Un mundo azul alrededor de Orlandito

En la localidad de Caguaguas, Quemado de Güines, una iniciativa comunitaria apuesta por la niñez, el arte y la inclusión

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Mislenis y su hijo Orlandito en actividad del proyecto Con autismo sembrando amor.
*Mislenis y Orlandito (a la izquierda) han sumado a madres y niños tanto de la comunidad de Caguaguas como de otros lugares de Cuba. (Foto: Fabio Artiles Vilches)
Lety Mary Alvarez Aguila
Lety Mary Alvarez Aguila
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19 Julio 2025

«Orlandito llegó para cambiarme la vida, para hacerme mejor persona», confesó, con visibles lágrimas, Mislenis Rodríguez Santana. La madre quemadense se emociona con facilidad, lleva dentro un nudo de expresiones que simbolizan la armonía perfecta entre su cabeza y corazón. Cuando se trata de su hijo Orlandito, toda palabra o acción resultan insuficientes. Traer al mundo a un pequeño con autismo es, en sí mismo, retador; sin embargo, más desafiante aún se ha hecho transformar visiones, demoler estereotipos e inculcar a todos que quizás nosotros mismos creamos la barrera de la diferencia.

Mislenis, madre de niño autista.
Emocionada, Mislenis contó su historia a Vanguardia. (Foto: Fabio Artiles Vilches)

Mislenis parece fuerte. Su presencia y tono de voz lo delatan. Desde la localidad de Caguaguas, y con el ímpetu de un ejército, comanda una iniciativa comunitaria que en poco tiempo ha crecido de un modo insospechado. Pudiera sonar insólito, no obstante, solo basta llegar allí, a ese punto aparentemente lejano de nuestra geografía provincial, para constatar esa pizca de lo real maravilloso. Niños, trajes, música y familia hacen palpitar el entorno rural con una idea que lleva por nombre Con autismo sembrando amor. ¿El principal responsable? Orlandito.

Una historia de inspiración y crecimiento

Santiago David Burgos Izquierdo, promotor cultural de Caguaguas, conversó con Vanguardia acerca del nacimiento de esta propuesta:

«Surgió de una idea de la madre del niño autista que tenemos acá en la comunidad, con el propósito de integrar estos infantes a la sociedad y lograr que formen parte de la vida cotidiana de los demás pequeños. Un día nos encontramos, conversamos. Luego, celebramos el primer aniversario con buenos resultados.

«Ya llevamos tres años como iniciativa y seguimos caminando. Se nos han afiliado las bases campesinas, que nos apoyan a la hora de costear las actividades. Hasta ahora, hemos tenido el respaldo de todas las instituciones del municipio, así como del Partido y el Gobierno, que nos han ayudado mucho. Para nosotros representa algo bien lindo y grande el hecho de ver cómo se unen y participan, cómo se conocen entre ellos», declaró.

Orlandito, niño autista juegs con niño en Caguaguas. .
Orlandito comparte con los niños de la comunidad. (Foto: Fabio Artiles Vilches)

Por su parte, Mislenis Rodríguez Santana contó detalladamente las razones que la llevaron a sembrar amor.

«Decidí iniciarlo luego de que pasó la COVID-19. Noté distancia entre los niños, sentí que era poco lo que se hacía por ellos. Entonces, tuve la necesidad de que todas las madres nos uniéramos y que nuestros hijos tuvieran un día especial, que los conocieran… A través de este impulso lo construimos. Creo que no pudo tener un nombre mejor. Se debe trabajar con mucho amor, entre los padres, los niños y todas las personas buenas que nos abren las puertas.

«Con esta iniciativa hemos unido a todas las madres de Quemado de Güines y otras, incluso de La Habana, Sagua La Grande, del consejo popular Quintín Bandera; en fin, que no pertenecen al municipio, pero hemos llegado lejos. Es muy sensible, pues se ha sumado una gran masa de personas, desde las cooperativas agropecuarias cercanas hasta los mismos vecinos de la comunidad. Por cierto, tengo una anécdota. Llegué un día a la bodega y cuando fui a realizar la primera actividad me dijeron: “Mira, Mislenis, tienes dinerito ahí para los niños”».

Sobre el grupo de 11 pequeños, Rodríguez Santana agregó:

«Mientras más personas se sumen, mejor, porque ya ves cómo algo tan pequeño ha crecido gracias al poder de sensibilidad; pero también a los que han llegado para hacerlo más grande. Existen madres de niños que no tienen autismo, aunque sí otras necesidades especiales y se han integrado. Les abrimos las puertas porque, como madres, es bueno que todas estemos juntas.

Niños actúan como parte del proyecto Con autismo sembrando amor.
Música, teatro y artes plásticas hacen palpitar la comunidad de Caguaguas. (Foto: Fabio Artiles Vilches)

«Orlandito evolucionó en cuanto a socialización. Los otros participantes ya me reconocen, ya saben que vienen a casa de Mislenis, que tendrán un día festivo. Se sienten importantes.

«Vivo orgullosa de mi hijo. Dondequiera que hablo de él, lo hago con satisfacción, debido a que él me enseñó a valorarlo todo en la vida, hasta las cosas más pequeñas. Me hizo conocer a seres extremadamente especiales, y Orlandito fue conocido. A pesar de tener esa condición, tuvo logros. Y me regaló días de tremendo orgullo».

Para Mislenis, construir un universo de alegría y manifestaciones artísticas en torno al suspicaz muchacho de casi 18 años implicó cambiar percepciones en sus círculos de interacción. A estas alturas, se siente realizada.

«Muchos pensaron que no lo lograría. Recuerdo que, en una ocasión, fui a la consulta del fisiatra. No tenía experiencia. Me advirtieron: “Mamá, no será así como tú esperas”. Y respondí: “Sí lo será, porque yo lo creo”. Luché y luché. Y aquí está Orlandito, que, más allá del autismo, sufrió un infarto cerebral. Entonces fue cuando entendí que era un guerrero. Con esas dos condiciones, hoy es independiente. Ha desarrollado varias habilidades: pinta, va a la vaquería, monta caballos y bicicleta, que le comentaron que jamás lo haría porque no tenía un buen equilibrio y el control muscular era pésimo. Sin embargo, dibuja bien y, con pincel, mejor todavía.

Niña cantando.
(Foto: Fabio Artiles Vilches)

«Hay personas que te quieren quitar la sonrisa; pero, por mi niño, fui fuerte. Este ha constituido nuestro mayor trabajo. Mi negocio, un paladar, se llama El Azul. Se lo dediqué a él. Ese color los identifica. Los postes tienen figuras de rompecabezas. Además, los pulóveres de los trabajadores aluden al autismo con el diseño de las manos de la mamá y el niño. Aunque algunos no lo crean, esa información ha llegado a mucha gente. Se sientan aquí y me preguntan la causa del nombre y les explico. El azul los representa a nivel mundial. Ellos son los príncipes azules.

«Al personal que labora acá le he inculcado eso también. Creo que así voy aportando mi granito de arena, haciendo conciencia. En la actualidad, el Orlandito de Caguaguas es querido por muchos. Lo dejo en el terreno de pelota y, desde los muchachos más pequeños hasta los más grandes, lo cuidan. Les digo que lo hagan. “Orlandito no se puede expresar como ustedes, pero los quiere”. E, increíblemente, tengo un pueblo, tanto aquí como en Quemado», concluyó la madre, cuya residencia también lleva en sus paredes el color azul.

Crecer desde el arte

Niño canta en el proyecto Con autismo sembrando amor.
(Foto: Fabio Artiles Vilches)

Mileidy Pérez Rodríguez, directora del taller de pintura Wifredo Lam, perteneciente a la casa de cultura en ese territorio, rememora el momento en que Orlandito resultó ganador del concurso nacional Amigos de las FAR y, si pareciera poco, el propio Orlando Cardoso Villavicencio, Héroe de la República, llegó para premiarlo.

La especialista narró también la alegría de regalarle al niño una exposición personal con todos sus dibujos.

«Su mamá le compró un piano y le buscó un maestro en Sagua. Él aprendió a tocar. En aquel momento, me trasladé a la iglesia de Quemado y le pedí prestado el piano al cura. Recogimos al profesor y, ese día, Orlandito tocó la pieza musical.

Su mayor logro lo tienen su mamá y la familia, que se han preocupado por entregarle lo que otros no notan. Ellos llevan algo extra. Cuando los familiares se dan cuenta, les cambia la vida. Mislenis tocó a mi puerta y siempre agradece que la haya abierto. Tengo la primera foto con él, pintando, asustadito. No había quien le diera la mano, pero después logramos que pintara con los demás e hiciera amistades. Él ya me besa, me abraza y me dice profe».

La instructora mencionó, además, que el joven quemadense ha merecido varios lauros por su creatividad, entre ellos, el premio en el concurso nacional infantil De donde crece la palma, otorgado el pasado año.

Espectáculo del proyecto Con autismo sembrando amor.
(Foto: Fabio Artiles Vilches)

Junto a este taller de plástica, Con autismo sembrando amor mantiene lazos con el grupo teatral La Edad de Oro, adscrito también a la casa de cultura y sus distintas especialidades. Dunia Herrera Lastre, directora general de la agrupación, apuntó que los eventos en conjunto surgieron a partir de la búsqueda de un intercambio, una vida social, puesto que ya con la pintura se habían dado los primeros pasos:

«Mis niños son bien pequeños, creo que se trata de una edad bonita para vincularlos a esto. Siempre trabajamos temáticas relacionadas no solo con el autismo, sino con la inclusión necesaria de las personas con discapacidad o condiciones especiales en la cotidianidad. Entonces, La Edad de Oro ha logrado eso, no solo sensibilizar a quien recibe el mensaje desde el enfoque teatral, sino a las madres de mis niños, y a mis niños, que hoy en día ven a los otros como sus iguales. La condición que mencionan los adultos para ellos no existe, solo continúan apreciando a esos infantes que disfrutan lo que hacen y, además, lo agradecen»

El empuje de una madre todoterreno, unido al respaldo de la cultura comunitaria, ha creado un mundo azul alrededor de Orlandito, quien vive y sueña a plenitud, porque no hay imposibles en la mente de los que lo rodean.

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