Foto de familia: Melaí­to contado por sus amigos

Los que pintan «muñequitos», amigos de siempre del más dulce del humor cubano, trazan su propia versión de Melaí­to a 50 años de fundado. 

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Colectivo del suplemento humorístico Melaíto celebra sus 50 años.
Liena Marí­a Nieves Portal y Laura Seco Pacheco
1871
21 Diciembre 2018

Los cuatro años que pasó en el Combinado del Este le angustiaron de tal manera que preferirí­a morir diez veces antes de volver a vivir un solo dí­a tras las rejas. A 270 km de su casa. No conocerí­a al nieto hasta mucho después, «para preservar la fantasí­a de que su abuelo estaba de viaje y llegarí­a en cualquier momento, de sorpresa, con un camión de bomberos bajo el brazo y un perrito de regalo ».

Caricatura de Jorge dedicada al aniversario 50 del suplemento humorí­stico Melaí­to, de Villa Clara, Cuba.
(Caricatura: Jorge)

Dice, sin embargo, que nunca se fue completamente de Santa Clara. Un buen amigo se encargó de que en cada visita le llevaran el Melaí­to del mes. A veces lograba conseguirle dos o tres ediciones, y, de no encontrarlo, lo «rastreaba » a como diera lugar. «Aunque esté “manoseado”, no importa. Pero por lo que más quieras, mi hermano, ¡mándame uno! ».

Y no entendí­a la esposa que revolviera, desesperado, dentro de la enorme bolsa de las visitas, y no precisamente porque buscara el congrí­ perfumado con laurel. Viví­a entonces en pausa, a paso corto, y la única manera de vaciarse el pecho de nostalgias inexpresables, incomprensibles se hallaba en aquel periodiquito flaco.

«Me perdí­ muchos momentos importantes de mi cí­rculo familiar, y esa es una cruz que cargaré mientras exista. Sus visitas me daban la oportunidad de hacerme sentir como padre y esposo, aunque me llenaban de tristezas y remordimientos.  

«Alegrí­a, lo que se dice alegrí­a, solo con Melaí­to.   Ellos Pedro, Linares, Roland y Martirena nunca lo sabrán, pero fueron la razón de que en un sitio tan duro como una cárcel, yo pudiera encontrar amigos, que es lo mismo que hablar de aliados y protectores. Al principio solo se los prestaba a unos santaclareños que encontré allí­, pero se regó como pólvora. Me los pedí­an los guardias y los reos que estaban, incluso, en otras alas del Combinado. Así­ fueron olvidándose de mi nombre. Para todos yo era, simplemente, el “melaí­to” de Santa Clara ».

Podrí­a decirse entonces que, de alguna manera,   te salvó.

Fue una puerta abierta a mi ciudad, a mis calles, a mi casa, a los problemas del villaclareño; el ví­nculo para no perder la condición de ciudadano activo. Melaí­to es Cuba con sus claroscuros;   pero, más que todo, fue mi mejor protección contra la soledad.

Caricatura de Del Toro dedicada al aniversario 50 del suplemento humorí­stico Melaí­to, de Villa Clara, Cuba.
(Caricatura: Del Toro)

Conocimos de esta historia de humanidad al lí­mite y no pudimos dejar de pensar en cuántos testimonios similares habrá por ahí­, silenciados bajo el peso de las décadas o la reserva de sus protagonistas. Medio siglo es bastante tiempo para cualquiera, y más en una isla de poca gente y mucha alma.

Medio siglo… ¡nacieron y murieron tantos! Sin embargo, Melaí­to no se ha detenido en archivar páginas y coleccionar premios: 50 años después continúa atrayendo como gigoló criollo, creando memorias y abrazando amigos. ¿Amigos nomás? Digamos, mejor, hermanos de causa y de risas.

Melaí­to constituye el «vicio » de cada diciembre para humoristas gráficos de Cuba y de los cinco continentes. Un veterano con «pegada », un látigo con cascabeles en la punta.

Que sean entonces ellos, los que pintan «muñequitos », quienes tracen su versión personal sobre el más dulce del humor cubano.

Palante y DDT, los hermanos de la capital

Asisten en «cuadro apretado » en cuanto se extiende la invitación, y soplan velas junto a Melaí­to por el placer de celebrarles «la gracia ». Los caricaturistas de Palante y DDT infaltables, imprescindibles hablan de amor y de humor, de compromiso con la verdad, y, en tierra villaclareña, de amistad y admiración.

Caricatura de Lema dedicada al aniversario 50 del suplemento humorí­stico Melaí­to, de Villa Clara, Cuba.
(Caricatura: Lema)
Caricatura de Narciso dedicada al aniversario 50 del suplemento humorí­stico Melaí­to, de Villa Clara, Cuba.
(Caricatura: Narciso)

Ismael Lema íguila (Lema) no recuerda el dato exacto de cuándo comenzó a colaborar con la tropa de Pedro, Roland, Linares y Martirena: solo sabe que «hace muchí­simo tiempo que conecté con ese equipo maravilloso. La publicación aporta enormemente al humor del paí­s, pero es una lástima que no se divulgue de forma impresa   por el resto de las provincias, pues la reclaman todos los que la conocen y disfrutan con sus chistes ».    

A Narciso Martí­nez (Narciso) no se le olvidan aquellos dí­as de la década de los 80 cuando comenzaron a vender los ejemplares de Melaí­to en 23 y L,   justo en el corazón del Vedado habanero.

Caricatura de Moro dedicada al aniversario 50 del suplemento humorí­stico Melaí­to, de Villa Clara, Cuba.
(Caricatura: Moro)

«Era una locura. La gente los compraba todos porque en ese momento se convirtieron en un aliciente para el humor cubano, y es así­ como aún se ve y se siente el trabajo que realizan. Melaí­to es un hijo de Palante que se le ha ido por encima no solo por la calidad de sus trabajos, sino por   llenar un vací­o importante en la prensa del centro del paí­s e, incluso, en los medios nacionales.  

«Tocan los temas justo donde hay que hacerlo, pero no de manera impropia, sino con una naturalidad y un humor criollo estelares ».

Jorge Sánchez, caricaturista de Palante y redactor de la página «Sexo sentido », de Juventud Rebelde, se unió a la «brigada » de Pedro Méndez en 1976, «cuando no era más que un camilito estudiando en Santa Clara.

«Para mí­, Melaí­to es lo máximo en el humor cubano. Esta tropa es genial, tanto los que quedan de la vieja guardia como los nuevos que van llegando. Me invitaron para hacer junto a ellos el mural con el tema de la indisciplina social, y acepté de inmediato, para que todo el mundo vea que Melaí­to es la plena representación del   precepto martiano de que la sátira es para la sociedad como un látigo con cascabeles en la punta. ¡Felicidades por sus 50 años, y que cumplan 50 000 más! No me canso de decirlo: Melaí­to es mi escuela ».

En 2013, en plena celebración de los 45 de la publicación villaclareña, Ramiro Zardoya Sánchez (Zardoyas) develó en entrevista con Rayma Elena Hernández que la esencia del más antiguo de los suplementos de la editora   Vanguardia   transpira   un «estilo San ­ta Clara », descrito como «humor con texto, con una gráfica apegada a la premura del editorial y, a la vez, con calidad ». Cinco años después, de vuelta a la ciudad,   Zardoya mantiene la misma percepción y coincide con los criterios de sus colegas de Palante, Moro y Yoe:  

Caricatura de Zardoyas dedicada al aniversario 50 del suplemento humorí­stico Melaí­to, de Villa Clara, Cuba.
(Caricatura: Zardoyas)

«Melaí­to muestra su consagración por defender durante 50 años el humor, y para cualquier publicación o proyecto resulta muy difí­cil poder sostenerse tanto tiempo. Ellos han sentado un precedente, pues todo caricaturista tiene que conocer qué se ha hecho antes ».

Arí­stides Fernández (Ares) habla de Melaí­to en términos de «familia », y lo valora desde una dimensión universal.

«Han demostrado el buen humor que se puede hacer en Cuba, y no necesariamente desde la capital. Son un colectivo que ha tenido la fortuna de rodearse de un ambiente cultural y polí­tico que no solo potenció la propia existencia de la publicación, sino su trayectoria social durante 50 años.  

Caricatura de Adán dedicada al aniversario 50 del suplemento humorí­stico Melaí­to, de Villa Clara, Cuba.
(Caricatura: Adán)

«Melaí­to logró tanto que hoy cuentan con el mejor salón de humor gráfico que se realiza en la isla. O sea, evolucionaron de un encuentro de carácter local hasta convertirse en un prestigioso evento internacional, y esto nos deja muchí­simas lecciones, como la de sobrepasar las dificultades y ver el fruto ».

Jorge Alberto Piñero Estrada, el Jape de DDT, abrevia su sentir con una sinceridad aplastante: «Melaí­to es como si fuera de mi familia ».

Y las palabras de Adán Iglesias (Adán) llegan con tanto filo y delirio como la propia mocha de nuestros humoristas. Su idea se resume, básicamente, en que «de estar en la capital, hubieran desbancado a todos los periódicos humorí­sticos que existen en el paí­s. Ello no quiere decir que tengan menos calidad por eso, sino al contrario: estoy reafirmando el hecho de que la situación geográfica siempre influye en las propuestas, en las exposiciones, etc.

«Melaí­to es una escuela de profesionales muy seria, con mucha constancia; un referente tremendo para todos los que se dedican al humor gráfico y han tenido la oportunidad de participar en el mejor salón que se hace en Cuba, desplazando otros como la Bienal Internacional del Humor, en Cienfuegos. Incluso, desde el punto de vista de conceptos, es más moderno que sus semejantes.

«Ya tienen un salón internacional y se les conoce mundialmente desde hace rato, pero la organización y la seriedad con que se empeñan en su trabajo, dota al evento y al colectivo mismo de inigualable profesionalidad. Los felicito por sus primeros 50 años y les deseo que continúen haciendo este tipo de humor ».

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