junto a su mamá, Mayumi San José Díaz, comparte retos y esperanzas en la Sala; sin embargo, la responsabilidad paterna se hace sentir. José Luis León Rodríguez sabe que no puede violar los reglamentos establecidos por el bienestar colectivo. Desería besar a su Caleb, en su corazón permanece ese deseo, y desde la ventana externa del recinto sigue a su hijo y le trasmite su afecto.

Caleb ha recibido 19 tratamientos de quimioterapia, además de radiaciones en La Habana. Estuvo año y medio en esta Sala de Oncohematología, y una recaída impuso el retorno.

De Media Luna a Santa Clara

Cada cubículo constituye una lección de amor al prójimo. El caso de Lennoy Alexander Andrés Núñez, de 7 años, es el ejemplo vivo de que nada puede obstaculizar la vida de un menor. Residen en el lejano Media Luna, municipio de Granma, aquí casi no tienen familia. Su mamá, Lisandra Núñez La O, relata que hace unos meses vivieron un momento difícil cuando el pequeño manifestó signos de gravedad.

Lennoy Alexander Andrés Núñez, de 7 años, de Media Luna, Granma.
Desde el oriental municipio de Media Luna llegó Lennoy para recibir su tratamiento en Villa Clara. (Foto: Ricardo R. González)

«La desesperación era marcada. Allá no había camas para el ingreso, y el director del Hospital de Manzanillo, que conoce muy bien a Lennoy, en extremo preocupado, comenzó a llamar a otros servicios del país. Era como si el niño fuera un familiar de él. Con tan buena suerte, la Dra. Marta Beatriz García, jefa de la Sala en Villa Clara, recibió la llamada y se abrieron las puertas de esta provincia, a pesar de la distancia».

Cuatro meses llevan en el centro de Cuba. Con anterioridad, el niño había recibido tratamiento en Santiago de Cuba. Ahora ha tenido una recaída.

Paciente Rocío Barrios, de 17 años.
Rocío Barrios Verdece, 17 años, había terminado tratamiento, pero una recaída la hizo retornar. (Foto: Ricardo R. González)

Similar reincidencia experimenta Rocío Barrios Verdecia, quien ya había terminado su ciclo, pero sus condiciones la llevaron nuevamente a la Sala luego de un año de pasar por radiaciones y otras terapéuticas.

Más historias entre cubículos    

Paciente Gilian Borges.
Yesenia Diéguez García considera que su hijo, Gilian Borges Diéguez, evoluciona muy bien en los cinco meses que lleva de tratamiento. (Foto: Ricardo R.González)

Mientras cada infante recibía sus obsequios, se conocían particularidades en torno a la afección oncohematológica. Por primera vez en ingreso, Samanta Rondón Carvajal, de 9 años, no oculta su vitalidad, al igual que Nascheli Zerquera Felipe, de 3 años, acompañada por su mamá, Adriana Felipe García, durante los dos meses de esta primera hospitalización tras detectarse el padecimiento.

Paciente Nascheli Zerquera, junto a su mamá, y el Héroe del Trabajo Manuel Soliño.
Nascheli Zerquera Felipe, de solo 3 años, se refugia en su progenitora, Adriana Felipe García, ante la presencia de extraños. (Foto: Ricardo R. González)

Cada una con su manera de ser. Allí están, también, Gilian Borges Diéguez, Diego Alexander Herrera Rodríguez, Yordan Daniel Pérez Ríos, Ana Lía González Flebles, Josiel Alejandro Quintero Iglesias, y pacientes que asisten para recibir tratamiento ambulatorio, como Luis Enrique Veitía Novoa, Yoanna, Robin Daniel y Yureily.

Paciente Luis Enrique Veitía y su mamá.
No solo hay pacientes hospitalizados. También los niños y adolescentes que reciben terapéutica ambulatoria, como el caso de Luis Enrique Veitía Novoa, junto a su mamá, Yaima Novoa Fernández. Ya suman siete meses de tratamiento y ambos se sienten muy bien atendidos por el personal de la Sala. (Foto: Ricardo R. González)

Son jóvenes y adolescentes que no pierden las motivaciones ni tampoco la ternura. Por ello hay celebraciones de cumpleaños colectivos como inspiración futura.

Junto a los progenitores, el personal de la Sala, que recibe el agradecimiento por tantas atenciones, y entre ellos, una especie de ángel protector, la Dra. Marta Beatriz García Caraballoso, un bálsamo que insufla ánimo cuando faltan las fuerzas en determinado momento, alguien que no deja de desvelarse ante un medicamento indispensable no disponible y quien fuera de la Sala, ya en su hogar, sigue pendiente de sus niños.

Paciente Josiel Alejandro.
Varias hospitalizaciones acumula Josiel Alejandro Quintero Iglesias, de 14 años. Su tratamiento supera ya el año y medio. La tía acompañante destaca su excelente comportamiento. «Muy disciplinado, me recuerda la hora de sus medicamentos y considera al personal de la Sala con una labor muy humanitaria, verdaderamente de excelencia». (Foto: Ricardo R. González)

Una gran satisfacción experimenta al ver que un pequeño mejora o transita hacia otro estadio en medio de circunstancias muy difíciles, cuando faltan citostáticos e insumos.

Aun así, sin magias, con mucha ciencia e intelecto, puede hablarse de un colectivo que logra un porcentaje elevado de supervivencia, sin ocultar que existen casos en los que resulta imposible la curación.

Lo insensible del mundo

No se concibe en ningún lugar del planeta dividir dosis de un citostálico entre los necesitados. Inaudito e inhumano que, ante la reacción adversa de un infante a un fármaco, resulte imposible adquirir el requerido porque la patente pertenece a un consorcio norteamericano, y aun en terceros países tienen prohibida su venta a Cuba. 

¿Habrá corazón que no sufra cuando a alguno de los menores que han logrado su sobrevida lo sorprenda, en algún momento, una infección sin disponer del acceso a catéteres permanentes imprescindibles?

Para toda persona sensible, el universo de la infancia debe convertirse en algo sagrado ¿Cómo es posible que existan trabas que coartan la sonrisa y la tranquilidad de una familia?

Paciente Ana Lía.
Ana Lía González Flebles tiene 12 años, es de Sagua la Grande y permanece desde enero en la Sala para su tratamiento. Con ella, su mamá Yailé Febles Rivero. (Foto: Ricardo R. González)

Pero si algo no se puede «comercializar», es la sensibilidad de nuestros galenos y del resto del personal de Salud para vencer obstáculos y limitantes. Así obran y se crecen ante los ojos de la humanidad

Y sume la irrupción de magos, payasos y exponentes de otras manifestaciones del arte que alimentan la necesaria espiritualidad, así como los aportes de otras entidades y empresas que, si bien no pueden donar el fármaco ideal, traen sus obsequios para propiciar alegrías que salen del alma en un mundo, injusto y cruel, pero donde el sol ilumina para todos.

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Idyelim Mecias

Lunes, 11 Agosto 2025 18:39

Soy mamá de un paciente de la sala de hematología en villa clara ya mi niño tiene 15 años padece desde los 5 meses de Hemofilia A y estamos muy contentos con nuestros médicos y personal de enfermería y demás y agradecidos por todo el apoyo que le dan todas las personas que hacen llegar a ellos todos estos donativos un saludo para todos y Miles de bendiciones

Carmen Luisa

Lunes, 11 Agosto 2025 18:10

Hermoso y sensible artículo. Cuánta falta hace que se aborden temas de esta manera