Adiós momentáneo a dos músicos

Con la muerte repentina, en menos de una semana, de Iván Trujillo Durán y Jesús Chu Rodrí­guez, la música sinfónica y popular en Villa Clara está de luto permanente.

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Luis Machado Ordetx
Luis Machado Ordetx
@MOrdetx
3012
18 Marzo 2021

Iván, el Gordo, se llevó el inconfundible y   melodioso sonido de sus aves preferidas. El coqueteo insistente de los dedos con los pistones de la tuba o el bombardino quedó apagado de manera repentina el viernes pasado. Ocurrió  con la muerte el más brusco de los minutos. El corazón se rajó en pedazos. Ahora también se fue Chu Rodrí­guez, y consigo tení­a prendido el sueño último por coronar un jazz-band, al estilo y semejanza de aquella antológica Orquesta de Música Moderna de nuestros predios.

Iván Trujillo Durán, músico villaclareño fallecido en marzo de 2021.
Iván Trujillo Durán, músico y pedagogo, hace años, con jóvenes estudiantes villaclareños. (Foto Ramón Barreras Valdés)

A ambos instrumentistas, formados en escuelas de bandas municipales, una en Camajuaní­, la de Iván Trujillo Durán, y otra en Placetas, la de Jesús Rodrí­guez González, la música los condujo por caminos diferentes. Uno derivó hacia el sinfonismo, y el otro, el Chu, enrumbó por ritmos más modernos, el arreglo musical, la composición y la dirección, sin obviar las lecciones pedagógicas que siempre trasladaron a jóvenes en formación.

La ejecución del mayor de los instrumentos de viento-metal en la Orquesta Sinfónica de Villa Clara, con Iván, el Gordo, sacando sonidos a la vibración de sus labios, allí­ al lado de los trombones, dejará un vací­o muy difí­cil de reparar en largo tiempo. De los 53 años de vida, por más de tres décadas estuvo dedicado a la consagración musical con una invariable versatilidad musical. Todo lo condujo a situarse, incluso, por sus solos, y el reforzamiento de las secciones de cuerdas y viento-madera,   entre los mejores tubistas del paí­s.  

Una nimia conversación con ese músico entrañaba obligadas recurrencias al instrumento, las particularidades signadas dentro del contexto sinfónico,  y lecciones a estudiantes de cursos elementales y medios. Muchos en ejercicios profesionales y ahora consagrados, dentro y fuera del paí­s,   jamás lo olvidarán.

El músico y pedagogo Iván Trujillo Durán y el periodista Luis Machado Ordetx.
En el teatro La Caridad, en Santa Clara, el Gordo Iván junto al redactor de estas luctuosas impresiones. (Foto Ramón Barreras Valdés)

Ahí­ está la historia de Manuel López Martí­nez, de Manicaragua, cuando a instancias de Iván, cambió la trompeta por la tuba.  Al observar el pedagogo la forma y fuerza de vibrar los labios del muchacho, en tránsito de un concurso académico, le dijo: «Toma otro pasaje, y ahora tu tesitura será conmigo ». A otros adolescentes los acogió como hijos y también les inculcó el infatigable amor por la música hasta convertirlos en amigos inseparables de «baterí­a » de viento metal en el universo sinfónico.

Dicharachero y libador de ron, Iván, el Gordo, al igual que Chu Rodrí­guez, sostuvo en ocasiones una impresión distintiva dentro de la música villaclareña. El Chu, con mayor reconocimiento público, soñaba despierto por rearmar una agrupación que acompañara a solistas en los habituales festivales de la provincia. Serí­a ese el mayor de los espectáculos artí­sticos, como una vuelta a la consagración de los viejos tiempos.

Aquella inyección jazzí­stica, que legó la programación de tres conciertos sucesivos para festejar en julio de 2011 el aniversario 43 del nacimiento de la Orquesta de Música Moderna de Las Villas (1967-1994), mantuvo en vilo a Chu Rodrí­guez. Expresó: « ¡Ahora sí­! cuento con animados instrumentistas jóvenes que formarán la nómina de la  agrupación ». Todo convergió en quimera.  Ví­ctor (Pucho) López Jorrí­n, antes de morir en septiembre del siguiente año, reí­a de lo lindo en habituales conversaciones, y hasta «oró » por hacer realidad lo que consideraba un sueño imposible para   su amigo. El decurso de muchas  circunstancias trazó zancadillas, dirí­an otros.

Jesús Chu Rodrí­guez, músico villaclareño  fallecido en marzo de 2021.
Chu Rodrí­guez en pleno momento creativo. (Foto Carlos S. Coll Ruiz)

Chu, tozudo y soñador, al igual que Pucho, conocí­a de la existencia de talentos, salidos de centros de enseñanza, con deseos de proveer una orquesta para seguir la lí­nea trazada por el maestro Armando Romeu González, cuando decidió, décadas atrás, incluir a Santa Clara como sitio de privilegio para la existencia de una big band de otra   galaxia. Por desgracia todo quedó en utopí­as y nunca más se repetirí­an los habituales conciertos de la tarde a un costado de «La Caridad », nuestro vetusto teatro.    

Aquel encuentro memorable, años atrás, para revivir la Orquesta de Música Moderna, estarí­a rubricado por el estreno de Grisell afroblues, una pieza que compuso Chu con el beneplácito personal de festejar la ocasión. Por desgracia, maldita casualidad, sucedió la muerte repentina del   maestro Rubén (el Negro) Urribarre Pérez, uno de los artí­fices de la celebración por el aniversario de la jazz band, y entonces Chu Rodrí­guez tomó luego el refugio con la familia, la orquestación y los fieles perros hogareños.

A Iván, el Gordo, como a Chu Rodrí­guez, con la tuba, el bombardino, el saxofón, y tal vez partituras entre las manos, una que otra vez los veremos transitar por las calles de Santa Clara guiando otros sueños enarbolados por  jóvenes que estremecen con música a nuestra ciudad. Entonces, como ahora, no será el adiós momentáneo, sino la estancia permanente para la evocación.  

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